Mella, pasión de fundador

Mar 25, 2015

Todavía los historiadores debaten si el 25 de marzo de 1903 nació en una casa de la calle Obispo, el hoy céntrico bulevar de La Habana Vieja, o en una clínica de la calle Infanta, en el actual municipio del Cerro. Era, al igual que su hermano menor Cecilio, fruto de los amores extramatrimoniales de una entonces veinteañera, Cecilia MacPartland, y el sastre de 53 años, Nicanor Mella.

En su partida de nacimiento aparece con el nombre del padre y el apellido de la madre, como era usual para los llamados hijos naturales en la época. Ya joven adulto, recuperó el apellido paterno y adoptó el nombre por el que lo conoce la historia de Cuba: Julio An­tonio Mella.

En 1921 matriculó Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana (UH). Hasta entonces los estudiantes de último año les hacían maldades, a veces crueles, a los re­cién ingresados, las llamadas “novatadas”. El año de Mella resultó la excepción: los novatos, encabezados por él, vapulearon a los veteranos. Julio Antonio hizo todo lo posible para desterrar esa pésima tradición de los predios universitarios. Al menos lo logró mientras fue alumno de la casa de altos estudios.

Gustaba de practicar deportes y representó a la UH en remo, atletismo, baloncesto y fútbol americano. Fundó una revista que aún se publica, Alma Mater, de la que era administrador, corrector de prueba, reportero y editorialista.

Cuando supo que al embajador yanqui, el injerencista Enoch Crowder, le iban a otorgar el doctorado Honoris Causa, encabezó actos de repudio secundados por la masa estudiantil. El 20 de diciembre de 1922 fundó la Fe­deración Estudiantil Universitaria (FEU) y meses después, organizó el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, que entre otros acuerdos, pro­movió la creación de la Universidad Po­pular José Martí, para ayudar a los jóvenes de bajos ingresos a graduarse en las distintas enseñanzas.

Pronto comprendió que era imposible reformar la Universidad sin una transformación radical del país. En 1925, junto con Car­los Baliño y otros destacados revolucionarios, fundó el primer Partido Comunista de Cuba. Un año más tarde, publicó el folleto Glosas al pensamiento de José Martí, un análisis desde la óptica marxista de la obra del Maestro. Mella sienta con este título una hermosa tradición dentro del movimiento revolucionario cubano: llegar a Marx y Lenin a partir del Apóstol y una vez pertrechado de la ideología del proletariado, aprehender ca­balmente en toda su extraordinaria magnitud el ideario martiano.

En la universidad conoció a su esposa: Olivín Zaldívar, con la que tuvo a su hija Na­tasha, nacida luego en México (1927). Ya Mella constituía un peligro para el tirano Ge­rardo Machado y un mal profesor montó una provocación al ofender a la muchacha. Entre Mella y el tarifado maestro se produjo un altercado, pretexto usado para expulsar a Ju­lio Antonio de la UH. Luego el régimen lo arrestaría bajo falsos cargos de terrorismo. El joven se declaró en huelga de hambre y ante el reclamo popular, el sátrapa ordenó retirarle los cargos, no sin antes planear su asesinato. El Partido orientó a Mella su partida al extranjero.

En México militó en el Partido Comunista y colaboró asiduamente en su órgano oficial, El Machete. Organizó campañas de solidaridad con Sandino y la lucha del pueblo nicaragüense contra la injerencia yanqui. Comenzó a considerársele un líder continental.

La enfermedad de su hija motivó que Oli­vín y Julio Antonio se separaran, pues ella tu­vo que regresar a Cuba. Mella se sumió en la fundación de un frente amplio de lucha con­­tra Machado, la Asociación de Nuevos Emi­grados Revolucionarios Cubanos (Anerc). Su idea de iniciar una insurrección popular a partir de una expedición armada que desembarcaría por el sur de Oriente, prefiguraría los proyectos de Guiteras y Fidel en años posteriores.

A mediados de 1928 conoció en México a Tina Modotti, una notable profesional de la fotografía, quien sería su compañera sentimental y de lucha en sus últimos cuatro meses de existencia. Con ella iba por la calle Abraham González, inmersos ambos en los preparativos insurreccionales contra Ma­chado, cuando asesinos a sueldo del sátrapa lo ultimaron.

Desde entonces Mella devino paradigma para la juventud cubana: su ejemplo constituyó una bandera de combate en el proceso de recuperación de la FEU que encabezaron José Antonio y Fructuoso en los años 50, cuando parecía que oportunistas y pandilleros iban a campear en la UH. Y el 25 de no­viembre de 1956 el yate Granma partió de México para hacer realidad sus proyectos de insurrección armada y de una Cuba libre con todos y para el bien de todos.

Tomado de Granma