La multifacética crisis del sistema-mundo: una mirada crítico-prospectiva a su impacto en Nuestra América

Jun 04, 2015

LA MULTIFACÉTICA CRISIS DEL SISTEMA-MUNDO: UNA MIRADA CRÍTICO-PROSPECTIVA A SU IMPACTO EN NUESTRA AMÉRICA

1.- Diríase que es un lugar común en el pensamiento de la izquierda social, política e intelectual de diferentes partes del mundo, el reconocimiento de que las superpuestas crisis que caracterizan al cada vez más globalizado sistema capitalista mundial, tendrán un impactodevastador en el históricamente desigual y distorsionado desarrollo económico, social, cultural, sostenido y sustentable de nuestros diferentes países.

2.- Si consideramos que, a partir del 2008, el epicentro de esas crisis –definidas como periódicas o cíclicas por los clásicos y otros pensadores marxistas y no marxistas– se ha localizado en los estados integrantes de la llamada “tríada del poder mundial” –Estados Unidos (EEUU), Japón y la Unión Europea (UE)–, comprenderemos que tales impactos han sido y serán particularmente severos en aquellos países subdesarrollados, periféricos o semiperiféricos de África, Asía, América Latina y el Caribe, así como del Sur y el Este de Europa, estructuralmente dependientes de las potencias imperialistas.

3.- Sin negar los crecimientos que en los años más recientes se han producido en los indicadores económico-sociales de determinados países latinoamericanos y caribeños, ni los avances conseguidos en la eliminación de ciertas secuelas políticas, económicas, sociales e ideológico-culturales de las contrarrevoluciones y las contrarreformas neoliberales, esas crisis del sistema capitalista-mundo también tendrán repercusiones negativas en los diferentes procesos de cambios favorables a los intereses nacionales y populares que, con diversos horizontes programáticos, se han desplegado en varios países de América Latina y el Caribe desde finales del siglo XX hasta la actualidad. De igual manera, en los esfuerzos que se vienen realizando para actualizar el modelo de la transición socialista cubana, en medio de las enormes dificultades derivadas del criminal bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos, que continúa esencialmente intacto, así como de otras agresiones contra el pueblo cubano.

4.- Los distintos desenlaces de estos y otros procesos –que pueden ser catalogados como nacionales por su forma, pero continentales y globales por su proyección externa–, también influirán en la evolución de los promisorios proyectos de concertación política, cooperación eintegración económica, impulsados en el decenio más reciente por diversos gobiernos latinoamericanos y caribeños, como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América- Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR), y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

5.- De lo antes dicho, y de otros aspectos que veremos posteriormente, se infiere la importancia que tiene para la elaboración de las estrategias y las tácticas de los movimientos sociales y políticos de raigambre popular, así como para los gobiernos revolucionarios, reformadores o reformistas instalados en América Latina y el Caribe, el análisis crítico-prospectivo de la evolución de las crisis del sistema capitalista mundial y de los diferentes procesos que tienen lugar en el sistema internacional y, específicamente, en el subsistema interamericano.

Igualmente, el esclarecimiento de las diversas estratagemas contrarrevolucionarias que en el futuro previsible emprenderán los gobiernos permanente y temporales de los Estados Unidos, ya seade manera unilateral o concertada con sus aliados de diversas partes del mundo, con vistas a tratar de recomponer y prolongar durante el presente siglo su dominación global, especialmente sobre el Sur político del continente americano.

6.- Para contribuir a la elaboración de este tipo de análisis, y contando con el decisivo apoyo del Partido del Trabajo (PT) de México, nos reunimos en la capital de este país, durante los días 9, 10 y 11 de marzo del presente año, una veintena de intelectuales nacidos o actualmente residentes en países de América Latina y el Caribe. Nuestro objetivo primordial fue identificar y sintetizar los escenarios más probables en los que se desarrollarán las luchas de nuestros pueblos y naciones en el futuro relativamente cercano, así como de algunos gobiernos latinoamericanos y caribeños. Luchas orientadas, en lo fundamental, a defender los derechos de la Madre Tierra (Pachamama); garantizar la satisfacción de los derechos humanos individuales y colectivos para todas y todos los habitantes de nuestro continente; distribuir equitativamente las riquezas; edificar democracias étnica, social y culturalmente participativas y representativas; defender la independencia y la soberanía nacional-popular y la autodeterminación de los pueblos; y convertir en realidad los sueños de las y los próceres y mártires queofrendaron sus vidas y su inteligencia durante las heroicas y aún inconclusas luchas por alcanzar las que José Martí llamó “primera” y “segunda” independencias de Nuestra América y, en particular, de El Libertador Simón Bolívar, quien escribió, tan temprano como en 1815: “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria.”

7.- La importancia de significar y analizar tales escenarios está dada por la complejidad de la situación actual, por la necesidad de conjugar la praxis con la elaboración y sistematización de un pensamiento crítico y descolonizado, que enriquezca la teoría revolucionaria precedente, y porque en algunos estados nacionales y plurinacionales de América Latina y el Caribe se vienen construyendo esperanzadoras alternativas al capitalismo subdesarrollado y dependiente aún instaurado en esta zona del mundo. Tal concurrencia de realidades ha convertido a Nuestra América en un campo de batalla en el que se enfrentan los diversos proyectos emancipatorios de los pueblos, de las naciones y de algunos gobiernos, con las pretensiones de los representantes de los sectores hegemónicos de las clases dominantes de revertir los avances que se han obtenido, así como de reinsertar a sus respectivos países de manera subordinada en el “nuevo” orden panamericano y mundial, impulsado por las principales potencias imperialistas y, en especial, por Estados Unidos.

8.- En ese contexto, nuestras reflexiones fueron estimuladas por la ola de repudio que suscitó, sobre todo en América Latina y el Caribe, la orden presidencial emitida por Barack Obama el 9 de marzo del presente año, en la que proclamó que la República Bolivariana de Venezuela constituía una “amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos”. De igual modo, fueron consideradas las repercusiones que esa injuria tuvo y tendrá en las negociaciones que se están desarrollando con vistas al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos. Asimismo, las denuncias que se han formulado acerca de los acuerdos firmados entre los gobiernos de Barack Obama yOllanta Humala, que posibilitarán el despliegue en territorio peruano de 3 500 militares estadounidenses antes de septiembre del presente año. Estos, al igual que otros pactos militares sobre “seguridad regional” existentes entre los gobiernos de EEUU y Colombia, constituyen una amenaza para otros estados suramericanos, en especial para el Estado Plurinacional de Bolivia y para la República de Ecuador.

9.- A lo antes dicho habría que agregar las calificadas informaciones que recibimos de las y los prestigiosos intelectuales mexicanos participantes en nuestras deliberaciones, acerca de la impunidad que rodea las masivas y sistemáticas violaciones a los más elementales derechos humanos que se producen en su país, incluida la sistemática utilización de torturas y las ejecuciones extrajudiciales perpetradas por los órganos represivos del Estado. En particular, se analizó la desaparición forzada de miles de personas en diferentes puntos de su territorio. Estas prácticas –evidenciadas en el caso de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa— constituyen una de las tantas expresiones de la “represión preventiva” desatada contra las comunidades, los pueblos originarios y los diversos movimientos sociales y políticos que luchan de manera descentralizada, generalmente descoordinada, contra las terribles consecuencias políticas, económico-sociales, ecológico-ambientales y culturales que han tenido las contrarreformas neoliberales emprendidas por sucesivos gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido de Acción Nacional (PAN), desde la entrada en vigor, en 1994, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

10.- Las desnacionalizaciones, privatizaciones y subordinaciones a los intereses geopolíticos y geoeconómicos de los grupos dominantes estadounidenses, provocadas por este Tratado, fueron ampliadas mediante los inconstitucionales acuerdos adoptados por los sucesivos mandatarios de Canadá, Estados Unidos y México en los marcos de la Alianza para la Prosperidad y la Seguridad de América del Norte (ASPAN). También durante la implementación de la multimillonaria Iniciativa Mérida, elaborada por el Pentágono y aceptada por los dos últimos mandatarios mexicanos, con vistas a emprender la cruenta y cada vez más militarizada “guerra” contra el narcotráfico y el crimen transnacional organizado. La profunda y traumática crisis humanitaria provocada por esa ineficaz contienda, se corroboró durante el pasado año. Según las cifras disponibles, en el 2014 se reportaron 14 413 muertes violentas, 1 332 secuestros y más de 5 000 desapariciones forzadas.

La mayoría de estos hechos no han sido esclarecidos por los organismos estatales competentes. En el crimen de Estado y lesa humanidad de Iguala, por ejemplo, se condensó en unas horas de barbarie toda la violencia estructural y de Estado que ha padecido México durante más de una década, y que ha resultado en más de 120.000 muertos, en su mayoría jóvenes y pobres, al menos 30.000 desaparecidos, así como medio millón de desplazados internos y hacia otros países.

11.- En resumen, el TLC ha desarticulado las cadenas productivas nacionales e insertado fragmentariamente las actividades económicas en las cadenas globales del capital transnacional, muchas veces con las maquilas y ensambladoras –donde las condiciones laborales son sumamenteprecarias–, como último eslabón productivo. La economía criminal se diversifica, avanza y penetra diversos niveles del gobierno, llegando a representar en la actualidad entre el ocho y diez por ciento del PIB de México.

12.- Luego de analizar el significado de México y de otros países y acontecimientos en la coyuntura actual y venidera, los resultados preliminares de nuestras reflexiones fueron presentados ante las y los representantes de los 132 partidos políticos de 40 países que asistieron al XIX Seminario Internacional “Los partidos y una nueva sociedad”, organizado por el PT en México, DF, entre el 12 y el 14 de marzo de 2015. También fueron consultados a intelectuales de varios países latinoamericanos y caribeños, quienes, a pesar de haber sido invitadas e invitados al evento, no pudieron participar en nuestras deliberaciones. Asimismo, fueron sometidos al criterio de varios dirigentes de partidos o frentes políticos de diferentes países de América Latina y, en menor medida, del Caribe. Después de estudiar e incorporar las opiniones recibidas hasta el 25 de marzo de 2015, llegamos a las conclusiones que seguidamente exponemos:

CRISIS DEL CAPITALISMO Y GEOPOLÍTICA DEL MUNDO MULTIPOLAR

13.- Con independencia de los moderados indicadores de crecimiento económico que en los meses más recientes se han venido registrando en algunos países capitalistas, y en particular en EEUU, en el futuro previsible se profundizarán las crisis financiera, económica, energética, alimentaria, ecológica, ambiental, ética, social, ideológica, cultural, en definitiva, política y civilizatoria, que caracteriza al sistema capitalista mundial desde hace varios lustros. Ello es así porque, como afirmó en 1999 el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, esesistema “es insostenible, porque se sustenta sobre leyes ciegas, caóticas, ruinosas y destructivas de la sociedad y la naturaleza.”

14.- El efecto de esas “leyes ciegas y caóticas” agudizará las contradicciones que siempre han existido entre el carácter cada vez más social de la producción y la apropiación cada vez más privada de los excedentes creados por las y los trabajadores, al igual que de los principalesrecursos naturales, renovables y no renovables, y de los bienes comunes existentes en nuestro planeta, como sería el caso del agua, la tierra, los recursos forestales y la biodiversidad. Esas contradicciones seguirán manifestándose en las recurrentes crisis periódicas y cíclicas de superproducción (o de subconsumo) que siempre han caracterizado el funcionamiento del sistema capitalista y, concomitantemente, los mercados internos e internacionales. También en la depredación y contaminación de la naturaleza, con sus consiguientes efectos negativos en el medio ambiente, la biosfera y la sociedad. Esto provocará diversos fenómenos naturales cada vez más severos y destructivos, en particular los vinculados al cambio climático producido por las constantes emisiones de los gases de efecto invernadero. Las negociaciones que se desarrollarán para contener la emisión de estos gases, no tendrán los resultados que se requieren, a causa del abandono del principio de “responsabilidad compartida, pero diferenciada”, propugnado por buena parte de los gobiernos de África, Asia, América Latina y el Caribe, en 1992.

15.- Mucho menos porque el agotamiento de los principales yacimientos de petróleo, impulsará el empleo, por parte de las más poderosas empresas transnacionales y multinacionales, de tecnologías ecológicamente peligrosas y altamente contaminantes, como la denominada “fractura hidráulica” o fracking. De igual manera, estimulará la creciente extracción de los combustibles fósiles existentes en las arenas bituminosas y en las profundidades de los mares y océanos. A corto y mediano plazo, el incremento de la cada vez más costosa explotación de esos yacimientos, el creciente empleo de nuevas fuentes renovables de energía (como los agrocombustibles) y la ralentización de los ritmos de crecimiento de la economía mundial, provocarán una crisis de sobreproducción de petróleo y gas. No desaparecerán los conflictos internacionales y regionales

vinculados al control de estos y otros recursos naturales, lo que sería aplicable también a las cada vez más escasas fuentes de agua potable y, en general, a la posesión y dominio de otros bienes comunes de carácter estratégico. La minería a cielo abierto, practicada por las grandesempresas multinacionales y transnacionales, en especial las que tienen sus casas matrices en Canadá y EEUU, además de contar con la anuencia de no pocos gobiernos, representa un perjuicio incalculable para el deterioro y la contaminación de las propias fuentes de agua y de la existencia de otros bienes comunes e, incluso, del patrimonio natural y cultural de los pueblos.

