Los nuevos tiempos, los magos y los viejos trucos.

20 de marzo de 2016
Por Nick Xeler
Con aquella extraña fuerza que los dioses castigaron a Odiseo, Cuba ha sido condenada a múltiples dificultades por desafiar el poder que se consolidaba sobre América y el mundo después de la II Guerra Mundial. No menos tortuoso y criminal ha sido el tránsito del pueblo cubano por el limbo de los nuevos tiempos, que el de aquel legendario héroe de la epopeya Homérica.
Por más de 50 años, Cuba ha enfrentado a los Titanes de la CIA y a los Buitres rencorosos de la contrarrevolución de Miami. No pocas han sido las lágrimas derramadas de madres sobre el recuerdo de sus hijos, ni el lamento contagioso de un pueblo herido en su amor ante crímenes horrendos como el de Barbados. Si bien es cierto que hasta aquí los cubanos han resistido, lo más difícil aún está por venir.
El pasado 17 de diciembre suscitó un clima de expectativas disímiles dentro y fuera de Cuba. Nadie mejor que los cubanos todos, los de acá y los de allá, saben que los cambios favorables a sus propósitos son necesarios. Pero, ¿dónde está el peligro? El peligro está en la forma en que se emprendan los cambios. Existen nuevas formas de extinguir culturas enteras sin acudir a la violencia que arrasó con las civilizaciones indoamericanas. Los efectos de la “Guerra Cultural” se hacen palpables en el día a día de la sociedad cubana. Se utiliza sus propios códigos e íconos para confundirlos. El Presidente Obama realiza chistes propios de que forman parte de idiosincrasia los que viven en la Isla, utiliza frases populares con un español forzado y desentonado y; ¿qué hacer? sonreír y asentir ante su carisma de líder entrenado.
Algunos cubanos visten con repentino y contextual gusto prendas con la bandera norteamericana. Aclaro que el problema, no es la bandera, que para el pueblo norteamericano encierra la gloria y la fe depositada en la libertad por sus Padres Fundadores. La cuestión estriba en la ceguera política que propician los nuevos magos imperiales con sus viejos trucos; en no recordar la máxima del Apóstol de Cuba José Martí al afirmar que “en política, lo real es lo que no se ve”.
Por otra parte, miembros de la comunidad cubana en Estados Unidos, acentuadamente, en Miami, utilizan frases y palabras de la jerga norteamericana aún sin dominar el idioma. Otros, envían fotos a familiares y amigos resaltando autos y casas como triunfadores en su nueva patria, a pesar de que en realidad, reciben bajos salarios que no les alcanza para cubrir los gastos del mes.
Están también los que se adeudan para viajar a la Isla luciendo águilas en las gorras y prendas caras que transmiten cúan bienaventurados han sido desde que decidieron emigrar. Sin hablar de los que rentan autos lujosos para pasear por sus humildes barrios o los que llenan mesas, en espacios públicos, de latas de cervezas vacías como símbolo de poder adquisitivo. En mi opinión, ya han sido víctimas del american way of life, han olvidado su propia historia y escribirán con tinta ajena, lo que otros quieran que digan.
El Presidente Obama fue claro cuando declaró las intenciones del restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Lanzar las conciencias al Leteo y enterrar el sufrimiento de tantas generaciones de cubanos sería una ofensa terrible a los que han puesto, con su propia sangre, ladrillo a ladrillo en la obra de la Revolución Cubana. Por suerte, se está en presencia de un pueblo instruido, con un talento natural y una cultura política probada. Cubanos, no permitan que los magos y sus trucos hagan volar las ilusiones más allá de los límites o correrán el riesgo de no sobrevivir a tal error.