La revista RAYA tuvo acceso a miles de documentos clasificados de organismos de inteligencia militar colombianos donde queda en evidencia cómo espiaron a diplomáticos y funcionarios cubanos, líderes políticos de izquierda, periodistas y líderes sociales.

Ago 18, 2022

La revista RAYA tuvo acceso a miles de documentos clasificados de organismos de inteligencia militar colombianos donde queda en evidencia cómo espiaron a diplomáticos y funcionarios cubanos, líderes políticos de izquierda, periodistas y líderes sociales. Y que además, adulteraron información en el computador de un jefe guerrillero para inculpar a Cuba de la protesta violenta en Colombia.

Por: Edinson Arley Bolaños

Las carpetas del espionaje están repletas de perfilamientos, fotografías, croquis, videos de seguimientos, mapas, tableros de ajedrez y los nombres más insólitos para identificar las operaciones. El objetivo “Charlie” fue la denominación que recibió la operación de espionaje contra el gobierno de Cuba, incluido su cuerpo diplomático en Colombia, cuyos miembros fueron señalados de ser espías para justificar la obtención de dineros oficiales, perseguirlos y controlar sus reuniones políticas con la izquierda colombiana, latinoamericana y líderes sociales. A través de este servicio de inteligencia, los espías colombianos tuvieron acceso incluso a documentos privilegiados de convenios de intercambio militar entre Venezuela y Cuba.

Existen también documentos en los que se confiesa haber “sembrado” evidencias en los computadores de un jefe guerrillero para incriminar al gobierno de Cuba de tener una supuesta complicidad con el ELN en hechos violentos durante la protesta social.

El capítulo de Cuba inició el 26 de septiembre de 2016 con la llegada a Cartagena de Indias de 162 miembros del gobierno de la isla. Entre cónsules, periodistas, médicos, agentes de seguridad del presidente Raúl Castro Ruz y garantes del proceso de paz con las Farc, cuyo acuerdo se firmaría en esa ciudad costera. Ese listado dio pie para que se pusieran en marcha cientos de operaciones a lo largo de cinco años.

El 11 de abril de 2017, por ejemplo, un informe de este organismo de inteligencia registró la ruta de ingreso y fotos internas del edificio de la Embajada de Cuba, ubicada en el barrio el Chicó, en el norte de Bogotá. Esta información la entregó una fuente humana, cooptada por un exagente del desaparecido Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). La fuente llevaba tres años trabajando con el organismo de inteligencia militar bajo la fachada de su trabajo como periodista y fotógrafo que le permitió ganarse la confianza de algunos funcionarios cubanos. “Detalles que hay en la sala de espera: Mesa de vidrio redonda, cenicero vidrio corrugado redondo, cuadro del Che Guevara y Fidel Castro, sofá de cuero sintético color negro, matera en la esquina de la sala de espera”, señala el documento que contiene siete capturas de pantalla de un video grabado por el periodista infiltrado, un hombre de unos 60 años. Semanas más tarde, los agentes ubicaron y perfilaron la nueva casa de habitación del entonces embajador cubano José Luis Ponce Caraballo.

Poco a poco los espías colombianos, sin una orden judicial, desarrollaron vigilancias y seguimientos a los diplomáticos cubanos infiltrándose en las reuniones políticas y conmemoraciones de la Revolución cubana. En esos seguimientos no solo tomaron fotografías para perfilar a los asistentes, sino que, además, penetraron las comunicaciones del embajador Ponce. Esto sucedió el 17 de noviembre de 2017 en el Hotel Versalles de Barranquilla, donde se realizó el XXVI Encuentro de Solidaridad con Cuba, cuando un agente infiltrado haciéndose pasar como funcionario de Ecopetrol instaló un dispositivo que rastreó las señales del internet inalámbrico. Como se puede observar en la siguiente imagen, logró acceder al correo y a la contraseña del embajador Ponce.