16.- Paralelamente, a causa de las diversas asimetrías y contradicciones que caracterizarán al sistema internacional de estados-mundo, así como por la incapacidad que seguirán demostrando los principales organismos internacionales –en particular, la Organización de Naciones Unidas y su antidemocrático y cada vez menos representativo Consejo de Seguridad—, se continuará debilitando la búsqueda de soluciones multilaterales a los principales problemas de la agenda internacional y, específicamente, a aquellos que, por su carácter supranacional, perjudican y perjudicarán a la Humanidad. En tal sentido, estarían los vinculados a la interrelación que siempre ha existido entre la paz y la seguridad internacional con la solución de los problemas económicos, sociales, políticos, demográficos y ecológicos que, como es de suponer, continuarán incidiendo en buena parte de los estados del mundo y, aún más crudamente, en los territorios coloniales que todavía subsisten. Esos y otros graves problemas que asolan a las sociedades contemporáneas, acentuarán el círculo vicioso existente entre el constante crecimiento de la población mundial (especialmente en África y Asia), la pobreza y el creciente deterioro del medio ambiente. A consecuencia de este sinsentido y de los intentos de las principales potencias imperialistas de mantener su poder global, se producirán nuevos conflictos internacionales, los que provocarán la intensificación de la carrera armamentista y el consiguiente incremento de los gastos militares.

Mucho más si no olvidamos la práctica de los círculos de poder estadounidenses y de sus principales aliados, de mantener su dominio global mediante la amenaza de recurrir al uso de la fuerza asiduamente.

17.- En tal contexto, el actual gobierno norteamericano, así como el que resulte electo en los comicios presidenciales de noviembre de 2016, y sus principales aliados europeos, continuarán buscando “soluciones” militares a los conflictos que actualmente se están desarrollando en el Medio Oriente. Muy propias de estas soluciones de fuerza, serán las violaciones a la soberanía nacional de diferentes países con el pretexto de exterminar al llamado Estado Islámico y, como parte esencial de los superobjetivos imperiales, derrocar al actual gobierno de la RepúblicaÁrabe Siria. Aún más porque, a pesar de las contradicciones existentes entre la administración de Barack Obama y el actual gobierno israelí, los grupos dominantes en los Estados Unidos continuarán respaldando a la coalición de diversas fuerzas políticas sionistas que seguirácontrolando a Israel. Esto se expresará en su apoyo o en su silencio cómplice ante los nuevos ataques contra el pueblo palestino, y en diversas acciones dirigidas a evitar el reconocimiento internacional del Estado que lo representaría.

Por otra parte, las negociaciones entre los actuales gobiernos de EEUU y de la República Islámica de Irán, no impedirán las agresiones contraesta última, provenientes del gobierno sionista y de otros aliados estadounidenses (como la monarquía saudita) en esa estratégica región.

18.- Paralelamente, a pesar de las contradicciones que recientemente se han expresado entre los gobiernos de Estados Unidos, Alemania y Francia con relación a la situación creada en el sureste de Ucrania, persistirán las acciones de la Alianza del Atlántico Norte (OTAN), dirigidas a fortalecer su cerco militar contra la Federación de Rusia. Ello generará nuevos conflictos con el actual o el futuro gobierno de esa federación, en tanto el Kremlin continuará trabajando por fortalecer sus diversas alianzas orientadas a preservar sus tradicionales esferas de influenciaen Europa Oriental y en Asia Central. Asimismo, como se verá más adelante, dedicará todo su empeño a fortalecer y consolidar la alianza estratégica con la República Popular China en diferentes campos, al igual que con los gobiernos de otros estados asiáticos y centroasiáticos integrantes del denominado Grupo de Shanghái.

19.- Para tratar de contrarrestar el impacto negativo que estas alianzas tendrán en sus pretensiones de mantener la supremacía en el sistema internacional, la actual administración estadounidense y la que se instale el 20 de enero de 2017, de consuno con sus principales aliadosasiáticos, continuará desplegando diversas acciones dirigidas a contener la creciente influencia económica y política de la República Popular China. Con tal fin, el Pentágono seguirá concentrando sus fuerzas militares en la región Asia-Pacífico. Al mismo tiempo, el actual y elfuturo gobierno estadounidense proseguirán las negociaciones dirigidas a institucionalizar la denominada Alianza Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) orientada a crear una vasta zona de libre comercio e inversiones entre los estados signatarios de la misma. Tres de los cuatropaíses latinoamericanos integrantes de la Alianza para el Pacífico (México, Perú y Chile), formarán parte de la nueva asociación.

20.- A ello se agregará el Tratado Trasatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP) que, con los mismos fines, seguirán negociando los actuales y futuros gobiernos de EEUU y de los estados integrantes de la Unión Europea. Cualesquiera que sean los resultados de estas negociaciones, se mantendrá la aguda competencia entre las principales empresas transnacionales y multinacionales que tienen sus casas matrices en los estados integrantes de la “triada del poder mundial”. Del mismo modo, continuarán las intrincadas y a veces simultáneas relaciones de cooperación, competencia y conflictos que se producen entre sus gobiernos, al igual que entre estos y los de las potencias emergentes integrantes del Grupo BRICS.

21.- Los gobiernos de los cinco estados que actualmente conforman el Grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, República Popular China y Sudáfrica), continuarán emprendiendo diversas acciones orientadas a incrementar su cohesión interna y profundizar en su institucionalidad flexible; fortalecer diversos foros de gobernabilidad global; modificar la actual arquitectura financiera internacional; menoscabar la supremacía del dólar estadounidense en las transacciones internacionales, al igual que fortalecer sus concertaciones políticas frente a los diversos problemas que actualmente perturban las relaciones políticas y económicas. Igualmente, a ampliar sus interacciones con otros países u organismos regionales que agrupan a los estados del Sur político del mundo. Sin proponérselo, esto generará mayores espacios de confrontación con los intereses hegemónicos de EEUU y sus aliados. Todo eso –y los serios problemas que seguirán aquejando a la economía y la sociedad estadounidense, al igual que a la japonesa y la de varios estados europeos— contribuirá a incrementar la influencia de los integrantes del BRICS, tanto a escala mundial como en regiones específicas, así como a la institucionalización de un sistema internacional cada vez más multipolar.

22.- En este escenario, la República Popular China aumentará su poderío mundial, enfatizará en la

ampliación de su mercado interno, incrementará su progreso científico técnico, aumentará los

gastos militares y desplegará una política exterior aún más activa. En ese orden, fortalecerá sus

relaciones estratégicas con Rusia, lo que le permitirá reducir su vulnerabilidad energética.

También emprenderá diversas acciones dirigidas a consolidar la Organización de Cooperación de

Shanghái y sus vínculos, en sentido general, con los países de Asia Central y el Pacífico.

23.- No obstante, las relaciones entre China y EEUU se caracterizarán por su interdependencia

económica y financiera, lo que condicionará la manera en que los gobiernos de ambos países

procesarán y tratarán de resolver los conflictos actualmente existentes o los que en el futuro se

presentarán entre ellos. Sin embargo, la dirección china incrementará su activismo en diversas

regiones del mundo –y en especial hacia sus países limítrofes—, procurando obtener espacios

geopolíticos que contrarresten la influencia de EEUU y Japón, ampliar sus exportaciones, así como

acceder a los eventuales recursos naturales que necesita para mantener o ampliar el ritmo de

crecimiento que continuará registrando su economía. Esta política generará contradicciones con

los países vecinos que, en algunos casos, facilitarán la influencia de EEUU en el área. Al mismo

tiempo, la República Popular China mantendrá una expansión activa con créditos e inversiones en

África, en el espacio postsoviético y en América Latina y el Caribe, lo que la convertirá en un

actor económico clave en casi todo el mundo subdesarrollado. Esto contribuirá al crecimiento

económico de varios países y patentizará, aún más, la presencia china en prácticamente todos los

ámbitos de su vida cotidiana.

24.- Por su parte, Rusia incrementará su actividad diplomática, sus gastos militares y el empleo

de los recursos energéticos como instrumentos para mantener su estatus de gran potencia y poder

enfrentar los efectos de las sanciones económicas y la mayor agresividad por parte de EEUU y de

la OTAN. El actual o futuro gobierno de la Federación de Rusia, responderá con la instalación de

nuevos sistemas de defensa, incluida la permanente actualización de su escudo antimisil, y

estrechará los nexos económicos con la República Popular China y con otros países asiáticos. Con

el objetivo de obtener los recursos necesarios para su modernización y conseguir mercados para el

gas, el petróleo y los armamentos que produce, también desplegará una ofensiva diplomática

orientada a consolidar la Unión Euroasiática, así como a aumentar su acción en el BRICS, el G-20

y en otros foros multilaterales.

25.- Adicionalmente, el gobierno de Rusia continuará emprendiendo una política proactiva dirigida

a evitar el ingreso de Ucrania a la OTAN. Con tal fin, hará valer la actual dependencia

energética tanto de este país como de otros europeos. A la par, el gobierno ruso estrechará sus

relaciones con Irán, Siria y otros países del Medio Oriente. Además, fortalecerá sus nexos

político-diplomáticos, militares y económicos, a una escala sin precedentes, con varios gobiernos

latinoamericanos, aprovechando el nivel de comprensión a su política que se aprecia en el área.

Sin embargo, mantendrá abiertas las vías de negociación en estas y otras zonas de conflicto con

EEUU y la UE.

26.- Por su parte, con vistas a defender y a sustentar la estabilidad de sus intereses nacionales

y a ejercer una mayor influencia internacional, India logrará un crecimiento estable y mantendrá

su rol protagónico en el Sur de Asia. Aunque persistirán contradicciones con algunos de los

estados miembros, el actual y los futuros gobiernos hindúes trabajarán para profundizar las

políticas comunes definidas por la Asociación para la Cooperación Regional de Asia Sur (SAARC).

Simultáneamente, mantendrán sus crecientes lazos estratégicos con EEUU para aprovechar la

influencia de esa potencia y garantizar su espacio geopolítico en la región. Con estos y otros

fines, India también estrechará su colaboración en materia de seguridad y en la lucha contra el

terrorismo con los gobiernos de la República Popular China y de la Federación de Rusia, al tiempo

que ampliará la promoción de los intereses comerciales y financieros con ambos países. En lo que

concierne a la cooperación militar y de seguridad con Moscú, ésta se incrementará notablemente.

27.- Aunque debilitado y en declive, Estados Unidos continuará siendo un actor clave del sistema

capitalista mundial. Sobre todo por su indiscutible supremacía militar y la persistencia de su

red de alianzas con la OTAN y con otros estados de la UE, al igual que con Japón, Corea del Sur,

Australia, Colombia, Chile, México y Perú, así como con otros países latinoamericanos y

caribeños; igualmente, por su peso en la creación y sostenimiento de normas en las instituciones

políticas y económicas internacionales; por el poder que conservarán sus empresas transnacionales

(45% de las primeras 500) a escala mundial; por su importante papel en la investigación y el

desarrollo científico-técnico; porque el dólar continuará siendo la divisa internacional más

utilizada en las diversas transacciones económicas, y por el predominio que conservarán sus

grandes medios de desinformación masiva y sus industrias culturales, en buena medida gracias al

creciente empleo de las tecnologías más avanzadas y al robo permanente de cerebros. Tal hegemonía

le permitirá continuar violando la privacidad de sus ciudadanos y de cualquier otra persona o

entidad en el mundo, socavando así lo poco que aún pervive de las libertades individuales y la

soberanía nacional de la mayor parte de los estados del planeta.

28.- Inevitablemente, se reducirá mucho más la relevancia de la Unión Europea en comparación con

otros centros de poder, como resultado de su acentuada dependencia energética, de los problemas

por la falta de cohesión interna, de su subordinación a EEUU, y del estancamiento y la débil

recuperación económica, cuya circunstancia contrastará aún más con el elevado y rápido

crecimiento de China y de otras economías emergentes. Sin embargo, aunque parezca contradictorio,

continuará siendo un polo de poder en la arena internacional, sobre todo desde el punto de vista

económico, y el referente cultural que tanto debe al colonialismo y a sus secuelas de

explotación, saqueo y genocidio. Mucho más porque Alemania, Francia y el Reino Unido mostrarán un

mayor protagonismo, aún más ostensible por el hondo declive del resto de los estados.

29.- A pesar de sus contradicciones, los gobiernos de los países de la Unión Europea buscarán

compensar su pérdida de jerarquía mediante las negociaciones que continuarán desarrollando con

Estados Unidos, con vistas a firmar el ya mencionado Tratado Trasatlántico para el Comercio y la

Inversión (TTIP), al tiempo que se propondrán lograr el fortalecimiento y la ampliación de la

actuales fronteras de la OTAN como una acción geopolítica orientada a consolidar su peso en la

escena mundial. En tal sentido, tratarán de ampliar su influencia en diversos países de Europa

Oriental, al igual que en el denominado “espacio postsoviético”. Con igual fin se plantearán

aprovechar las vulnerabilidades de la Federación Rusa y, taxativamente, de la República Popular

China, que seguirá muy interesada en ampliar sus vínculos con diversos estados europeos, en

particular con los ubicados en la otrora llamada “ruta de la seda”.

