¿Qué le preocupa a Trump? ¿Venezuela?

Sep 05, 2025

Fuente: CubaSi

No es noticia que tal y como funcionan las cosas en el universo paralelo de la política doméstica estadounidense, los líderes suelen recurrir a eventos en el exterior, inventados o provocados por ellos mismos,para tapar o colocar en segundo o último plano, asuntos internos que realmente les molestan o preocupan.

Parece algo esquizofrénico, usando un término de la psiquiatría, para un presidente de EEUU comportarse como jefe del imperio, tomando decisiones acordes a tales afanes hegemónicos y a la par, lidiar con la alta política nacional en modo espectáculo, que termina empujándolo a acciones contraproducentes en el ámbito internacional.

En el caso del actual mandatario, Donald Trump, este escenario se multiplica por la propia personalidad del personaje, egocéntrico, convencido que siempre tiene la verdad revelada.

Es  en ese contexto que resurge como pesadilla Jeffrey Epstein, el “fallecido delincuente sexual convicto”, como le califica la CNN, que en su famosa lista de asociados aparece sin lugar a dudas el inquilino principal de la Casa Blanca.

El evento anterior más parecido en este sentido, que condujo a una operación militar de altos quiláteles mediáticos, fue el polémico operativo que terminó con la vida del terrorista Osama Bin Laden, durante el gobierno de Obama. 

De ese suceso se ha hablado mucho, por las circunstancias en que se hizo, por la opacidad informativa que evadió detalles básicos, como no presentar el cadáver del susodicho y un largo etc, con un relato que no resiste el análisis de un entendido en temas militares; hasta hay dudas de que hubiera sido eliminado.

En ese período, inicios del 2011, Obama enfrentaba una múltiple presión política y mediática, que iba desde teorías conspirativas sobre su natalidad, pasando por un mal momento de la economía nacional, la llamada crisis por la intervención en Libia, así como el siempre complejo debate sobre el presupuesto federal y el denominado techo de la deuda.

Lo cierto es que después de la liquidación de Bin Laden los datos de apoyo a favor del presidente demócrata se multiplicaron, creció el respeto internacional hacia EEUU y especialmente colocó a Obama en excelentes condiciones, para encarar sus aspiraciones electorales para un segundo mandato, un año después. 

En cuanto a Trump, son evidentes las consecuencias que para él podría tener un progreso investigativo sobre este asunto del “delincuente sexual convicto”, probablemente más serias que las que enredaron a Obama. Veamos.

Comenzando por el plano penal, podría juzgársele por delitos sexuales (pederastia) encubrimiento y obstrucción de la justicia; también se evidenciaría que las tropelías e ilegalidades de Trump no responden a su narrativa de que es victima de una persecución política sino más bien de sus propias felonías. 

En cuanto a los costos políticos, son tal vez más graves porque el eventual escándalo golpearía a su base MAGA, donde predominan valores ultra conservadores de sesgo religioso, muchas veces decimonónico, o simplemente con alguna ética y de respeto a la familia tradicional; desde luego sería por decirlo de alguna forma una oportunidad de oro para los demócratas, en su necesidad de derribar la hasta ahora robusta imagen de Trump; y todo esto con sus correspondientes consecuencias electorales para el Partido Republicano. 

Y a propósito de ese cada vez más cercano evento electoral, en noviembre del próximo 2026, surgen otros desafíos vinculado a otras situaciones que genera las decisiones políticas del mandatario y que podrían golpearle, como es su extremismo anti migrantes, el supuesto deterioro de parámetros socio económicos para ese momento, o cualquier otro acontecimiento que pueda provocar la peculiar y frenética manera de gobernar de Trump.

En este punto viene al caso evaluar cómo encaja la política de redoblada hostilidad hacia Venezuela. Claramente, sobra decirlo, parece ser la cortina de humo escogida por Trump, con el beneplácito y entusiasta apoyo o empuje de Mr. Rubio.

Cuando el Congreso entró en receso veraniego el tema Epstein fue encubierto efímeramente, por la apoteosis de la agenda presidencial, que ni siquiera se tomó unos días de descanso.  Pero una vez que los congresistas regresen a sus curules, demócratas mediantes, también emergerá con fuerza en la palestra pública el problema del delincuente sexual.

La variable tiempo es primordial. Si la salida es incrementar artificialmente el hostigamiento a Venezuela, incluido algún evento o acción militar directa, esto tendría que hacerse antes del próximo noviembre, cuando arranca el procreso hacia las mencionadas elecciones para el Congreso de medio tiempo, tomando en cuenta el conocido rechazo visceral de la base MAGA a una aventura militar externa. 

A Trump es muy posible que le importe poco o nada Venezuela; de seguro conoce que ese país no tiene que ver con el incremento del flujo de drogas, y que fue la propia guerra económica que le impusieron, la que estimuló elevados flujos migratorios; su cuestión es ver que hace y realmente si cree que el rollo que tiene con Epstein se esfuma atacando a Caracas.

 

También es muy probable que Mr. Rubio, priorizará insistir  en los planes agresivos contra Venezuela, vendérselo a su jefe como salida por la puerta de servicio ante el ataque del fantasma Epstein.

Y sumado a lo anterior, están las circunstancias en que se desempeña el gabinete de gobierno en Washington, conformado por individuos seleccionados por su lealtad al jefe Trump y no por su experticia. Esto significa que no hay debate, no hay mucho o ningún razonamiento colegiado, solo hay, como se dice arriba, lo que piensa como verdad relevada el mandatario. 

De modo que de prosperar razonablemente la telenovela Epstein, en contra de Trump, los peligros para Venezuela son muy altos en lo inmediato. Y con ellos la imprescindible necesidad de incrementar la solidaridad con el pueblo bolivariano, y la denuncia del cinismo estadounidense.

El mundo, y el propio pueblo estadounidense, que sigue existiendo y vive fuera de esta atribulada burbuja washingtoniana, miran y juzgará lo que pase. Con Venezuela no se metan, déjala afuera de este brete Mr. Rubio.