El 5 de diciembre de 2017 se activó la operación “Aquiles”, que no era otra cosa que ejecutar seguimientos físicos a varios diplomáticos cubanos. Uno de ellos fue Eric Sosa Frutos, vicecónsul de Cuba en Colombia, y quien ese día viajó a Cali junto con quien sería su reemplazo: Kendry Sosa. Ambos fueron perseguidos desde el aeropuerto El Dorado hasta su aterrizaje en el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón de Cali. Luego los siguieron hasta el restaurante La Boquería, ubicado en el sur de la capital del Valle. Allí, según las fotos tomadas por los agentes espías y su relato, “sostienen una reunión con un sujeto de nacionalidad cubana identificado como Alejandro Pavel Vidal, quien se ha desempeñado en la ciudad de Cali como docente de la Universidad Javeriana desde 2012”, dice el informe de inteligencia.

Pavel es cubano, pero hace más de dos décadas vive en Colombia. El máximo perfilamiento que lograron hacer de él fue que hizo un doctorado en economía en la Universidad de La Habana y que cursó estudios en las universidades de Columbia y Harvard. No obstante, el organismo de inteligencia ubicó la dirección de su vivienda en Cali, tomó fotografías del conjunto residencial y de las placas de su vehículo.

Tras la reunión, los espías colombianos persiguieron a los vicecónsules cubanos cuando se dirigieron al hotel Plaza Las Américas, ubicado en el norte de Cali, “donde se disponen a caminar por el sector”, dice el informe. También los siguieron al día siguiente cuando tomaron un vehículo hacia el aeropuerto, entraron a la sala de espera y regresaron a Bogotá la noche del 6 de diciembre de 2017.

Días después los mismos espías colombianos, a través de la infiltración del foto-periodista colaborador, fotografiaron y perfilaron a distintas personalidades que asistieron a la despedida de funcionarios de la embajada en el Museo del Chicó, en el norte de Bogotá. En las fotografías resaltadas en los informes de inteligencia quedaron reseñados quien asumía como el nuevo segundo jefe de la misión cubana en Colombia, Omar García Lazo, y el agregado político Joel Marrero Enríquez. Además, los espías resaltaron en sus informes la presencia en el evento del periodista Enrique Santos Calderón, hermano del presidente Juan Manuel Santos, quien estaba en ejercicio y acababa de firmar el Acuerdo de Paz con las FARC-EP que se negoció en La Habana con el apoyo decidido del gobierno cubano. “Posible agente de inteligencia de Cuba Joel Marrero Enríquez, periodista y escritor colombiano Enrique Santos Calderón”, dice debajo de la foto en la que aparecen abrazados y sonrientes.

En enero de 2018 continuó la infiltración a los eventos sociales de los diplomáticos cubanos. Los agentes se infiltraron en la conmemoración del natalicio de José Martí que se realizó en el salón de la Junta de Acción Comunal del barrio Policarpa, en el sur de Bogotá. La cita fue aprovechada por los agentes para continuar persiguiendo y perfilando al embajador Ponce, a su personal de seguridad, a José Manuel Chorot Arkins —representante comercial de la empresa Cubana de Aviación— y al ya mencionado Joel Marrero Enríquez. Como se puede ver en las imágenes, no solo los diplomáticos fueron fotografiados con cámaras de lentes largos, sino también fueron registrados los seriales de las placas de sus vehículos.

Para abril del 2018 el organismo de inteligencia ya tenía el mapa completo de los contactos con los que conversaba Marrero en plena implementación del Acuerdo de Paz con las FARC-EP y el desarrollo de los diálogos con el ELN en Cuba. El mapa que mostramos en este reportaje refleja el nivel de espionaje, persecución y perfilamiento que le realizó el organismo de inteligencia militar en conjunto con la Dirección de Nacional de Inteligencia (DNI), dependencia de la Presidencia de la República. El celular de Marrero venía siendo interceptado desde el 23 de febrero de 2017, muchas veces apodado despectivamente, en los informes y análisis de los agentes, como “marrano”.