30.- Simultáneamente, la UE incrementará su activismo político-militar en el Norte y Sur de

África. En alianza con EEUU, y siguiendo las actuales doctrinas de la OTAN, su “modelo”

preferente de intervención militar privilegiará la guerra no convencional, caracterizada por el

despliegue rápido y flexible de sus fuerzas especiales y por su pretensión de dejar “una huella

ligera” en los países donde se produzca. Sin desconocer las amenazas reales que representan, el

terrorismo, la ciberguerra, la piratería y el tráfico ilícito de estupefacientes continuarán

siendo manipulados y utilizados como pretextos, por parte de Estados Unidos y sus aliados

europeos, para garantizar su presencia militar global y para la realización de acciones militares

punitivas en las distintas regiones del mundo.

31.- Continuará concentrándose la propiedad sobre los medios de comunicación, en cuyo ámbito se

agudizarán las tendencias a fusionarse con las megaempresas de otros sectores de la economía,

para reforzar de este modo la mercantilización de la información y garantizar el vaciamiento

cultural e ideológico, la manipulación y el consiguiente control de la sociedad. En

correspondencia con esta estrategia de dominación, se acrecentará, hasta límites insospechados,

la hegemonía de las grandes transnacionales mediáticas, lo que contribuirá a forjar visiones

colonizadas, propias de un pensamiento único, amparadas en el creciente papel de los think tanks

de orientación conservadora o neoliberal, así como de las universidades occidentales, en la

producción y difusión de los conocimientos científico-técnicos propios o ajenos, incluidos los

vinculados a las cada vez más fragmentadas ciencias sociales. Las respuestas de los estados, los

gobiernos y los diferentes sectores sociales que impulsan una cultura contra-hegemónica,

encontrarán grandes dificultades para romper el dominio sobre el sentido común de crecientes

sectores de la población, propalado por esos poderos aparatos ideológicos-culturales controlados

por las principales potencias imperialistas.

Las estratagemas contrarrevolucionarias de los gobiernos de Estados Unidos contra Nuestra América

32.- Lo expuesto hasta aquí tendrá una significativa influencia en las relaciones entre los

gobiernos permanentes y temporales de EEUU con los de América Latina y el Caribe. Con

independencia del curso que sigan las negociaciones que tienen lugar entre Cuba y los Estados

Unidos, con vistas a emprender el largo y complejo proceso orientado hacia la normalización de

las relaciones diplomáticas entre ambos países, y cualquiera que sea el resultado de los

elecciones presidenciales que se realizarán en Estados Unidos en noviembre de 2016, la maquinaria

de la política exterior, económica, de defensa y seguridad imperial, al igual que los diferentes

aparatos políticos, comunicacionales, mediáticos e ideológico-culturales que actúan en esa

potencia imperialista, continuarán desplegando multifacéticas estrategias contrarrevolucionarias

orientadas a preservar o restablecer su sistema de dominación sobre América Latina y el Caribe,

así como sobre otras zonas del mundo.

33.- Esas estratagemas –ya sean unilaterales o concertadas con sus aliados gubernamentales o no

gubernamentales de diversos países de América Latina y el Caribe, y de Canadá y las potencias

imperialistas europeas–, tendrán, como uno de sus principales objetivos desestabilizar y, allí

donde les resulte posible, derrocar a aquellos gobiernos latinoamericanos y caribeños calificados

como anti-estadounidenses. En particular, aunque no únicamente, a los que en la actualidad son

miembros plenos del ALBA-TCP.

34.- Aunque los Estados Unidos continuarán emprendiendo acciones en todos los campos posibles –

con énfasis en la subversión política-ideológica–, para tratar de “cambiar el régimen cubano” y

derrocar su Revolución; para cercar política, económica y militarmente a la Revolución

Democrática y Cultural de Bolivia; a la Revolución Ciudadana de Ecuador; a la “segunda etapa de

la Revolución Sandinista”; y para lograr la derrota electoral de los gobiernos más radicales del

Caribe Oriental, en lo inmediato sus multifacéticas acciones desestabilizadoras se concentrarán

en la República Bolivariana de Venezuela, buscando conseguir el mayor impacto desmovilizador,

tanto nacional como regionalmente.

35.- En este país, el actual gobierno estadounidense continuará respaldando política y

financieramente, y a través de sus diferentes medios de propaganda, a todas aquellas fuerzas

económicas, sociales, mediáticas y políticas, integrantes de la mal denominada Mesa de Unidad

Democrática (MUD) que, con tácticas diferentes, aunque complementarias, se propongan derrotar a

la Revolución bolivariana. Con independencia de los avances y retrocesos que consigan en sus

estratagemas, este objetivo encontrará continuidad en la administración estadounidense que

resulte electa en los comicios presidenciales de noviembre de 2016, ya que en la maquinaria de la

política exterior, económica, militar y de “seguridad imperial” de Estados Unidos, se mantendrá

el criterio de la que la derrota de esta Revolución provocaría “un efecto dominó” en los demás

gobiernos integrantes del ALBA-TCP, al tiempo que debilitaría los paradigmas de concertación

política, cooperación e integración latinoamericana y caribeña, impulsados por los gobiernos de

todos los estados miembros de esta alianza.

36.- En la percepción oficial estadounidense, la derrota de la Revolución bolivariana –-junto a

las contrarreformas que se han producido y han tenido reflejo en la Constitución mexicana y en el

incremento de la producción y exportación de petróleo y gas—, facilitaría la transformación del

continente americano en el centro energético del mundo, anticipado por el vice-presidente de los

Estados Unidos, Joe Biden, en el discurso que pronunciara en Washington en mayo de 2013. Ese

objetivo estratégico –y la eliminación de “la dependencia del petróleo venezolano” que tienen la

mayor parte de los estados centroamericanos y caribeños integrantes de PETROCARIBE— guiará en los

próximos años la Iniciativa para la Seguridad Energética del Caribe, dada a conocer por el propio

vicepresidente Biden en enero de 2015.

37.- En el caso de que la mayor parte de los gobiernos de los estados centroamericanos y

caribeños aceptaran esta iniciativa estadounidense, se agudizará la dependencia de la región a

las necesidades geoestratégicas de los Estados Unidos. Tal circunstancia se agravará por el

opresivo control que han alcanzado las empresas transnacionales norteamericanas en los

principales sectores de la economía de estas naciones, las que, supuestamente, se beneficiarían

con la entrada en vigor del Tratado de Inversión signado en mayo de 2013 por el propio Joe Biden

y el entonces presidente pro tempore de la CARICOM, Michel Martelly, así como también por la Ley

de Promoción Comercial hasta 2020, aprobada por la administración de Barack Obama. A cambio de

las “preferencias” unilaterales que esta ley le otorgará a las exportaciones caribeñas hacia

Estados Unidos, los gobiernos integrantes de la CARICOM, al igual que el de República Dominicana,

mantendrán con sus contrapartes estadounidenses diversos acuerdos en el campo de “la seguridad no

tradicional”, los que continuarán siendo financiados con los multimillonarios fondos destinados a

la Iniciativa para la Seguridad de la Cuenca del Caribe (CBSI, por sus siglas en inglés),

aprobados por el gobierno de Obama en 2009, y aún vigentes.

38.- Otro de los objetivos generales de la política estadounidense en la región, será consolidar

la integración subordinada de México, y en la misma medida fortalecer la dominación sobre todos

los estados nacionales ubicados en el istmo centroamericano y en el Caribe insular y continental,

con vistas a preservar su control sobre los recursos naturales, energéticos, y los bienes

comunes, incluidos los diversos espacios geoestratégicos existentes en el llamado Gran Caribe.

39.- Adicionalmente, el gobierno de los Estados Unidos, cualquiera que este sea, continuará

desplegando diversas estrategias dirigidas a subordinar a sus intereses geopolíticos y

geoeconómicos a los gobiernos de todos los estados nacionales del Hemisferio Occidental ubicados

en el llamado “Arco del Pacífico”. En este empeño, seguirá respaldando la ampliación y

profundización de la ya referida Alianza para el Pacífico, al igual que su articulación con el

TPP que, como fuera expuesto, continuarán negociando con los gobiernos de diferentes estados de

esa zona del mundo.

40.- Al mismo tiempo, los Estados Unidos persistirán en su conducta dirigida a contrarrestar las

amenazas planteadas a su “liderazgo” en el Hemisferio Occidental y, específicamente, en

Suramérica. La paulatina, inconclusa y aún incierta transformación de Brasil en una potencia

global, contrastará con los intereses geopolíticos, geoeconómicos y geoestratégicos

estadounidenses en las cuencas de los ríos Amazonas y de la Plata, al igual que en el Atlántico

Sur. Con tales fines, mantendrán su apoyo sibilino o su silencio cómplice a las acciones que

desarrollarán los principales sectores de la derecha brasileña con miras a desestabilizar y, si

fuera posible, derrocar al actual gobierno de ese país. Simultáneamente, tratarán de evitar la

continuidad de las políticas que califican como anti-estadounidenses o “populistas radicales”,

aplicadas por los sucesivos gobiernos del Frente para la Victoria en Argentina, desde el 2003

hasta la actualidad. En ese contexto, y cualquiera que sea el resultado de las elecciones

presidenciales que se celebrarán en Estados Unidos a finales del presente año, los grupos

dominantes en ese país y sus aliados argentinos continuarán emprendiendo diferentes cursos de

acción orientados a atenuar u obstaculizar las coincidencias entre los actuales gobiernos de

Brasil y Argentina, y a agudizar las contradicciones ya existentes, y las que en el futuro

pudieran suscitarse, con el actual gobierno del Frente Amplio uruguayo. Entre otras razones,

porque este último continuará su política dirigida a estrechar sus vínculos con Estados Unidos.

41.- El cumplimiento de los objetivos antes mencionados, al igual que el consiguiente respaldo a

los gobiernos conservadores en Paraguay, y la continuidad de las acciones dirigidas a evitar los

avances políticos que ha venido obteniendo el Frente Guasú, también perseguirán, por parte de

Estados Unidos y sus aliados en las oligarquías nacionales, impedir la reforma y ampliación del

MERCOSUR y evitar la profundización de la UNASUR. En línea con este último propósito, se

mantendrán y fortalecerán los acuerdos de “libre comercio” y los relativos a la defensa y la

“seguridad interamericana”, firmados por Estados Unidos con los actuales gobiernos de Colombia,

Chile y Perú. En el caso de Colombia, particularmente, dichos acuerdos se mantendrán cualesquiera

que sean los resultados de las negociaciones que se efectúan entre representantes del gobierno y

de las organizaciones insurgentes de ese país.

42.- De igual modo, el gobierno estadounidense continuará aplicando diversas estrategias

destinadas a dificultar la institucionalización y la profundización del acervo político y las

prácticas diplomáticas de la CELAC. Del mismo modo, aquellas que dificulten el adecuado

cumplimiento de los diferentes tratados, acuerdos y planes de acción que se aprueben en las

Cumbres de las Américas, las reuniones de sus ministros de Defensa, de Seguridad Pública y de

Justicia, de los Fiscales Generales (MISPA y REMSA, en el lenguaje de la OEA), al igual que por

parte de los principales órganos político-militares y político-jurídicos del Sistema

Interamericano; en fin, se opondrá a cualquier intento, en cualquier espacio político, que

pudiera representar un cuestionamiento, no necesariamente radical, a su proyectada hegemonía en

las Américas.

43.- La Junta Interamericana de Defensa continuará impulsando las Conferencias de Jefes de

Ejército, Marina y Aviación, así como los diversos ejercicios militares que se han venido

realizando al amparo del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), firmado por el

gobierno estadounidense y por algunos gobiernos de la región en 1947. A pesar de que varios

gobiernos latinoamericanos han anunciado su renuncia a ese vetusto tratado, tanto el Departamento

de Estado como el de Defensa de Estados Unidos continuarán defendiendo su vigencia ante supuestas

amenazas “extra continentales” que tendría que enfrentar el Hemisferio Occidental en el futuro.

44.- Con ese y otros fines, el actual y el futuro gobierno de los Estados Unidos seguirán

impulsando la reforma y “revitalización” de la OEA, plasmada en La Política de Defensa para el

Hemisferio Occidental hasta el 2023, difundida por el Pentágono en octubre de 2012 y en la Ley

que al respecto firmara el presidente Barack Obama a finales de 2013. Sobre la base de esta Ley,

y de sus sesgados enfoques sobre los derechos humanos y las libertades fundamentales contenidos

en la Carta Democrática Interamericana, en los años venideros el Departamento de Estado

emprenderá diversas acciones orientadas a la inútil aspiración de revitalizar la OEA para que

siga siendo, desde su perspectiva, el foro primordial para defender “la paz y la seguridad

interamericanas, fortalecer el cada vez más cuestionado Sistema Interamericano de Derechos

Humanos, promover y consolidar la democracia liberal y burguesa, solucionar las disputas

regionales, fomentar el crecimiento económico, la cooperación para el desarrollo y la

facilitación del comercio, así como para analizar los problemas que representan para la seguridad

interamericana las migraciones incontroladas, el tráfico ilegal de drogas y el crimen

transnacional organizado.

