El lobby anticubano en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos no solo abortó una enmienda que permitiría a los estadounidenses viajar libremente a Cuba, sino que logró imponer nuevas sanciones en el proyecto de ley del presupuesto de servicios financieros y gastos generales del gobierno para el 2017.
Este proyecto de ley financia una variedad de servicios y agencias gubernamentales, pero oculto en letra pequeña aparece una serie de prohibiciones, algunas de las cuales que tienen que ver con los viajes a Cuba.
Apenas año y medio después de haberse anunciando la decisión de iniciar un proceso encaminado a normalizar las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, conviene hacer un balance del mismo, toda vez que muchas veces la percepción de las personas transita desde el criterio de que todo está resuelto, hasta los que afirman que casi nada se ha avanzado, y la respuesta no parece estar en estos extremos.
Cuba no es China, eso lo sabemos todos. ¿Qué explica entonces el inusitado interés de las empresas norteamericanas en el mercado cubano?
Una respuesta me la dio hace años un productor de trigo estadounidense: “Es el único país del mundo que entrega un pan diario a once millones de personas”. No obstante, con todo lo cierto que encierra esta afirmación, es insuficiente para explicar lo que acontece. El asunto es más complejo.
La presidenta de la Conferencia, y alcaldesa de Baltimore, Stephanie Rawlings- Blake, encabeza la visita a Cuba. Foto: Abel Rojas Barallobre/ Juventud Rebelde.