Según el organigrama, los espías colombianos escucharon cientos de conversaciones que sostuvo Marrero con diferentes personalidades de la política colombiana, periodistas de Prensa Latina que son acusados de espías), Joshua Goodman (periodista americano de la Associated Press), líderes sociales y hasta el director de la DNI, almirante Álvaro Echandía Durán. La propia DNI hizo parte de esta operación escuchando las llamadas entre Marrero y Echandía y otras 62 llamadas que efectuó ese día el militar aún siendo el jefe máximo de quienes lo espiaban.

En ese organigrama de las llamadas interceptadas también aparecen, con sus números de celular, el embajador José Luis Ponce; el vicecónsul Kendry Sosa; el senador Iván Cepeda; la líder social y actual senadora de izquierda, Gloria Flórez; el secretario general del Partido Comunista Colombiano, Jaime Castro Turriago; el abogado de la exguerrilla de las FARC-EP, Diego Martínez; el foto periodista Gerald Bermúdez y hasta el fallecido periodista Carlos Lozano Guillén, director del Semanario Voz, además de otros líderes sociales de Colombia y Cuba y miembros del Comité de Solidaridad.

Marrero se convirtió para el organismo de inteligencia en un objetivo constante al que lograron infiltrar a través de equipos sofisticados para vulnerar sus comunicaciones privadas. A finales de 2018, entre noviembre y diciembre, la red de internet de su apartamento fue penetrada desde una antena ubicada en una camioneta de vidrios polarizados estacionada en un parqueadero contiguo. Desde ahí los espías colombianos enviaban la señal al Sitio de Operaciones Avanzadas (SOA), ubicado en un apartamento que arrendaron por 2.900.000 pesos mensuales sobre la calle 94 con carrera 18, a pocas cuadras del apartamento del diplomático.

Fueron interceptados cuatro celulares y una computadora pertenecientes a Marrero y a su esposa Giselle Cuadra Denis. Los seguimientos minuciosos y constantes se repitieron en mayo y diciembre de 2019, como quedó registrado en uno de los reportes en los que también se describe el modus operandi de los espías colombianos: “Se realizó comparación de los Handshake [tecnología que permite extraer las claves de un computador ajeno) obtenidos en el mes de diciembre 2018 y el del mes de mayo 2019, pero se identifica que han cambiado, lo que indica que la contraseña de acceso a la red wifi de Joel Marero [sic] cambió a la fecha, por tal motivo es necesario descifrar lo antes posible el Handshake actual para obtener el acceso a la red”.

A pesar de la capacidad de infiltración y penetración que lograron los espías colombianos por más de cinco años, los informes no reportan hechos que pongan a Marrero en evidencia como el espía que presumieron. Además, nunca existió una orden judicial para realizar esta vulneración a la intimidad del diplomático.

En las carpetas del objetivo “Charlie” hay documentos en inglés que dicen “SECRET/REL TO USA, COLOMBIA” y que según la fuente que entregó la información a la revista RAYA provienen de agentes de inteligencia estadounidenses. “Nuestro servicio realizó una investigación sobre las personas que se enumeran a continuación que actualmente están asignadas a la Embajada cubana en Bogotá en un esfuerzo por identificar objetivos de interés, específicamente aquellos con vínculos con la inteligencia cubana. Aparte de Marrero y Sosa, nuestra investigación inicial sugiere que el segundo secretario Rolando Ruiz Abrahantes y Guillermo Francisco Trevejo Pérez pueden estar asociados de alguna manera con la Dirección de Inteligencia (DI) de Cuba”, señala el documento en inglés.

El embajador Ponce no es mencionado en los reportes americanos. En cambio, sobre José Manuel Chorot Arkins, representante comercial de Cubana de Aviación, se dice que lo único que encontraron fueron los reportes de dos viajes entre La Habana y Panamá en 2008 y 2009.