45.- Tomando como pretextos estas y otras amenazas (el tráfico de armas y de personas, el lavado

de dinero), la maquinaria de la política exterior de defensa y seguridad de los Estados Unidos

continuará respaldando la Iniciativa Mérida y la “guerra contra las drogas” que el actual

gobierno mexicano ha seguido promoviendo. Sobre la base de los acuerdos adoptados en la Cumbre de

América del Norte, efectuada en Toluca, México, a comienzo de 2014, y en coordinación con sus

correspondientes contrapartes mexicanas y canadienses, el gobierno estadounidense impulsará la

Iniciativa Regional para la Seguridad Centroamericana (CARSI, por sus siglas en inglés) y el

denominado Plan Biden para el Triángulo Norte Centroamericano.

46.- Asimismo, se fortalecerán todos los acuerdos vinculados con la Seguridad Regional firmados

por Estados Unidos con el actual gobierno de Colombia. Sobre tales bases y las presuntamente

exitosas experiencias acumuladas en la lucha contra la subversión, el narcotráfico y el

narcoterrorismo, y en coordinación con el Comando Sur de las fuerzas estadounidenses (SOUTHCOM,

por sus siglas en inglés), las fuerzas militares y policiales colombianas seguirán brindando

entrenamiento a miles de oficiales militares y policiales de  diferentes países de América Latina

y el Caribe, en particular de México y Centroamérica, República Dominicana, Ecuador, Perú y

Paraguay.

47.- Todas las estrategias contrarrevolucionarias de los Estados Unidos y de sus principales

aliados en el Hemisferio Occidental, encontrarán resistencia en los diversos movimientos sociales

y políticos latinoamericanos y caribeños, incluidos los que luchan por la total descolonización

del Caribe insular. En contraste con la reacciones que se producirán en los territorios

colonizados por Francia, Gran Bretaña y Holanda, en el caso de Puerto Rico la resistencia será

mayor, lo que propiciará el respaldo a la descolonización de ese archipiélago, el cual, pese a la

oposición estadounidense y de sus aliados internos, continuará expresándose tanto en los marcos

de la CELAC como en el Comité de Descolonización de la ONU, al igual que en otros foros no

gubernamentales de la región. Estimulados por la creciente resistencia del pueblo haitiano y por

la crisis de legitimidad que está afectando al gobierno de ese país, en dichos foros también

crecerá la exigencia de que sean retiradas las fuerzas de la MINUSTAH que, siguiendo un mandato

del antidemocrático Consejo de Seguridad de la ONU, mantienen ocupado a Haití desde hace más de

una década.

48.- En lo específico, el apoyo a la luchas por la independencia de Puerto Rico y de los demás

territorios sometidos a diferentes formas de dominación colonial en el Caribe, será más

consistente por parte de los gobiernos integrantes del ALBA–TCP. Este proyecto integracionista

continuará consolidándose como mecanismo de concertación política e impulsando acuerdos de

cooperación como PETROCARIBE, así como los que se han venido implementando en Haití antes y

después del terremoto de 2010.

49.- Sin embargo, se ralentizarán los diferentes acuerdos económicos existentes en el ALBA-TCP,

tales como las empresas y los proyectos gran nacionales, el Banco del ALBA y el SUCRE, así como

otros acuerdos de cooperación en el campo social, como consecuencia de la contraofensiva

plutocrática-imperialista contra los gobiernos de la República Bolivariana de Venezuela y de

otros países integrantes de la alianza. Esa contraofensiva tendrá un impacto negativo en la

CARICOM y el SICA; igualmente, le creará dificultades al proceso de reforma y ampliación del

MERCOSUR y a la profundización de UNASUR.

50.- No obstante, la CELAC continuará ampliando sus potencialidades para desempeñar un papel más

importante en la edificación del sistema multipolar que, contra la voluntad política

estadounidense, se ha venido gestando en los años más recientes, así como para convertirse en un

eficaz mecanismo de diálogo político y de cooperación económica con los actuales gobiernos de la

República Popular China, la Federación de Rusia y de otras potencias emergentes que integran el

Grupo BRICS. De similar manera, con los gobiernos de los 27 estados actualmente integrantes de la

UE, y con otras organizaciones internacionales en las que también participan los gobiernos de

África y Asia, como sería el caso del Movimiento de Países No Alineados (NOAL) y el Grupo de los

77+China (G-77).

51.- Empero, a causa de sus debilidades institucionales, de la heterogeneidad política e

ideológica de los gobiernos de los 33 estados que la componen, la CELAC no romperá con los

principales órganos político-militares y político-jurídicos que componen el Sistema

Interamericano. Mucho menos porque la mayoría de los gobiernos de los estados de mayor desarrollo

relativo de América Latina (en particular los de Brasil, Chile, Colombia, México y Perú), al

igual que los estados independientes que integran la CARICOM, y República Dominicana, mantendrán

sus correspondientes compromisos con los Estados Unidos y Canadá en los campos de la seguridad,

el comercio, las finanzas, la energía, la ciencia, la tecnología y en otros asuntos

multilaterales.

PERSPECTIVAS DE LOS MOVIMIENTOS POPULARES Y DE LOS GOBIERNOS POSNEOLIBERALES DE AMÉRICA LATINA Y

EL CARIBE

52.- No nos corresponde definir el contradictorio impacto que los escenarios más probables,

sintetizados en los dos acápites precedentes, tendrán en cada uno de los 33 estados políticamente

independientes y en los 18 territorios sometidos a diferentes formas de dominación colonial en

América Latina y el Caribe. Esa compleja tarea les corresponderá a los diversos movimientos

sociales y políticos, y a los intelectuales y científicos sociales comprometidos con las luchas

populares que en ellos actúan; asimismo, a los gobiernos revolucionarios, reformadores o

reformistas –genéricamente calificados como “progresistas”, “de izquierda” y/o “posneoliberales”—

actualmente instalados o que en el futuro se instalen en Nuestra América.

53.- Sin embargo, consideramos necesario indicar que ninguno de los escenarios antes sintetizados

u otros que no hayamos sido capaces de identificar, están predeterminados. En tanto los campos de

batalla entre los diferentes actores sociales y políticos, gubernamentales y no gubernamentales,

hemisféricos o extra hemisféricos, serán heterogéneos, al tiempo que esos mismos actores pugnarán

entre sí por defender su cuota de poder o la razón de sus ideas e intereses, en esa misma medida

crecerán las reacciones conservadoras y, como contraparte, la creatividad popular y la

resistencia, dando lugar a la aparición de nuevos y muy diferentes escenarios.

54.- En nuestros debates también se fortaleció nuestra convicción de que la política de saqueo y

depredación de los recursos naturales renovables y no renovables y de los bienes comunes, seguida

por el capital imperialista en América Latina y el Caribe, con pleno apoyo de los gobiernos de

Estados Unidos y de la Unión Europea, provocará un amplio abanico de resistencias populares en

buena parte de los países de la región, incluido México.

55.- Frente a la redoblada ofensiva del capital transnacional y nacional, en el propio México se

han multiplicado las formas de resistencia popular, al igual que la construcción social

alternativa de los pueblos indígenas, la defensa del trabajo y las organizaciones sindicales, la

lucha contra el capital transnacional minero, la defensa del agua, de la tierra, de los

territorios sagrados, de los saberes, de los espacios públicos urbanos, de la educación, y la

batalla permanente contra la contaminación ambiental, por la justicia y por el derecho a la vida.

De manera que los desafíos para la construcción de la unidad en la diversidad, serán enormes,

pero no imposibles de solventar. Encontrar los caminos para coordinar, hacer confluir y unificar

las diversas formas de lucha para enfrentar el despojo y las políticas de un Estado criminal que

criminaliza la resistencia, será un reto que el pueblo mexicano, sus movimientos sociales y las

diversas organizaciones políticas de izquierda, tendrán que asumir por encima de las diferencias

y contradicciones que en la actualidad se advierten en el campo popular.

56.- Estas y otras evidencias nos inducen a pensar que —ante la que se ha calificado como

“acumulación por desposesión”—, los diversos sectores populares y, en especial, las comunidades

indígenas, afrodescendientes y mestizas, así como las y los campesinos y las y los trabajadores

sin tierra, tendrán que padecer y enfrentar incontables proyectos de minería a cielo abierto,

extracción de petróleo y gas convencional o no convencional, construcción de grandes carreteras y

de obras hidráulicas e hidroeléctricas, o la plantación de enormes extensiones de diversos

cultivos agrícolas (algunos de ellos transgénicos, como es el caso de la soya), que llevarán

aparejado el desplazamiento de miles de familias por medios coercitivos, y la pérdida de la

tierra y el territorio en los que han vivido y creado su cultura. El resultado de este nuevo e

incesante despojo, históricamente hablando, será la ampliación del hambre y la profundización de

la marginación a las que han estado sometidos buena parte de los habitantes de nuestro continente

desde que los colonizadores impusieran, a sangre y fuego, sus múltiples formas de dominación en

este, aquel Nuevo Mundo.

57.- Lo antes dicho nos permite vislumbrar que en los próximos años se producirá una gran ola de

luchas populares en defensa de la tierra y los territorios, así como del agua y otros bienes

comunes, al igual que de los recursos naturales, como las que se libraron hace algunas décadas en

diferentes países de América Latina y el Caribe contra las políticas neoliberales. Sin excluir a

ninguna de esas luchas, consideramos importante destacar las llamadas guerras del Agua y del Gas

que se produjeron en Bolivia. Como se demostró en este y otros países del continente –en Ecuador,

por ejemplo–, para lograr la victoria fue imprescindible fortalecer la organización y, sobre

todo, lograr la articulación de los esfuerzos de los diferentes sectores populares del campo y la

ciudad en aras de ampliar la movilización popular, y, del mismo modo, organizar y consolidar la

fuerza política capacitada para expresar las aspiraciones de quienes participaban en las luchas.

Esas fuerzas políticas pudieron ir mucho más lejos que la oposición de los movimientos sociales y

las comunidades a los proyectos que los afectaban de manera más o menos directa, hasta

transformarse en un movimiento político de alcance nacional, capacitado para disputar y arrebatar

a las clases dominantes el gobierno y una parte importante del poder.

58.- De modo que la posibilidad de derrotar la nueva ofensiva contrarrevolucionaria que han

emprendido los representantes políticos, económicos, miliares e ideológico-culturales de las

clases dominantes, estrechamente aliadas con las principales potencias imperialistas (y

sobremanera con Estados Unidos), dependerá de la voluntad y capacidad de los pueblos

latinoamericanos y caribeños para unirse y organizarse sobre una plataforma que vaya de la

resistencia puntual a formas de organización político-social que permitan plantearse la toma del

gobierno y del poder y, posteriormente, las transformaciones políticas, económicas, sociales y

culturales que se demandan.

59.- Al mismo tiempo, los procesos políticos genéricamente calificados como progresistas y/o

posneoliberales que en la actualidad se están produciendo en diferentes países de América Latina

y el Caribe, implican retomar el debate inconcluso sobre el Estado y, en correspondencia, acerca

de la problemática del poder. En este contexto, consideramos imprescindible asumir la necesidad

de la defensa de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos y las naciones contra el

imperialismo y las transnacionales; igualmente, la función reguladora y redistributiva del

Estado, con la finalidad de contrarrestar los mecanismos de mercado, tan lesivos para la economía

popular. Esa desmercantilización relativa permitirá que broten formas de gestión popular que

sustituyan los mecanismos automáticos inherentes al propio mercado. En nuestro criterio, resulta

fundamental que estos temas sean objeto de debate permanente en los distintos espacios de las

izquierdas latinoamericanas y caribeñas.

60.- Tales debates son aún más importantes, si entendemos el camino al socialismo como una

transición civilizatoria que, partiendo del desplazamiento de las clases dominantes y del poder

recolonizador de la burguesía transnacional, contemple, como bases mínimas, una economía

sustentable, con crecimiento y redistribución de la riqueza, el ascenso en la calidad de vida de

la mayoría de la población, y una democracia participativa que posibilite el control popular en

los asuntos centrales del país. Todo esto presupone rediscutir los parámetros fundamentales del

desarrollo a partir de nuestras características dependientes y subdesarrolladas, colocando en un

lugar primordial el debate de la matriz productiva y extractivista que caracteriza a las

estructuras económicas de la mayor parte de los estados latinoamericanos y caribeños.

61.- Esto es mucho más necesario porque a nuestros análisis los atraviesan lógicas del

capitalismo y la modernidad que nos dificultan visualizar un horizonte postcapitalista. Sin

embargo, tenemos que ser honestos: quinientos años de colonialismo y treinta de neoliberalismo

nos han dejado déficits tan abismales que no se nos puede negar el derecho al desarrollo, a

luchar para salir de la pobreza y a vivir en condiciones de dignidad plena, sencillamente

humanas. La tarea para las diversas fuerzas de la izquierda en América Latina y el Caribe,

especialmente cuando acceden al gobierno, es conjugar ese derecho al desarrollo con los derechos

de la Madre Tierra, no entendida esta como una naturaleza estática a la que le damos derechos,

sino como el conjunto de seres vivos que interactuamos en un escenario de biodiversidad.

62.- En un sistema alternativo al capitalismo, también necesitamos pensar en nuevos modelos de

desarrollo a partir de un cambio de la matriz productiva, cambio que solo puede ser fruto de una

transición sostenida y paulatina; o sea, en modelos inequívocamente diferentes al que asumieron

los países capitalistas centrales y, en particular, las principales potencias imperialistas.

Aquellos y estas pudieron “desarrollarse” a costa de los pueblos, las personas y la naturaleza.

