Ni Chile ni Colombia

Dic 09, 2021

Ni Chile ni Colombia

Por: Omar Rafael García Lazo

El Chile de Pinochet ha sido mostrado como la vitrina del neoliberalismo en América Latina, el ejemplo a seguir. En el esfuerzo se intenta opacar la represión que acompañó el experimento de los Chicago Boys.

Colombia ha sido expuesta como una democracia fuerte y pujante. La guerra, el narcotráfico, el paramilitarismo, desde y a través del Estado, parece no deslucir a la “democracia más antigua” del continente.

En los últimos dos años estos países han sufrido sendas crisis sociales y consecuentes estallidos populares. El saldo en muertos, desaparecidos, heridos y detenidos es conocido e inocultable.

En el caso de Chile, el modelo neoliberal pinochetista mostró sus límites sociales y económicos ya insostenibles. La desigualdad y las tensiones culturales y políticas acumuladas durante décadas brotaron sin encontrar cauce definido aún.

En Colombia, un Acuerdo de Paz atacado por todos sus flancos por la ultraderecha uribista permitió, y ahí está su valor histórico, visibilizar las principales causas de los problemas más acuciantes de ese país y ponerlos en la agenda política nacional. No era ni es la guerra la causa de los problemas. La guerra es -ha sido-  consecuencia de un conflicto social y político cuya solución sigue postergada.

En ambos países se desarrollan dos procesos electorales en los que la izquierda junto otros sectores presentan serias opciones para llegar electoralmente al gobierno.

Frente a tamaño desafío y sin perder de vista lo ocurrido en México, Argentina, Bolivia, Nicaragua y Honduras; y tras la victoria de Cuba frente al “golpe suave” y la resistencia de Venezuela, Washington y sus operadores de la derecha regional han puesto máximo interés en el asunto.

La articulación limeña contra Caracas, el reconocimiento a Guaido, el apoyo de Macri al golpe de estado en Bolivia, la intromisión del gobierno de Iván Duque en las elecciones de Ecuador y el viaje de Brian Nichols a Honduras  son ejemplos notorios de las cuerdas que se mueven en el hemisferio para evitar los cambios que parecen impostergables.

El terrorista venezolano Leopoldo López, asentado en España, y aupado por la ultraderecha colombiana, visitó Chile. Allí contextualizó su viejo discurso contra la Revolución chavista para impactar en el electorado chileno; mientras que la Asociación Mundial de Juristas le concedió a la “democracia colombiana” un premio de manos del Rey Felipe VI.

Washington lo tiene claro: ni Chile ni Colombia pueden caer. Y allá van sus huestes a hacer el trabajo. Una victoria de la izquierda en esos dos países sería un duro revés a sus planes de reposicionamiento hegemónico en la zona.

Se trata de dos pilares en el diseño interamericano de dominación estadounidense, y firmes baluartes en la confrontación ideológica, política y cultural que hoy se dirime entre la doctrina Monroe y el ideario bolivariano. En los próximos meses observaremos nuevas y burdas maniobras políticas para despejar temores en la Casa Blanca.