Con estos documentos lo que está claro es que los agentes de Estados Unidos también estaban muy interesados en obtener información sobre los diplomáticos cubanos en Colombia. “Agradecemos cualquier información adicional que su servicio pueda proporcionar y estamos listos para realizar investigaciones adicionales. Agradecemos el enfoque de su servicio en la presencia cubana y esperamos continuar la cooperación contra este objetivo difícil”, señala el reporte en inglés.

A pesar de los perfilamientos y seguimientos los agentes colombianos no consiguieron pruebas que demostraran que Cuba estuviera haciendo operaciones de espionaje. Por el contrario, los informes sugieren, a través del lenguaje de la Guerra Fría, que las razones para continuar con el espionaje a los diplomáticos cubanos son políticas. Por ejemplo, se tildaba como algo peligroso para la estabilidad de Colombia y América Latina la divulgación del comunismo y las organizaciones sociales fueron señaladas de ser adoctrinadoras de lo que denominaron “ideología castrista”. Esto, a pesar de que la Ley de Inteligencia 1621 de 2013 prohíbe realizar inteligencia por “razones de género, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica, pertenencia a una organización sindical, social o de derechos humanos, o para promover los intereses de cualquier partido o movimiento político o afectar los derechos y garantías de los partidos políticos de oposición”.

Después de cinco años del inicio de las operaciones contra el objetivo “Charlie” fue expulsado, sin explicaciones concretas por parte de la Cancillería de Colombia, Omar García Lazo, segundo jefe de la misión cubana. En mayo de 2021, la Cancillería declaró a Lazo persona non grata porque supuestamente "estaba desarrollando en el país actividades incompatibles con lo previsto en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas", incluso, fue presentado en los medios de comunicación como un espía cubano. Sin embargo, en los más de mil archivos obtenidos por la revista RAYA no aparecen pruebas que indiquen que Lazo hubiese estado desarrollando actividades ilegales en territorio colombiano. De hecho, no existe una orden judicial que amparara el espionaje minucioso a él y a su familia . 

“Se tuvo acceso a un evento realizado el día 11 de julio de 2019 en las instalaciones de la Universidad Nacional de Colombia ubicada en Bogotá, en el cual participó Omar Rafael García Lazo, presunto agente de inteligencia cubano, quien se desempeña como segundo jefe de la Misión diplomática de Cuba en Colombia y a su vez es encargado de direccionar la red de apoyo a la inteligencia externa en Colombia. Durante el evento se pudo observar que citado sujeto fue el encargado de direccionar el evento y en el cual difamó sobre la presencia de la misión de Estados Unidos en Colombia”, señala uno de los documentos en que lo perfilan.

Infiltración en La Habana

El organismo de inteligencia tenía claro que perseguía a líderes de organizaciones sociales y políticas de Colombia y Cuba, pero fue legitimando su accionar bajo el supuesto de que se estaba conformando una red transnacional que pretendía atacar la vigencia del régimen democrático colombiano a través de la promoción de “la libre autodeterminación de los pueblos y de la promoción de la ideología de la revolución”. Así quedó registrado en la operación “Apolo”, una estrategia de infiltración internacional que se planeó el 14 de septiembre de 2017 y consistía en el desplazamiento de una fuente humana al Campamento Internacional “Julio Antonio Mella” (CIJAM), ubicado en el municipio de Caimito, a 45 kilómetros de La Habana. Su objetivo: “participar y obtener información del evento denominado “XXIV edición de la Brigada Latinoamericana del Caribe” liderado y coordinado por integrantes del Instituto Cubano de Amistades con los Pueblos (ICAP)”, señala el documento.

Por fallas logísticas esa operación no fue completada porque la fuente humana no consiguió cupo para viajar a La Habana. En todo caso, el organismo de inteligencia ordenó perfilar y vulnerar las comunicaciones del encargado de convocar al personal que viajaba y líder de esa brigada: Isaías Garzón, presidente del Sindicato de Empleados y Trabajadores del Distrito de Bogotá (Sintradistritales). “Ejecutar una operación especializada de contrainteligencia con el fin de efectuar penetración electrónica de comunicaciones al sujeto Isaías Garzón presidente de Sintradistritales e integrante de las Organizaciones de Solidaridad con Cuba en Bogotá D.C”. En ese documento quedó claro que se realizarían todas las gestiones para participar en una próxima brigada.