Un escenario postcapitalista en América Latina y el Caribe, no se puede sustentar en la

explotación ni resignarse a que perdure la alienación de las personas sin la formulación e

implementación de políticas que mejoren su vida cotidiana, sin regular la explotación de una

naturaleza que cuenta con recursos limitados e insuficientes para que el Sur del mundo crezca y

mantenga niveles de consumo similares a los del Norte. Miles de millones de personas en América

Latina y el Caribe, China, India y el Sur geopolítico del planeta, necesitan mejorar sus

condiciones de vida, pero no habrá recursos estratégicos suficientes para ello si se mantiene el

actual modelo consumista y mientras no se alcance una soberanía tecnológica que libere a nuestros

países de las diversas formas de dependencia respecto a los denominados países centrales o

altamente desarrollados.

63.- Para emprender ese otro modelo de desarrollo, resulta imprescindible demandar que los

gobiernos latinoamericanos y caribeños comiencen a gestar una arquitectura financiera

internacional ajustada a los intereses públicos y nacionales. Ese nuevo proyecto económico y

financiero, deberá contar con un Banco de Desarrollo e Integración Latinoamericano y Caribeño

que, tomando como punto de partida el Banco del ALBA y el ya aprobado, pero aún inoperante, Banco

del Sur, y actuando de manera complementaria con el Banco del Grupo BRICS, se plantee sustituir

las instituciones financieras internacionales en el menor tiempo posible, específicamente al

Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y al Banco Interamericano de Desarrollo.

64.- Del mismo modo, será imprescindible seguir luchando para que los gobiernos del continente

que los hayan suscrito, se liberen de los leoninos tratados de libre comercio que se han venido

implementando desde 1994, tanto con los Estados Unidos como con la Unión Europea. Sobre todo

porque, como demuestran múltiples evidencias, esos tratados son totalmente asimétricos,

constituyen mecanismos para la dominación geopolítica y están centrados en las necesidades del

gran capital, lo que ha agudizado las desigualdades, la inequidad y el rol primario exportador de

las economías de la mayor parte de los países latinoamericanos y caribeños.

65.- Los perjuicios al medioambiente constituyen uno de los efectos provocados por la

exacerbación de la cultura del consumo individualista de energía y de otros bienes y recursos

materiales. Es un imperativo trascender esta ecuación suicida para poder avanzar hacia una

planeación y un consumo colectivos, a fin de compartir beneficios y responsabilidades, tanto

sociales como ambientales.

66. Como parte de las perspectivas y deberes de los movimientos populares y de los gobiernos

posneoliberales de América Latina y el Caribe más allá de sus fronteras, se impone la creación de

un Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental, encargado de juzgar a países que no

cumplen con sus compromisos ni con los tratados internacionales que ellos mismos refrendaron.

Será necesario considerar que debe ser una institución que evite reproducir las asimetrías

características de los organismos vigentes y que garantice mecanismos de coerción reales,

considerando la enorme diferencia entre los niveles de consumo de los países centrales y los

periféricos.

67.- Por otra parte, en la lucha contra el capitalismo en crisis se requiere priorizar más que

nunca las que José Martí denominó “trincheras de ideas”, sin perder de vista, como él mismo

señalara en abril de 1895, que “De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a

pensamiento.” Para lograrlo, debe emprenderse con celeridad el lento y trabajoso proceso de

subordinar los medios de comunicación privados a los intereses de las grandes mayorías, pues en

tanto aquellos sean controlados por las clases dominantes, actuarán como promotores de la cultura

del derroche, de la banalización de la historia y de la identidad; en fin, como reproductores de

la ideología hegemónica de la dominación, la exclusión y la manipulación, centrada en la

despolitización de lo cotidiano y en la pérdida de la memoria colectiva, hasta logar el control

absoluto de cualquier sociedad.

 

68.- En la batalla contra los medios hegemónicos, será necesario establecer estrategias de

comunicación claras y consensuadas que permitan la creación de proyectos alternativos de prensa

gráfica y digital y fomenten la utilización intencionada e inteligente de las redes sociales y de

las radios, las pequeñas televisoras y otros espacios culturales a nivel comunitario. Estos

espacios/medios pueden constituirse en herramientas útiles para (re)construir el sentido común,

la conciencia colectiva y los sentidos de pertenencia. Tales estrategias de comunicación deben

proponerse arropar el rol protagónico de los jóvenes y las mujeres, apuntando a la toma de

conciencia no sólo desde lo político, sino también desde todo el espectro cultural de lo local,

lo nacional y lo regional.

69.- El presente siglo no puede tener otro horizonte que la inexistencia de una civilización que

ha subordinado todos los aspectos de la vida, incluida la muerte, a una maquinaria de acumulación

de ganancias; que ha sometido a la dictadura del lucro a la producción, la ciencia, la

tecnología, la educación, la política, el ocio, la naturaleza, y, por si fuera poco, a cualquier

forma de intercambio comercial, por ingenua que parezca. La comunitarización universal de todas

las relaciones humanas con la naturaleza, pasa por un largo y complicado proceso de transición en

el que se desarrollarán enconadas batallas entre la civilización dominante, la del capitalismo

decadente, y la nueva civilización socialista, que ya emerge desde los intersticios, las grietas

y contradicciones del propio capitalismo.

70.- En ese contexto, la necesidad y posibilidad de fundar un contra-poder popular y conquistar

el poder político, por parte de la izquierda, constituye una oportunidad para dar la batalla

entre el viejo Estado –que monopoliza  las decisiones asociadas a las elites capitalistas

transnacionales y locales–, y un nuevo Estado, que cada vez democratice y fundamente más sus

decisiones en las comunidades, en los movimientos sociales, en los diversos sectores populares

que componen la sociedad civil y política. Debemos apostar por el desborde democrático, hasta

lograr la superación de la democracia fósil, meramente representativa, y alcanzar la democracia

comunitaria, de género, multicultural, multiétnica, verdaderamente participativa.

71.- Esta será una batalla por el predominio de la democracia en todas las vertientes de la vida

en sociedad, una democracia que envuelva y atraviese las disímiles actividades cotidianas de

todas las personas; desde la cultura hasta la política, desde la economía hasta la educación. Una

batalla de la que también formará parte la lucha nacional e internacional por la ampliación de

los bienes comunes y por la gestión común de esos mismos bienes, como son el agua, la salud, la

educación, la ciencia, la tecnología, el medio ambiente.

72.- En esa batalla entre la civilización capitalista dominante y la civilización comunitaria

emergente —que comenzará a gestarse a partir de las características nacionales de cada país—, se

conjugarán diferentes formas de propiedad, desde la estatal hasta la comunitaria y la privada,

pero todas ellas en función de la socialización de la producción y de la apropiación social de

los resultados. En ese contexto, un Estado revolucionario debe ayudar a que lo comunitario se

expanda, se fortalezca y pueda superar más rápidamente los obstáculos que se interponen en su

camino. La comunitarización de la economía solo puede ser una creación heroica de los propios

productores y consumidores.

73.- La apuesta por la toma del poder y la conquista del Estado, es la apuesta por un largo

proceso de transición en el que el Estado revolucionario, los partidos y movimientos sociales se

fusionan para apuntalar y expandir o disputar la democratización de las decisiones, el desmontaje

permanente de la lógica del lucro, en aras de la lógica comunitaria y la apuesta al intercambio

armónico entre el ser humano y la naturaleza en la producción de la riqueza y en el vivir

cotidiano.

A MODO DE CONCLUSIÓN

74.- Durante el primer decenio del siglo XXI se produjo una contraofensiva de las fuerzas

opuestas a todos los procesos de cambio que, desde el triunfo de la Revolución bolivariana,

comenzaron a gestarse en América Latina y el Caribe. Aunque esa contraofensiva no pudo derrotar a

la mayor parte de los gobiernos revolucionarios, reformadores o reformistas instalados en este

continente, ni evitar nuevas victorias electorales de las fuerzas políticas populares en algunos

países de Centroamérica y el Caribe, produjo una especie de ralentización o reflujo en varios de

los procesos de cambio que venían desarrollándose y, por tanto, en las luchas por la “segunda

independencia” de Nuestra América.

75.- En la coyuntura actual se nos plantea la necesidad impostergable de realizar una valoración

ponderada de los progresos antineoliberales que hasta ahora se han obtenido, así como de

profundizar en los debates que se han realizado sobre los límites de los diversos procesos de

cambio que se están desarrollando en la actualidad en América Latina y el Caribe. Aunque resulte

obvio decirlo, no habrá consolidación de lo alcanzado hasta aquí, si la marcha se detiene o si se

cae en la trampa del inmovilismo posibilista. Mucho más porque las evidencias históricas –entre

ellas, la experiencia de la Revolución cubana– indican que la única garantía para evitar

retrocesos, es la constante profundización de los procesos antiimperialistas y anticapitalistas,

y la socialización de la propiedad, la economía, los servicios públicos, el poder y la cultura.

76.- En este contexto habría que señalar que, si bien actuar dentro de la democracia

representativa ha constituido un recurso empleado por la izquierda para avanzar en la lucha por

la liberación de los pueblos, una vez que se logra la instauración de un gobierno posneoliberal

mediante la vía electoral, las dinámicas de los mecanismos de la democracia representativa

incrustados en las estructuras político-estatales republicanas, tienden a favorecer a la

burguesía y al capital, con indudable perjuicio para los propios procesos de cambio y para la

conciencia política y social. Por eso, se torna imprescindible crear instancias de democracia

directa, participativa, lo más nutridas posibles, para contrarrestar esa tendencia negativa y

evitar que se estanquen o retrocedan las gestiones al servicio del pueblo.

77.- De modo que la ampliación de los márgenes de la democracia, mediante la participación

popular y directa en la construcción del poder popular, y la educación política de las masas,

constituyen armas sumamente eficaces para derrotar la contraofensiva de Estados Unidos y sus

aliados en la región.

78.- Como se ha visto, prácticamente en todos los países latinoamericanos y caribeños en los que

se ha emprendido procesos de cambios favorables a los intereses nacionales y populares, esa

contraofensiva ha demostrado que cada avance –por muy moderado que sea– hacia la construcción de

una sociedad, no sólo posneoliberal, sino poscapitalista, desencadenará las más feroces

reacciones de la derecha y de sus garantes imperialistas, con múltiples tácticas, recursos y

estrategias, tanto encubiertas como declaradas.

79.- Ese comportamiento se mantendrá en los próximos años, durante los cuales la lucha entre lo

nuevo y lo viejo, entre la revolución y la reacción, se agudizará en diferentes países del

continente y, en especial, como hemos señalado, en la República Bolivariana de Venezuela. Si la

contrarrevolución lograra triunfar en ese país, el escenario más probable sería una cruenta

guerra civil que desestabilizaría a toda la región y, en particular, a sus gobiernos

posneoliberales. No hay ni habrá, entonces, tarea más apremiante para todas las fuerzas

progresistas, los movimientos populares y los liderazgos transformadores en Nuestra América, que

patentizar por todas las vías a su alcance la mayor solidaridad con el pueblo bolivariano y

chavista y con el gobierno presidido por el compañero Nicolás Maduro.

80.- Al saludar todo paso firme de cualquier Estado y gobierno hacia la autodeterminación y hacia

las reformas sociales y políticas que debiliten y desmonten el orden impuesto por la

globalización neoliberal, y al reconocer todo esfuerzo de unidad e integración no subordinada a

EEUU, ni a otros centros imperialistas, estamos convencidos de que resulta imprescindible

renovar, recrear y unificar en cada país la gran diversidad de fuerzas sociales, políticas y

culturales con capacidad de asumir y profundizar cada proceso transformador e impulsar nuevas y

originales acciones que contribuyan a la construcción de una Patria Grande latinoamericana y

caribeña, social y políticamente liberada. Una meta tan trascendente, como sería lograr nuestra

impostergable unidad de acción, exige que traspasemos fronteras, erradiquemos dogmas y

revitalicemos, con renovadas expectativas, el internacionalismo y el latinoamericanismo de los

fundadores de la idea de la gran patria latinoamericana y caribeña, y de sus continuadores más

cercanos, entre los cuales figuran, por el mérito de sus grandes aportes, los comandantes Fidel

Castro Ruz y Hugo Chávez Frías.

LA MULTIFACÉTICA CRISIS DEL SISTEMA-MUNDO: UNA MIRADA CRÍTICO-PROSPECTIVA A SU IMPACTO EN NUESTRA

AMÉRICA

1.- Diríase que es un lugar común en el pensamiento de la izquierda social, política e

intelectual de diferentes partes del mundo, el reconocimiento de que las superpuestas crisis que

caracterizan al cada vez más globalizado sistema capitalista mundial, tendrán un impacto

devastador en el históricamente desigual y distorsionado desarrollo económico, social, cultural,

sostenido y sustentable de nuestros diferentes países.

2.- Si consideramos que, a partir del 2008, el epicentro de esas crisis –definidas como

periódicas o cíclicas por los clásicos y otros pensadores marxistas y no marxistas– se ha

localizado en los estados integrantes de la llamada “tríada del poder mundial” –Estados Unidos

(EEUU), Japón y la Unión Europea (UE)–, comprenderemos que tales impactos han sido y serán

particularmente severos en aquellos países subdesarrollados, periféricos o semiperiféricos de

África, Asía, América Latina y el Caribe, así como del Sur y el Este de Europa, estructuralmente

dependientes de las potencias imperialistas.

