#Nicaragua: la dignidad es el derecho elemental de ser Nación

Jul 11, 2017

Por Carlos Ernesto Santa Cruz

Nicaragua tiene una ubicación geográfica excepcional y un valor geopolítico estratégico. El acceso a la explotación de los recursos naturales y la eventual construcción de un oleoducto y la vía interoceánica le ha otorgado de siempre, antes que el sandinismo fuera gobierno, un carácter de base a los Estados Unidos para agredir a otros países: de ese país salió la expedición que organizada por la CIA encabezara Castillo Armas para acabar con el gobierno constitucional de Jacobo Arbenz, en Guatemala, en 1954; de Puerto Cabezas partieron los invasores de Playa Girón, Cuba, en 1961.

Ese valor estratégico es que ha llevado al poder yanqui a agredir a Nicaragua desde el siglo pasado. En 1848, 1854 y 1855 se producen intervenciones armadas norteamericanas contra el país, que se volvieron frecuentes desde que los Somoza gobernaron. Sin embargo, tres presidentes de la nación más poderosa del mundo no pudieron desaparecer de la faz de la tierra la memoria y las victorias del general de Hombres Libres, Augusto C. Sandino. Sí, tres jefes de la mayor potencia de toda la historia humana: Calvin Coolidge (1923-1929), Herbert Hoover (1929-1933) y Franklin D. Roosevelt (1933-1945) no lograron convencer ni a los mismos Estados Unidos, ni a todo el Congreso norteamericano que Sandino era un “bandido” que asolaba a la población desde las montañas de Nicaragua.

El 4 de Mayo de 1927 hay un viraje fundamental en la historia de Nicaragua. Sandino marca el antes y el después, la “dignidad” y la “traición”. “Renegados nicaragüenses” los describió el General a todos los que imploran en la metrópoli que Nicaragua vuelva a ser una república bananera. “…me decidí a luchar, comprendiendo que yo era el llamado para protestar por la traición a la Patria y a los ideales nicaragüenses, y que las balas serían las únicas que deberían defender la soberanía de Nicaragua, pues no había razón para que los Estados Unidos intervinieran en nuestros asuntos de familia”.

“Yo solo quiero Patria Libre o Morir”. Esta fue la única razón de su lucha en Nicaragua contra los intervencionistas. A Sandino, como ocurre con los grandes revolucionarios, nunca lo motivó el odio hacia la Unión Americana, ni siquiera por razones políticas ni geoeconómicas. Tal es el legado que se encarnaría después el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Fundado en 1961, el FSLN y sus dirigentes, entre ellos Carlos Fonseca, Comandante en Jefe de la Revolución, dirige al pueblo nicaragüense hasta lograr el derrocamiento de la dictadura militar de Somoza, último representante de los intereses norteamericano en Nicaragua. El 19 de julio de 1979 triunfa la Revolución Popular Sandinista, parto histórico que da nacimiento a la Nicaragua, Nicaragüita como dice la canción.

Esta naciente revolución es nuevamente asediada y en 1991 el entonces presidente norteamericano Ronald Reagan le declara la guerra, y a través de la CIA, el Pentágono y otros organismos, el imperialismo arma y financia a la contrarrevolución formada por los exguardias somocistas refugiados en Honduras, entrenados y abastecidos desde la base militar Palmerola que los estadounidenses instalaron en ese territorio centroamericano.

Y lo que parecía impensable, tras la derrota de 1990, el FSLN obtiene la victoria electoral para la Presidencia de Nicaragua en 2006 con el Comandante Daniel Ortega Saavedra y es reelecto por vez primera en 2011, para luego ampliar la victoria por tercera vez consecutiva junto a Rosario Murillo, con el 64% de los votos de los nicaragüenses.