Dos años después, meses antes de que se desarrollara la XXVI Brigada Latinoamericana y Caribeña de Trabajo Voluntario y Solidaridad con Cuba, un agente infiltrado de Colombia logró regalarle un celular de alta gama con un software espía incorporado a la coordinadora del ICAP en Estados Unidos, cuya identidad nos abstenemos de revelar para proteger su intimidad. Como aparece en varios documentos y carpetas del objetivo “Charlie” o Cuba, el celular estaba siendo controlado por el organismo de inteligencia desde Colombia a tal punto que extrajeron toda la información sin contar con una orden judicial ni razones que indicaran que la cubana hubiese cometido un delito. Incluso las fotos que la coordinadora se tomó a sí misma desnuda fueron fisgoneadas y almacenadas por los espías colombianos en la carpeta del objetivo.

Del teléfono de la coordinadora también consiguieron un listado con todos los nombres de las personas que viajaron a esa brigada, provenientes de América Latina, el Caribe, Estados Unidos y hasta de Corea del Sur y de Ghana, según las bandera junto a las fotos de las personas que aparecen en los informes. “El anterior listado de abonados telefónicos cobra gran importancia teniendo en cuenta que podría permitir identificar a ciudadanos de diferentes nacionalidades que pueden ser los encargados de mantener relaciones económicas y políticas con el régimen cubano y el régimen venezolano. De igual manera, estos ciudadanos son los encargados de diseminar ideología anti norteamericana en sus respectivos países”, dice el reporte de inteligencia.

Incluso, el control del celular de la mencionada coordinadora del ICAP les permitió a los espías colombianos saber la ubicación de la silla en que ella se sentó el 13 de noviembre de 2019, en La Habana, cuando asistió a un evento realizado en las instalaciones de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) en la que estuvo presente el presidente Miguel Díaz Canel: “Citada ciudadana fue ubicada dentro de los invitados especiales con una proximidad de privilegio al presidente de Cuba Miguel Díaz Canel, exactamente en una hilera anterior a la del presidente”, advierte el informe de los agentes colombianos. 

Incluso, el control del celular de la mencionada coordinadora del ICAP les permitió a los espías colombianos saber la ubicación de la silla en que ella se sentó el 13 de noviembre de 2019, en La Habana, cuando asistió a un evento realizado en las instalaciones de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) en la que estuvo presente el presidente Miguel Díaz Canel: “Citada ciudadana fue ubicada dentro de los invitados especiales con una proximidad de privilegio al presidente de Cuba Miguel Díaz Canel, exactamente en una hilera anterior a la del presidente”, advierte el informe de los agentes colombianos. 

El 19 de noviembre de 2019, el expresidente Álvaro Uribe emitió una declaración diciendo que las protestas en Colombia y otros países del continente hacían parte de una estrategia del Foro de Sao Paulo “que intenta desestabilizar a las democracias de América Latina”. Lo propio hizo el presidente derechista de Brasil, Jair Bolsonaro.  

Un año más tarde, el organismo de inteligencia colombiano emitió un documento para reforzar esa idea y alistarse para las protestas de 2021 que ya estaban anunciadas. Este documento se tituló: “Estrategia de desestabilización y apoyo al gobierno colombiano, reducción de impactos en manifestaciones años 2021 y 2022”.   