3.- Sin negar los crecimientos que en los años más recientes se han producido en los indicadores

económico-sociales de determinados países latinoamericanos y caribeños, ni los avances

conseguidos en la eliminación de ciertas secuelas políticas, económicas, sociales e ideológico-

culturales de las contrarrevoluciones y las contrarreformas neoliberales, esas crisis del sistema

capitalista-mundo también tendrán repercusiones negativas en los diferentes procesos de cambios

favorables a los intereses nacionales y populares que, con diversos horizontes programáticos, se

han desplegado en varios países de América Latina y el Caribe desde finales del siglo XX hasta la

actualidad. De igual manera, en los esfuerzos que se vienen realizando para actualizar el modelo

de la transición socialista cubana, en medio de las enormes dificultades derivadas del criminal

bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos, que continúa esencialmente

intacto, así como de otras agresiones contra el pueblo cubano.

4.- Los distintos desenlaces de estos y otros procesos –que pueden ser catalogados como

nacionales por su forma, pero continentales y globales por su proyección externa–, también

influirán en la evolución de los promisorios proyectos de concertación política, cooperación e

integración económica, impulsados en el decenio más reciente por diversos gobiernos

latinoamericanos y caribeños, como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-

Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR), y la

Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

5.- De lo antes dicho, y de otros aspectos que veremos posteriormente, se infiere la importancia

que tiene para la elaboración de las estrategias y las tácticas de los movimientos sociales y

políticos de raigambre popular, así como para los gobiernos revolucionarios, reformadores o

reformistas instalados en América Latina y el Caribe, el análisis crítico-prospectivo de la

evolución de las crisis del sistema capitalista mundial y de los diferentes procesos que tienen

lugar en el sistema internacional y, específicamente, en el subsistema interamericano.

Igualmente, el esclarecimiento de las diversas estratagemas contrarrevolucionarias que en el

futuro previsible emprenderán los gobiernos permanente y temporales de los Estados Unidos, ya sea

de manera unilateral o concertada con sus aliados de diversas partes del mundo, con vistas a

tratar de recomponer y prolongar durante el presente siglo su dominación global, especialmente

sobre el Sur político del continente americano.

6.- Para contribuir a la elaboración de este tipo de análisis, y contando con el decisivo apoyo

del Partido del Trabajo (PT) de México, nos reunimos en la capital de este país, durante los días

9, 10 y 11 de marzo del presente año, una veintena de intelectuales nacidos o actualmente

residentes en países de América Latina y el Caribe. Nuestro objetivo primordial fue identificar y

sintetizar los escenarios más probables en los que se desarrollarán las luchas de nuestros

pueblos y naciones en el futuro relativamente cercano, así como de algunos gobiernos

latinoamericanos y caribeños. Luchas orientadas, en lo fundamental, a defender los derechos de la

Madre Tierra (Pachamama); garantizar la satisfacción de los derechos humanos individuales y

colectivos para todas y todos los habitantes de nuestro continente; distribuir equitativamente

las riquezas; edificar democracias étnica, social y culturalmente participativas y

representativas; defender la independencia y la soberanía nacional-popular y la autodeterminación

de los pueblos; y convertir en realidad los sueños de las y los próceres y mártires que

ofrendaron sus vidas y su inteligencia durante las heroicas y aún inconclusas luchas por alcanzar

las que José Martí llamó “primera” y “segunda” independencias de Nuestra América y, en

particular, de El Libertador Simón Bolívar, quien escribió, tan temprano como en 1815: “Yo deseo

más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión

y riquezas que por su libertad y gloria.”

7.- La importancia de significar y analizar tales escenarios está dada por la complejidad de la

situación actual, por la necesidad de conjugar la praxis con la elaboración y sistematización de

un pensamiento crítico y descolonizado, que enriquezca la teoría revolucionaria precedente, y

porque en algunos estados nacionales y plurinacionales de América Latina y el Caribe se vienen

construyendo esperanzadoras alternativas al capitalismo subdesarrollado y dependiente aún

instaurado en esta zona del mundo. Tal concurrencia de realidades ha convertido a Nuestra América

en un campo de batalla en el que se enfrentan los diversos proyectos emancipatorios de los

pueblos, de las naciones y de algunos gobiernos, con las pretensiones de los representantes de

los sectores hegemónicos de las clases dominantes de revertir los avances que se han obtenido,

así como de reinsertar a sus respectivos países de manera subordinada en el “nuevo” orden

panamericano y mundial, impulsado por las principales potencias imperialistas y, en especial, por

Estados Unidos.

8.- En ese contexto, nuestras reflexiones fueron estimuladas por la ola de repudio que suscitó,

sobre todo en América Latina y el Caribe, la orden presidencial emitida por Barack Obama el 9 de

marzo del presente año, en la que proclamó que la República Bolivariana de Venezuela constituía

una “amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de

Estados Unidos”. De igual modo, fueron consideradas las repercusiones que esa injuria tuvo y

tendrá en las negociaciones que se están desarrollando con vistas al restablecimiento de las

relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos. Asimismo, las denuncias

que se han formulado acerca de los acuerdos firmados entre los gobiernos de Barack Obama y

Ollanta Humala, que posibilitarán el despliegue en territorio peruano de 3 500 militares

estadounidenses antes de septiembre del presente año. Estos, al igual que otros pactos militares

sobre “seguridad regional” existentes entre los gobiernos de EEUU y Colombia, constituyen una

amenaza para otros estados suramericanos, en especial para el Estado Plurinacional de Bolivia y

para la República de Ecuador.

9.- A lo antes dicho habría que agregar las calificadas informaciones que recibimos de las y los

prestigiosos intelectuales mexicanos participantes en nuestras deliberaciones, acerca de la

impunidad que rodea las masivas y sistemáticas violaciones a los más elementales derechos humanos

que se producen en su país, incluida la sistemática utilización de torturas y las ejecuciones

extrajudiciales perpetradas por los órganos represivos del Estado. En particular, se analizó la

desaparición forzada de miles de personas en diferentes puntos de su territorio. Estas prácticas

–evidenciadas en el caso de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa— constituyen una de las

tantas expresiones de la “represión preventiva” desatada contra las comunidades, los pueblos

originarios y los diversos movimientos sociales y políticos que luchan de manera descentralizada,

generalmente descoordinada, contra las terribles consecuencias políticas, económico-sociales,

ecológico-ambientales y culturales que han tenido las contrarreformas neoliberales emprendidas

por sucesivos gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido de Acción

Nacional (PAN), desde la entrada en vigor, en 1994, del Tratado de Libre Comercio de América del

Norte.

10.- Las desnacionalizaciones, privatizaciones y subordinaciones a los intereses geopolíticos y

geoeconómicos de los grupos dominantes estadounidenses, provocadas por este Tratado, fueron

ampliadas mediante los inconstitucionales acuerdos adoptados por los sucesivos mandatarios de

Canadá, Estados Unidos y México en los marcos de la Alianza para la Prosperidad y la Seguridad de

América del Norte (ASPAN). También durante la implementación de la multimillonaria Iniciativa

Mérida, elaborada por el Pentágono y aceptada por los dos últimos mandatarios mexicanos, con

vistas a emprender la cruenta y cada vez más militarizada “guerra” contra el narcotráfico y el

crimen transnacional organizado. La profunda y traumática crisis humanitaria provocada por esa

ineficaz contienda, se corroboró durante el pasado año. Según las cifras disponibles, en el 2014

se reportaron 14 413 muertes violentas, 1 332 secuestros y más de 5 000 desapariciones forzadas.

La mayoría de estos hechos no han sido esclarecidos por los organismos estatales competentes. En

el crimen de Estado y lesa humanidad de Iguala, por ejemplo, se condensó en unas horas de

barbarie toda la violencia estructural y de Estado que ha padecido México durante más de una

década, y que ha resultado en más de 120.000 muertos, en su mayoría jóvenes y pobres, al menos

30.000 desaparecidos, así como medio millón de desplazados internos y hacia otros países.

11.- En resumen, el TLC ha desarticulado las cadenas productivas nacionales e insertado

fragmentariamente las actividades económicas en las cadenas globales del capital transnacional,

muchas veces con las maquilas y ensambladoras –donde las condiciones laborales son sumamente

precarias–, como último eslabón productivo. La economía criminal se diversifica, avanza y penetra

diversos niveles del gobierno, llegando a representar en la actualidad entre el ocho y diez por

ciento del PIB de México.

12.- Luego de analizar el significado de México y de otros países y acontecimientos en la

coyuntura actual y venidera, los resultados preliminares de nuestras reflexiones fueron

presentados ante las y los representantes de los 132 partidos políticos de 40 países que

asistieron al XIX Seminario Internacional “Los partidos y una nueva sociedad”, organizado por el

PT en México, DF, entre el 12 y el 14 de marzo de 2015. También fueron consultados a

intelectuales de varios países latinoamericanos y caribeños, quienes, a pesar de haber sido

invitadas e invitados al evento, no pudieron participar en nuestras deliberaciones. Asimismo,

fueron sometidos al criterio de varios dirigentes de partidos o frentes políticos de diferentes

países de América Latina y, en menor medida, del Caribe. Después de estudiar e incorporar las

opiniones recibidas hasta el 25 de marzo de 2015, llegamos a las conclusiones que seguidamente

exponemos:

CRISIS DEL CAPITALISMO Y GEOPOLÍTICA DEL MUNDO MULTIPOLAR

13.- Con independencia de los moderados indicadores de crecimiento económico que en los meses más

recientes se han venido registrando en algunos países capitalistas, y en particular en EEUU, en

el futuro previsible se profundizarán las crisis financiera, económica, energética, alimentaria,

ecológica, ambiental, ética, social, ideológica, cultural, en definitiva, política y

civilizatoria, que caracteriza al sistema capitalista mundial desde hace varios lustros. Ello es

así porque, como afirmó en 1999 el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, ese

sistema “es insostenible, porque se sustenta sobre leyes ciegas, caóticas, ruinosas y

destructivas de la sociedad y la naturaleza.”

14.- El efecto de esas “leyes ciegas y caóticas” agudizará las contradicciones que siempre han

existido entre el carácter cada vez más social de la producción y la apropiación cada vez más

privada de los excedentes creados por las y los trabajadores, al igual que de los principales

recursos naturales, renovables y no renovables, y de los bienes comunes existentes en nuestro

planeta, como sería el caso del agua, la tierra, los recursos forestales y la biodiversidad. Esas

contradicciones seguirán manifestándose en las recurrentes crisis periódicas y cíclicas de

superproducción (o de subconsumo) que siempre han caracterizado el funcionamiento del sistema

capitalista y, concomitantemente, los mercados internos e internacionales. También en la

depredación y contaminación de la naturaleza, con sus consiguientes efectos negativos en el medio

ambiente, la biosfera y la sociedad. Esto provocará diversos fenómenos naturales cada vez más

severos y destructivos, en particular los vinculados al cambio climático producido por las

constantes emisiones de los gases de efecto invernadero. Las negociaciones que se desarrollarán

para contener la emisión de estos gases, no tendrán los resultados que se requieren, a causa del

abandono del principio de “responsabilidad compartida, pero diferenciada”, propugnado por buena

parte de los gobiernos de África, Asia, América Latina y el Caribe, en 1992.

15.- Mucho menos porque el agotamiento de los principales yacimientos de petróleo, impulsará el

empleo, por parte de las más poderosas empresas transnacionales y multinacionales, de tecnologías

ecológicamente peligrosas y altamente contaminantes, como la denominada “fractura hidráulica” o

fracking. De igual manera, estimulará la creciente extracción de los combustibles fósiles

existentes en las arenas bituminosas y en las profundidades de los mares y océanos. A corto y

mediano plazo, el incremento de la cada vez más costosa explotación de esos yacimientos, el

creciente empleo de nuevas fuentes renovables de energía (como los agrocombustibles) y la

ralentización de los ritmos de crecimiento de la economía mundial, provocarán una crisis de

sobreproducción de petróleo y gas. No desaparecerán los conflictos internacionales y regionales

vinculados al control de estos y otros recursos naturales, lo que sería aplicable también a las

cada vez más escasas fuentes de agua potable y, en general, a la posesión y dominio de otros

bienes comunes de carácter estratégico. La minería a cielo abierto, practicada por las grandes

empresas multinacionales y transnacionales, en especial las que tienen sus casas matrices en

Canadá y EEUU, además de contar con la anuencia de no pocos gobiernos, representa un perjuicio

incalculable para el deterioro y la contaminación de las propias fuentes de agua y de la

existencia de otros bienes comunes e, incluso, del patrimonio natural y cultural de los pueblos.

16.- Paralelamente, a causa de las diversas asimetrías y contradicciones que caracterizarán al

sistema internacional de estados-mundo, así como por la incapacidad que seguirán demostrando los

principales organismos internacionales –en particular, la Organización de Naciones Unidas y su

antidemocrático y cada vez menos representativo Consejo de Seguridad—, se continuará debilitando

la búsqueda de soluciones multilaterales a los principales problemas de la agenda internacional

y, específicamente, a aquellos que, por su carácter supranacional, perjudican y perjudicarán a la

Humanidad. En tal sentido, estarían los vinculados a la interrelación que siempre ha existido

entre la paz y la seguridad internacional con la solución de los problemas económicos, sociales,

políticos, demográficos y ecológicos que, como es de suponer, continuarán incidiendo en buena

parte de los estados del mundo y, aún más crudamente, en los territorios coloniales que todavía

subsisten. Esos y otros graves problemas que asolan a las sociedades contemporáneas, acentuarán

el círculo vicioso existente entre el constante crecimiento de la población mundial

(especialmente en África y Asia), la pobreza y el creciente deterioro del medio ambiente. A

consecuencia de este sinsentido y de los intentos de las principales potencias imperialistas de

mantener su poder global, se producirán nuevos conflictos internacionales, los que provocarán la

intensificación de la carrera armamentista y el consiguiente incremento de los gastos militares.