Nicaragua, es reconocida por un alto desempeño económico –la tercera economía de América Latina con mayor crecimiento-al obtener un crecimiento promedio de 5% en los últimos 5 años, en la reducción de la pobreza moderada de 46% a 29,6% y pobreza extrema de 15% a 8,3%, seguridad ciudadana, estabilidad y paz. Basta una ilustración de los tantos avances del Gobierno de Unidad y Reconciliación: transitar de la oscuridad literal de 2006 a la claridad real de 2017, al alcanzar el 90% de cobertura eléctrica en 10 años marca una diferencia tan evidente con el pasado, cuando máximo el 54% del país estaba interconectado. Diez años de sandinismo significan hoy 1 millón 80 mil familias con electricidad.

¿Cómo explicar que durante los últimos 16 años de “democracia neoliberal” solo 580 mil viviendas contaban con luz, que 800 mil niños se encontraban fuera del sistema escolar y que la desigualdad imperaba en materia de salud como en la atención materno-infantil y la nutrición? La falta de oportunidades en esa década y media provocó un éxodo incontenible de nicaragüenses al exterior. Si entonces se vivía el esplendor de la institucionalidad y el “auge” económico que exaltan sus políticos tradicionales, ¿por qué estos resultados tan oscuros?

El pueblo le dio la confianza al FSLN para salir del gran apagón de la “democracia” a una democracia de alto voltaje social y económico Con todo y las distorsiones de la derecha bananera por proyectar un panorama apocalíptico, el clima de inversión en Nicaragua es el más favorable en los últimos ocho años, según la Encuesta de Confianza de Empresarios aplicada por la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides) y publicada en el primer Informe de Coyuntura Económica de 2016. Este es el dato, no el discurso hepático: Las encuestas de Funides de los años 2007-2008 revelaron que en clima de inversión se andaba en netos de -80; hoy está en +70. Es decir se ha logrado revertir en 150 puntos ese clima de inversión a lo largo de un proceso que inicio en el año 2009 con una serie de acciones. El jefe de misión del FMI para Nicaragua, recordó que “la situación del año 2001 era muy complicada económicamente hablando”. En contraste, hoy “Nicaragua ha crecido enormemente. Sus tasas de crecimiento han mejorado muchísimo”.

Crear es la principal tarea de los partidos revolucionarios, porque una revolución verdadera no es una obra de artesanía menor. Es Arte. Más una Revolución declarada cristiana. Es decir, acercamiento de los creyentes con el Creador. Y el espíritu creativo es el que mantiene viva la llama del bienestar común. No se trata de repetir, de copiar, de quedarse petrificados en los moldes de antaño y cultivar enemigos, sino de innovar, componer, inventar, conciliar y reconciliar.

No se puede evaluar con viejos esquemas lo reciente, y no se encuentra en los “viejos tiempos” la vara idónea para medir los “nuevos tiempos”. El Frente Sandinista debió recorrer un largo trecho y demostrar su lugar en el planeta. Es lo que distingue a los proyectos nacionales.

La capacidad de la dirigencia sandinista, en particular del Comandante Daniel y la compañera Rosario, fue encontrar la síntesis entre lo que es la Nicaragua real y la Nicaragua ideal que los muchachos llevaban en la cabeza en los años 70 del siglo XX.

Y Sandino era el que menos merecía una solitaria década.

No hay vuelta atrás, Nicaragua, ¿Cómo ignorar, olímpicamente, lo adelantado en diez años? El 81,3% del pueblo está convencido de que el presidente Daniel Ortega conduce el país en la dirección correcta, en tanto los que suponen va en la dirección equivocad, suman solo el 10,1%. Otro dato muy revelador es que el 79,3% de la sociedad afirma que “el Gobierno actual es factor de unidad”, mientras apenas el 10,8% percibe que alienta “la desunión y el conflicto de los nicaragüenses”.

Por eso, julio victorioso, con el recuerdo de siempre, de Carlos, el Comandante en Jefe, de Tomás; de Bocay, Pancasán y Zinica; así como de todas las formidables hazañas que culminaron con la Insurrección Popular Sandinista en 1979. (Pensando Américas-Semanario La Época, de Bolivia)