La visión del Comando Sur sobre las «amenazas» contra nuestra América
Por: Rafael González Morales
Hace unas semanas, el Comando Sur de Estados Unidos divulgó uno de sus documentos anuales más importantes. La general Laura Richardson, jefa de esa estructura militar, presentó ante el Congreso Federal un testimonio sobre las principales amenazas a los intereses estadounidenses en la región latinoamericana y las políticas para lidiar con los retos identificados.
Ese informe titulado “Postura del Comando Sur 2022” es el texto público que refleja la percepción que desea trasladar el Pentágono sobre el escenario político militar en América Latina y el Caribe. Es un documento que tiene claros propósitos de construir toda una narrativa sobre cuáles son los principales “enemigos” de Estados Unidos en el área y los desafíos que debe enfrentar.
En su contenido proyecta la idea de un gobierno estadounidense que tiene la responsabilidad de lidiar con múltiples desafíos provenientes, fundamentalmente, de actores estatales y otros retos transnacionales. Remarca que también sus vecinos regionales están expuestos a estos peligros y deben trabajar de conjunto para su enfrentamiento, lo que constituye uno de los argumentos justificativos de la creciente militarización de la política exterior de Estados Unidos hacia Nuestra América.
El texto comienza afirmando que nuestra región está “bajo asalto” de múltiples desafíos transfronterizos que amenazan directamente el territorio estadounidense. Señala que contener estas amenazas requiere de una mayor atención, compromiso e inversiones del gobierno estadounidense, lo que contribuiría a revertir las tendencias actuales. De esta manera, tiene la intención de dibujar un escenario muy complejo que necesariamente implica una participación “enérgica” del gobierno estadounidense y, especialmente, de sus fuerzas militares.
En un párrafo del documento se mencionan cuatro de los indicadores claves que demuestran el valor estratégico de la región para Estados Unidos: 740 mil millones de comercio anual con Washington; 60% del litio a nivel global; 31% de las aguas dulces del planeta y posee la mayor reserva de petróleo del mundo.
Dentro de las “amenazas” le confieren la máxima prioridad a China y Rusia, lo que está condicionado por la fuerte disputa geopolítica en un contexto de renovada Guerra Fría. Ambos países son presentados como los principales desafíos para los intereses nacionales de Estados Unidos en la región con una fuerte retórica que está orientada a promover posiciones contra Beijing y Moscú. Es evidente la intención de destacar y hacer creer que el único “socio responsable y solidario” es el gobierno estadounidense.
En el caso de Beijing, se afirma que tiene ambiciones de “revisar el orden global para ponerlo al servicio de sus objetivos autoritarios” y expandir su posicionamiento mundial en una nueva era de competencia estratégica. Enfatiza que China pretende ampliar su influencia económica, política y militar a partir de actividades que incluyen inversiones en infraestructura estratégica, sistemas tecnológicos, campañas de propaganda y actividades cibernéticas “maliciosas”.
De acuerdo al documento, en la esfera militar las autoridades chinas financian viajes a miembros de las fuerzas de seguridad latinoamericanas para que reciban clases de preparación militar en el gigante asiático. Destacan que se imparten en español y, supuestamente, se inspiran en el modelo de enseñanza que desarrolla el gobierno estadounidense como parte de su programa de educación militar a efectivos de terceros países. El texto sugiere explícitamente que los chinos están reproduciendo el sistema de capacitación estadounidense. Además, enfatiza que Beijing estaría facilitándole a varios países del área equipos de telecomunicaciones especializados, vehículos militares y medios aéreos.
Por su parte, en el segmento dedicado a Rusia se afirma que Moscú continúa “desestabilizando la región y socavando la democracia”. Destaca que en el año 2020, Russia Today pasó de 8 a 17 millones de seguidores en sus redes sociales y califican a ese medio como uno de los promotores principales de campañas de desinformación. Desde la visión geopolítica, señala que “las relaciones de Rusia con sus socios regionales claves – Venezuela, Cuba y Nicaragua”, permiten a Moscú expandir su acceso aéreo y marítimo para proyectar poderío militar en la región”.
También identifican como amenaza a las organizaciones del crimen transnacional y a las organizaciones extremistas violentas. Argumentan su preocupación por el tráfico de drogas y precisan que el “corredor de América Central” permanece como una de las principales vías de tránsito entre las redes de narcotraficantes en Colombia y los carteles mexicanos que finalmente introducen las sustancias en territorio estadounidense. Además, evidencian preocupación por el tráfico de personas y refieren que los “coyotes” están solicitando entre 15 y 20 mil dólares por individuo que trafican.
Otros de los desafíos que menciona es Irán que identifican como un actor que expande la cooperación económica y en materia de seguridad con Venezuela y Cuba. Se delimitan como amenazas a Caracas, La Habana y Managua, lo que tiene un tratamiento muy similar al enfoque de la denominada “Troika de la Tiranía” al proyectarlos como “regímenes autoritarios”. Esta visión representa una continuidad con la etapa de Trump.
La COVID -19 también se considera un desafío a enfrentar, en especial, por su negativo impacto económico que constituye un retroceso significativo en los avances que había mostrado la región en algunos indicadores vinculados a la gestión de la economía. El cambio climático y los desastres naturales son reflejados como importantes retos.
El informe del Comando Sur no puede interpretarse limitadamente como la simple visión del Pentágono sobre sus responsabilidades en América Latina y el Caribe, sino que tiene como propósito estratégico influir en determinadas audiencias gubernamentales de la región que han incrementado y consolidado sus vínculos con potencias extrarregionales. El creciente posicionamiento de China y Rusia en nuestra área constituye una de las tendencias internacionales que más preocupan a los formuladores de política estadounidenses y no parece que tengan la fórmula para evitar el empuje de Beijing y Moscú.