Mucho más si no olvidamos la práctica de los círculos de poder estadounidenses y de sus

principales aliados, de mantener su dominio global mediante la amenaza de recurrir al uso de la

fuerza asiduamente.

17.- En tal contexto, el actual gobierno norteamericano, así como el que resulte electo en los

comicios presidenciales de noviembre de 2016, y sus principales aliados europeos, continuarán

buscando “soluciones” militares a los conflictos que actualmente se están desarrollando en el

Medio Oriente. Muy propias de estas soluciones de fuerza, serán las violaciones a la soberanía

nacional de diferentes países con el pretexto de exterminar al llamado Estado Islámico y, como

parte esencial de los superobjetivos imperiales, derrocar al actual gobierno de la República

Árabe Siria. Aún más porque, a pesar de las contradicciones existentes entre la administración de

Barack Obama y el actual gobierno israelí, los grupos dominantes en los Estados Unidos

continuarán respaldando a la coalición de diversas fuerzas políticas sionistas que seguirá

controlando a Israel. Esto se expresará en su apoyo o en su silencio cómplice ante los nuevos

ataques contra el pueblo palestino, y en diversas acciones dirigidas a evitar el reconocimiento

internacional del Estado que lo representaría. Por otra parte, las negociaciones entre los

actuales gobiernos de EEUU y de la República Islámica de Irán, no impedirán las agresiones contra

esta última, provenientes del gobierno sionista y de otros aliados estadounidenses (como la

monarquía saudita) en esa estratégica región.

18.- Paralelamente, a pesar de las contradicciones que recientemente se han expresado entre los

gobiernos de Estados Unidos, Alemania y Francia con relación a la situación creada en el sureste

de Ucrania, persistirán las acciones de la Alianza del Atlántico Norte (OTAN), dirigidas a

fortalecer su cerco militar contra la Federación de Rusia. Ello generará nuevos conflictos con el

actual o el futuro gobierno de esa federación, en tanto el Kremlin continuará trabajando por

fortalecer sus diversas alianzas orientadas a preservar sus tradicionales esferas de influencia

en Europa Oriental y en Asia Central. Asimismo, como se verá más adelante, dedicará todo su

empeño a fortalecer y consolidar la alianza estratégica con la República Popular China en

diferentes campos, al igual que con los gobiernos de otros estados asiáticos y centroasiáticos

integrantes del denominado Grupo de Shanghái.

19.- Para tratar de contrarrestar el impacto negativo que estas alianzas tendrán en sus

pretensiones de mantener la supremacía en el sistema internacional, la actual administración

estadounidense y la que se instale el 20 de enero de 2017, de consuno con sus principales aliados

asiáticos, continuará desplegando diversas acciones dirigidas a contener la creciente influencia

económica y política de la República Popular China. Con tal fin, el Pentágono seguirá

concentrando sus fuerzas militares en la región Asia-Pacífico. Al mismo tiempo, el actual y el

futuro gobierno estadounidense proseguirán las negociaciones dirigidas a institucionalizar la

denominada Alianza Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) orientada a crear una vasta zona

de libre comercio e inversiones entre los estados signatarios de la misma. Tres de los cuatro

países latinoamericanos integrantes de la Alianza para el Pacífico (México, Perú y Chile),

formarán parte de la nueva asociación.

20.- A ello se agregará el Tratado Trasatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP) que, con

los mismos fines, seguirán negociando los actuales y futuros gobiernos de EEUU y de los estados

integrantes de la Unión Europea. Cualesquiera que sean los resultados de estas negociaciones, se

mantendrá la aguda competencia entre las principales empresas transnacionales y multinacionales

que tienen sus casas matrices en los estados integrantes de la “triada del poder mundial”. Del

mismo modo, continuarán las intrincadas y a veces simultáneas relaciones de cooperación,

competencia y conflictos que se producen entre sus gobiernos, al igual que entre estos y los de

las potencias emergentes integrantes del Grupo BRICS.

21.- Los gobiernos de los cinco estados que actualmente conforman el Grupo BRICS (Brasil, Rusia,

India, República Popular China y Sudáfrica), continuarán emprendiendo diversas acciones

orientadas a incrementar su cohesión interna y profundizar en su institucionalidad flexible;

fortalecer diversos foros de gobernabilidad global; modificar la actual arquitectura financiera

internacional; menoscabar la supremacía del dólar estadounidense en las transacciones

internacionales, al igual que fortalecer sus concertaciones políticas frente a los diversos

problemas que actualmente perturban las relaciones políticas y económicas. Igualmente, a ampliar

sus interacciones con otros países u organismos regionales que agrupan a los estados del Sur

político del mundo. Sin proponérselo, esto generará mayores espacios de confrontación con los

intereses hegemónicos de EEUU y sus aliados. Todo eso –y los serios problemas que seguirán

aquejando a la economía y la sociedad estadounidense, al igual que a la japonesa y la de varios

estados europeos— contribuirá a incrementar la influencia de los integrantes del BRICS, tanto a

escala mundial como en regiones específicas, así como a la institucionalización de un sistema

internacional cada vez más multipolar.

22.- En este escenario, la República Popular China aumentará su poderío mundial, enfatizará en la

ampliación de su mercado interno, incrementará su progreso científico técnico, aumentará los

gastos militares y desplegará una política exterior aún más activa. En ese orden, fortalecerá sus

relaciones estratégicas con Rusia, lo que le permitirá reducir su vulnerabilidad energética.

También emprenderá diversas acciones dirigidas a consolidar la Organización de Cooperación de

Shanghái y sus vínculos, en sentido general, con los países de Asia Central y el Pacífico.

23.- No obstante, las relaciones entre China y EEUU se caracterizarán por su interdependencia

económica y financiera, lo que condicionará la manera en que los gobiernos de ambos países

procesarán y tratarán de resolver los conflictos actualmente existentes o los que en el futuro se

presentarán entre ellos. Sin embargo, la dirección china incrementará su activismo en diversas

regiones del mundo –y en especial hacia sus países limítrofes—, procurando obtener espacios

geopolíticos que contrarresten la influencia de EEUU y Japón, ampliar sus exportaciones, así como

acceder a los eventuales recursos naturales que necesita para mantener o ampliar el ritmo de

crecimiento que continuará registrando su economía. Esta política generará contradicciones con

los países vecinos que, en algunos casos, facilitarán la influencia de EEUU en el área. Al mismo

tiempo, la República Popular China mantendrá una expansión activa con créditos e inversiones en

África, en el espacio postsoviético y en América Latina y el Caribe, lo que la convertirá en un

actor económico clave en casi todo el mundo subdesarrollado. Esto contribuirá al crecimiento

económico de varios países y patentizará, aún más, la presencia china en prácticamente todos los

ámbitos de su vida cotidiana.

24.- Por su parte, Rusia incrementará su actividad diplomática, sus gastos militares y el empleo

de los recursos energéticos como instrumentos para mantener su estatus de gran potencia y poder

enfrentar los efectos de las sanciones económicas y la mayor agresividad por parte de EEUU y de

la OTAN. El actual o futuro gobierno de la Federación de Rusia, responderá con la instalación de

nuevos sistemas de defensa, incluida la permanente actualización de su escudo antimisil, y

estrechará los nexos económicos con la República Popular China y con otros países asiáticos. Con

el objetivo de obtener los recursos necesarios para su modernización y conseguir mercados para el

gas, el petróleo y los armamentos que produce, también desplegará una ofensiva diplomática

orientada a consolidar la Unión Euroasiática, así como a aumentar su acción en el BRICS, el G-20

y en otros foros multilaterales.

25.- Adicionalmente, el gobierno de Rusia continuará emprendiendo una política proactiva dirigida

a evitar el ingreso de Ucrania a la OTAN. Con tal fin, hará valer la actual dependencia

energética tanto de este país como de otros europeos. A la par, el gobierno ruso estrechará sus

relaciones con Irán, Siria y otros países del Medio Oriente. Además, fortalecerá sus nexos

político-diplomáticos, militares y económicos, a una escala sin precedentes, con varios gobiernos

latinoamericanos, aprovechando el nivel de comprensión a su política que se aprecia en el área.

Sin embargo, mantendrá abiertas las vías de negociación en estas y otras zonas de conflicto con

EEUU y la UE.

26.- Por su parte, con vistas a defender y a sustentar la estabilidad de sus intereses nacionales

y a ejercer una mayor influencia internacional, India logrará un crecimiento estable y mantendrá

su rol protagónico en el Sur de Asia. Aunque persistirán contradicciones con algunos de los

estados miembros, el actual y los futuros gobiernos hindúes trabajarán para profundizar las

políticas comunes definidas por la Asociación para la Cooperación Regional de Asia Sur (SAARC).

Simultáneamente, mantendrán sus crecientes lazos estratégicos con EEUU para aprovechar la

influencia de esa potencia y garantizar su espacio geopolítico en la región. Con estos y otros

fines, India también estrechará su colaboración en materia de seguridad y en la lucha contra el

terrorismo con los gobiernos de la República Popular China y de la Federación de Rusia, al tiempo

que ampliará la promoción de los intereses comerciales y financieros con ambos países. En lo que

concierne a la cooperación militar y de seguridad con Moscú, ésta se incrementará notablemente.

27.- Aunque debilitado y en declive, Estados Unidos continuará siendo un actor clave del sistema

capitalista mundial. Sobre todo por su indiscutible supremacía militar y la persistencia de su

red de alianzas con la OTAN y con otros estados de la UE, al igual que con Japón, Corea del Sur,

Australia, Colombia, Chile, México y Perú, así como con otros países latinoamericanos y

caribeños; igualmente, por su peso en la creación y sostenimiento de normas en las instituciones

políticas y económicas internacionales; por el poder que conservarán sus empresas transnacionales

(45% de las primeras 500) a escala mundial; por su importante papel en la investigación y el

desarrollo científico-técnico; porque el dólar continuará siendo la divisa internacional más

utilizada en las diversas transacciones económicas, y por el predominio que conservarán sus

grandes medios de desinformación masiva y sus industrias culturales, en buena medida gracias al

creciente empleo de las tecnologías más avanzadas y al robo permanente de cerebros. Tal hegemonía

le permitirá continuar violando la privacidad de sus ciudadanos y de cualquier otra persona o

entidad en el mundo, socavando así lo poco que aún pervive de las libertades individuales y la

soberanía nacional de la mayor parte de los estados del planeta.

28.- Inevitablemente, se reducirá mucho más la relevancia de la Unión Europea en comparación con

otros centros de poder, como resultado de su acentuada dependencia energética, de los problemas

por la falta de cohesión interna, de su subordinación a EEUU, y del estancamiento y la débil

recuperación económica, cuya circunstancia contrastará aún más con el elevado y rápido

crecimiento de China y de otras economías emergentes. Sin embargo, aunque parezca contradictorio,

continuará siendo un polo de poder en la arena internacional, sobre todo desde el punto de vista

económico, y el referente cultural que tanto debe al colonialismo y a sus secuelas de

explotación, saqueo y genocidio. Mucho más porque Alemania, Francia y el Reino Unido mostrarán un

mayor protagonismo, aún más ostensible por el hondo declive del resto de los estados.

29.- A pesar de sus contradicciones, los gobiernos de los países de la Unión Europea buscarán

compensar su pérdida de jerarquía mediante las negociaciones que continuarán desarrollando con

Estados Unidos, con vistas a firmar el ya mencionado Tratado Trasatlántico para el Comercio y la

Inversión (TTIP), al tiempo que se propondrán lograr el fortalecimiento y la ampliación de la

actuales fronteras de la OTAN como una acción geopolítica orientada a consolidar su peso en la

escena mundial. En tal sentido, tratarán de ampliar su influencia en diversos países de Europa

Oriental, al igual que en el denominado “espacio postsoviético”. Con igual fin se plantearán

aprovechar las vulnerabilidades de la Federación Rusa y, taxativamente, de la República Popular

China, que seguirá muy interesada en ampliar sus vínculos con diversos estados europeos, en

particular con los ubicados en la otrora llamada “ruta de la seda”.

30.- Simultáneamente, la UE incrementará su activismo político-militar en el Norte y Sur de

África. En alianza con EEUU, y siguiendo las actuales doctrinas de la OTAN, su “modelo”

preferente de intervención militar privilegiará la guerra no convencional, caracterizada por el

despliegue rápido y flexible de sus fuerzas especiales y por su pretensión de dejar “una huella

ligera” en los países donde se produzca. Sin desconocer las amenazas reales que representan, el

terrorismo, la ciberguerra, la piratería y el tráfico ilícito de estupefacientes continuarán

siendo manipulados y utilizados como pretextos, por parte de Estados Unidos y sus aliados

europeos, para garantizar su presencia militar global y para la realización de acciones militares

punitivas en las distintas regiones del mundo.