Los documentos completos a los que tuvo acceso la revista RAYA, y especialmente el mencionado documento “Estrategia de desestabilización”, dejan ver que se trataba de un plan de los organismos de inteligencia estatales contra la protesta social en el que vinculaban a la izquierda colombiana y al país sede y garante de los procesos de paz con las FARC-EP y el ELN. Así quedó consignado en el párrafo de instrucciones en el que queda explícita una orden peligrosa: “resaltar la relación de la Embajada cubana con miembros del ELN y establecer una matriz de opinión que indique que las manifestaciones violentas fueron coordinadas y desarrolladas por las casas de solidaridad con Cuba y el ALBA”.

Ese documento de guerra sucia fue elaborado el 5 de octubre de 2020 y dice que la inteligencia colombiana ya tenía información exacta de la ubicación del tercer comandante del frente de guerra Occidental del ELN, Andrés Vanegas Londoño, alias “Uriel”, quien en efecto, veinte días después murió en un bombardeo en una zona selvática del Chocó durante la llamada operación “Odín”. Las autoridades informaron del hallazgo de varios computadores y memorias portables al allanar el campamento donde cayó alias “Uriel”.

En el documento los agentes de inteligencia confesaron un delito: “A continuación se establece una muestra de los archivos que fueron sembrados en los computadores del terrorista Andrés Vanegas Londoño, alias “Uriel”. Estos serán enviados a la Fiscalía e Interpol para evaluación, con el fin de que sean vinculados de manera directa los ciudadanos colombianos que apoyan las casas de solidaridad con Cuba y ciudadanos cubanos que promueven el turismo por intermedio del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP)”.

Tres meses más tarde, el 16 de enero de 2021, la revista Semana publicó una articulo de portada titulado “Cuba: el Dossier secreto” en el que afirmaban tener un documento de inteligencia que mantuvieron en reserva. “Documento oficial de las agencias del Estado, que está en el despacho presidencial y la cancillería, dice que el MCSC (Movimiento Colombiano de Solidaridad con Cuba) desarrollaría labores de “adoctrinamiento, reclutamiento de jóvenes”, aseguró la revista. A renglón seguido agregó: “Cuba ejecuta una estrategia de injerencia en Colombia a través de la orientación de cubanos con cobertura diplomática en organizaciones sociales solidarias, la infiltración de programas de cooperación con autoridades locales y su financiación por medio del ELN”.

De hecho, cuatro meses más tarde el presidente Iván Duque, en una autoentrevista en inglés elaborada por su propio equipo de prensa, dijo en relación con las protesas que “claramente se puede ver la influencia de gobiernos extranjeros que quieren desestabilizar a Colombia”.  

En el documento del 5 de octubre de 2020 ya había quedado claro el plan. Según los documentos del organismo de inteligencia colombiano este buscaba un propósito geopolítico tras el golpe dado a la guerrilla del ELN con la muerte de alias “Uriel”. “Posterior a las elecciones (de Estados Unidos) se adelantará la presentación de pruebas al Departamento de Estado. En caso de que el resultado de las elecciones no sea beneficioso se debe establecer una nueva estrategia de acercamiento con el nuevo gobierno, que puede tardar hasta tres meses”.

Para nadie es un secreto que el gobierno de Duque y su partido Centro Democrático, como nunca antes había sucedido, interfirieron en la campaña presidencial estadounidense de 2020 en favor del republicano Donald Trump. Esta interferencia indebida en los asuntos internos de otro país generó traumáticos episodios y dificultades para estabilizar las relaciones binacionales tras el triunfo en las urnas del demócrata Joe Biden, quien durante la campaña supo de la propaganda sucia que lo acusó de castrochavista principalmente en el estado de la Florida —uno de los llamados estados oscilantes, claves para ganar las elecciones presidenciales y donde se asientan la mayoría de latinos con derecho al voto de origen cubano, venezolano y colombiano.    

No hay que olvidar que, cinco días antes de la “exclusiva” de la revista Semana, el 11 de enero de 2021, antes de abandonar la Casa Blanca, Trump, valiéndose de la vieja política del enemigo interno y de las “pruebas” que había aportado Colombia, volvió a declarar a Cuba como uno de los países del mundo que patrocinan el terrorismo.