Las historias de los Estados Unidos y Cuba están entrelazadas de muchas formas y maneras. Cubanos y norteamericanos han vivido y aprendido mucho unos de los otros. Y así ha sido no solo en la cultura, sino también en la política, la economía y la sociedad. Es una larga historia.
Guantánamo. Escribo ese nombre y pienso en todo lo que alimentó mi primer sentido de pertenencia a un lugar geográfico: el barrio polvoriento con camino al río Jaibo y el potrero de Alejo donde jugaba en mi infancia. Antes de que me hiciera mujer, la calle se vistió de asfalto, se levantaron biplantas sobre viejos ranchos y un Hospital General Docente, un tecnológico de la salud y una facultad de Ciencias Médicas cubrieron de esperanza las tierras donde antes solo pastaban las vacas.
Atónito y furioso ante la liberación cubana en 1959, Estados Unidos inició una guerra contra Cuba con todos los medios a su alcance. Pero la Revolución firmó con sangre su socialismo cubano y venció en Girón; con heroísmo incomprensible para ellos, el pueblo todo se volvió un Maceo en la Crisis de Octubre. Estados Unidos pasó entonces a una forma de guerra sistemática, ilegal e inmoral, que continúa hasta hoy.
Existen varios aspectos en esta guerra cultural, en su sentido más amplio, que en estos momentos se está librando contra la cultura socialista de Cuba. Uno de esos aspectos es la guerra masiva de los medios de comunicación de Estados Unidos y la campaña de desinformación política en el tema de los derechos civiles en Cuba como parte de los derechos humanos.