31.- Continuará concentrándose la propiedad sobre los medios de comunicación, en cuyo ámbito se

agudizarán las tendencias a fusionarse con las megaempresas de otros sectores de la economía,

para reforzar de este modo la mercantilización de la información y garantizar el vaciamiento

cultural e ideológico, la manipulación y el consiguiente control de la sociedad. En

correspondencia con esta estrategia de dominación, se acrecentará, hasta límites insospechados,

la hegemonía de las grandes transnacionales mediáticas, lo que contribuirá a forjar visiones

colonizadas, propias de un pensamiento único, amparadas en el creciente papel de los think tanks

de orientación conservadora o neoliberal, así como de las universidades occidentales, en la

producción y difusión de los conocimientos científico-técnicos propios o ajenos, incluidos los

vinculados a las cada vez más fragmentadas ciencias sociales. Las respuestas de los estados, los

gobiernos y los diferentes sectores sociales que impulsan una cultura contra-hegemónica,

encontrarán grandes dificultades para romper el dominio sobre el sentido común de crecientes

sectores de la población, propalado por esos poderos aparatos ideológicos-culturales controlados

por las principales potencias imperialistas.

Las estratagemas contrarrevolucionarias de los gobiernos de Estados Unidos contra Nuestra América

32.- Lo expuesto hasta aquí tendrá una significativa influencia en las relaciones entre los

gobiernos permanentes y temporales de EEUU con los de América Latina y el Caribe. Con

independencia del curso que sigan las negociaciones que tienen lugar entre Cuba y los Estados

Unidos, con vistas a emprender el largo y complejo proceso orientado hacia la normalización de

las relaciones diplomáticas entre ambos países, y cualquiera que sea el resultado de los

elecciones presidenciales que se realizarán en Estados Unidos en noviembre de 2016, la maquinaria

de la política exterior, económica, de defensa y seguridad imperial, al igual que los diferentes

aparatos políticos, comunicacionales, mediáticos e ideológico-culturales que actúan en esa

potencia imperialista, continuarán desplegando multifacéticas estrategias contrarrevolucionarias

orientadas a preservar o restablecer su sistema de dominación sobre América Latina y el Caribe,

así como sobre otras zonas del mundo.

33.- Esas estratagemas –ya sean unilaterales o concertadas con sus aliados gubernamentales o no

gubernamentales de diversos países de América Latina y el Caribe, y de Canadá y las potencias

imperialistas europeas–, tendrán, como uno de sus principales objetivos desestabilizar y, allí

donde les resulte posible, derrocar a aquellos gobiernos latinoamericanos y caribeños calificados

como anti-estadounidenses. En particular, aunque no únicamente, a los que en la actualidad son

miembros plenos del ALBA-TCP.

34.- Aunque los Estados Unidos continuarán emprendiendo acciones en todos los campos posibles –

con énfasis en la subversión política-ideológica–, para tratar de “cambiar el régimen cubano” y

derrocar su Revolución; para cercar política, económica y militarmente a la Revolución

Democrática y Cultural de Bolivia; a la Revolución Ciudadana de Ecuador; a la “segunda etapa de

la Revolución Sandinista”; y para lograr la derrota electoral de los gobiernos más radicales del

Caribe Oriental, en lo inmediato sus multifacéticas acciones desestabilizadoras se concentrarán

en la República Bolivariana de Venezuela, buscando conseguir el mayor impacto desmovilizador,

tanto nacional como regionalmente.

35.- En este país, el actual gobierno estadounidense continuará respaldando política y

financieramente, y a través de sus diferentes medios de propaganda, a todas aquellas fuerzas

económicas, sociales, mediáticas y políticas, integrantes de la mal denominada Mesa de Unidad

Democrática (MUD) que, con tácticas diferentes, aunque complementarias, se propongan derrotar a

la Revolución bolivariana. Con independencia de los avances y retrocesos que consigan en sus

estratagemas, este objetivo encontrará continuidad en la administración estadounidense que

resulte electa en los comicios presidenciales de noviembre de 2016, ya que en la maquinaria de la

política exterior, económica, militar y de “seguridad imperial” de Estados Unidos, se mantendrá

el criterio de la que la derrota de esta Revolución provocaría “un efecto dominó” en los demás

gobiernos integrantes del ALBA-TCP, al tiempo que debilitaría los paradigmas de concertación

política, cooperación e integración latinoamericana y caribeña, impulsados por los gobiernos de

todos los estados miembros de esta alianza.

36.- En la percepción oficial estadounidense, la derrota de la Revolución bolivariana –-junto a

las contrarreformas que se han producido y han tenido reflejo en la Constitución mexicana y en el

incremento de la producción y exportación de petróleo y gas—, facilitaría la transformación del

continente americano en el centro energético del mundo, anticipado por el vice-presidente de los

Estados Unidos, Joe Biden, en el discurso que pronunciara en Washington en mayo de 2013. Ese

objetivo estratégico –y la eliminación de “la dependencia del petróleo venezolano” que tienen la

mayor parte de los estados centroamericanos y caribeños integrantes de PETROCARIBE— guiará en los

próximos años la Iniciativa para la Seguridad Energética del Caribe, dada a conocer por el propio

vicepresidente Biden en enero de 2015.

37.- En el caso de que la mayor parte de los gobiernos de los estados centroamericanos y

caribeños aceptaran esta iniciativa estadounidense, se agudizará la dependencia de la región a

las necesidades geoestratégicas de los Estados Unidos. Tal circunstancia se agravará por el

opresivo control que han alcanzado las empresas transnacionales norteamericanas en los

principales sectores de la economía de estas naciones, las que, supuestamente, se beneficiarían

con la entrada en vigor del Tratado de Inversión signado en mayo de 2013 por el propio Joe Biden

y el entonces presidente pro tempore de la CARICOM, Michel Martelly, así como también por la Ley

de Promoción Comercial hasta 2020, aprobada por la administración de Barack Obama. A cambio de

las “preferencias” unilaterales que esta ley le otorgará a las exportaciones caribeñas hacia

Estados Unidos, los gobiernos integrantes de la CARICOM, al igual que el de República Dominicana,

mantendrán con sus contrapartes estadounidenses diversos acuerdos en el campo de “la seguridad no

tradicional”, los que continuarán siendo financiados con los multimillonarios fondos destinados a

la Iniciativa para la Seguridad de la Cuenca del Caribe (CBSI, por sus siglas en inglés),

aprobados por el gobierno de Obama en 2009, y aún vigentes.

38.- Otro de los objetivos generales de la política estadounidense en la región, será consolidar

la integración subordinada de México, y en la misma medida fortalecer la dominación sobre todos

los estados nacionales ubicados en el istmo centroamericano y en el Caribe insular y continental,

con vistas a preservar su control sobre los recursos naturales, energéticos, y los bienes

comunes, incluidos los diversos espacios geoestratégicos existentes en el llamado Gran Caribe.

39.- Adicionalmente, el gobierno de los Estados Unidos, cualquiera que este sea, continuará

desplegando diversas estrategias dirigidas a subordinar a sus intereses geopolíticos y

geoeconómicos a los gobiernos de todos los estados nacionales del Hemisferio Occidental ubicados

en el llamado “Arco del Pacífico”. En este empeño, seguirá respaldando la ampliación y

profundización de la ya referida Alianza para el Pacífico, al igual que su articulación con el

TPP que, como fuera expuesto, continuarán negociando con los gobiernos de diferentes estados de

esa zona del mundo.

40.- Al mismo tiempo, los Estados Unidos persistirán en su conducta dirigida a contrarrestar las

amenazas planteadas a su “liderazgo” en el Hemisferio Occidental y, específicamente, en

Suramérica. La paulatina, inconclusa y aún incierta transformación de Brasil en una potencia

global, contrastará con los intereses geopolíticos, geoeconómicos y geoestratégicos

estadounidenses en las cuencas de los ríos Amazonas y de la Plata, al igual que en el Atlántico

Sur. Con tales fines, mantendrán su apoyo sibilino o su silencio cómplice a las acciones que

desarrollarán los principales sectores de la derecha brasileña con miras a desestabilizar y, si

fuera posible, derrocar al actual gobierno de ese país. Simultáneamente, tratarán de evitar la

continuidad de las políticas que califican como anti-estadounidenses o “populistas radicales”,

aplicadas por los sucesivos gobiernos del Frente para la Victoria en Argentina, desde el 2003

hasta la actualidad. En ese contexto, y cualquiera que sea el resultado de las elecciones

presidenciales que se celebrarán en Estados Unidos a finales del presente año, los grupos

dominantes en ese país y sus aliados argentinos continuarán emprendiendo diferentes cursos de

acción orientados a atenuar u obstaculizar las coincidencias entre los actuales gobiernos de

Brasil y Argentina, y a agudizar las contradicciones ya existentes, y las que en el futuro

pudieran suscitarse, con el actual gobierno del Frente Amplio uruguayo. Entre otras razones,

porque este último continuará su política dirigida a estrechar sus vínculos con Estados Unidos.

41.- El cumplimiento de los objetivos antes mencionados, al igual que el consiguiente respaldo a

los gobiernos conservadores en Paraguay, y la continuidad de las acciones dirigidas a evitar los

avances políticos que ha venido obteniendo el Frente Guasú, también perseguirán, por parte de

Estados Unidos y sus aliados en las oligarquías nacionales, impedir la reforma y ampliación del

MERCOSUR y evitar la profundización de la UNASUR. En línea con este último propósito, se

mantendrán y fortalecerán los acuerdos de “libre comercio” y los relativos a la defensa y la

“seguridad interamericana”, firmados por Estados Unidos con los actuales gobiernos de Colombia,

Chile y Perú. En el caso de Colombia, particularmente, dichos acuerdos se mantendrán cualesquiera

que sean los resultados de las negociaciones que se efectúan entre representantes del gobierno y

de las organizaciones insurgentes de ese país.

42.- De igual modo, el gobierno estadounidense continuará aplicando diversas estrategias

destinadas a dificultar la institucionalización y la profundización del acervo político y las

prácticas diplomáticas de la CELAC. Del mismo modo, aquellas que dificulten el adecuado

cumplimiento de los diferentes tratados, acuerdos y planes de acción que se aprueben en las

Cumbres de las Américas, las reuniones de sus ministros de Defensa, de Seguridad Pública y de

Justicia, de los Fiscales Generales (MISPA y REMSA, en el lenguaje de la OEA), al igual que por

parte de los principales órganos político-militares y político-jurídicos del Sistema

Interamericano; en fin, se opondrá a cualquier intento, en cualquier espacio político, que

pudiera representar un cuestionamiento, no necesariamente radical, a su proyectada hegemonía en

las Américas.

43.- La Junta Interamericana de Defensa continuará impulsando las Conferencias de Jefes de

Ejército, Marina y Aviación, así como los diversos ejercicios militares que se han venido

realizando al amparo del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), firmado por el

gobierno estadounidense y por algunos gobiernos de la región en 1947. A pesar de que varios

gobiernos latinoamericanos han anunciado su renuncia a ese vetusto tratado, tanto el Departamento

de Estado como el de Defensa de Estados Unidos continuarán defendiendo su vigencia ante supuestas

amenazas “extra continentales” que tendría que enfrentar el Hemisferio Occidental en el futuro.

44.- Con ese y otros fines, el actual y el futuro gobierno de los Estados Unidos seguirán

impulsando la reforma y “revitalización” de la OEA, plasmada en La Política de Defensa para el

Hemisferio Occidental hasta el 2023, difundida por el Pentágono en octubre de 2012 y en la Ley

que al respecto firmara el presidente Barack Obama a finales de 2013. Sobre la base de esta Ley,

y de sus sesgados enfoques sobre los derechos humanos y las libertades fundamentales contenidos

en la Carta Democrática Interamericana, en los años venideros el Departamento de Estado

emprenderá diversas acciones orientadas a la inútil aspiración de revitalizar la OEA para que

siga siendo, desde su perspectiva, el foro primordial para defender “la paz y la seguridad

interamericanas, fortalecer el cada vez más cuestionado Sistema Interamericano de Derechos

Humanos, promover y consolidar la democracia liberal y burguesa, solucionar las disputas

regionales, fomentar el crecimiento económico, la cooperación para el desarrollo y la

facilitación del comercio, así como para analizar los problemas que representan para la seguridad

interamericana las migraciones incontroladas, el tráfico ilegal de drogas y el crimen

transnacional organizado.

45.- Tomando como pretextos estas y otras amenazas (el tráfico de armas y de personas, el lavado

de dinero), la maquinaria de la política exterior de defensa y seguridad de los Estados Unidos

continuará respaldando la Iniciativa Mérida y la “guerra contra las drogas” que el actual

gobierno mexicano ha seguido promoviendo. Sobre la base de los acuerdos adoptados en la Cumbre de

América del Norte, efectuada en Toluca, México, a comienzo de 2014, y en coordinación con sus

correspondientes contrapartes mexicanas y canadienses, el gobierno estadounidense impulsará la

Iniciativa Regional para la Seguridad Centroamericana (CARSI, por sus siglas en inglés) y el

denominado Plan Biden para el Triángulo Norte Centroamericano.

46.- Asimismo, se fortalecerán todos los acuerdos vinculados con la Seguridad Regional firmados

por Estados Unidos con el actual gobierno de Colombia. Sobre tales bases y las presuntamente

exitosas experiencias acumuladas en la lucha contra la subversión, el narcotráfico y el

narcoterrorismo, y en coordinación con el Comando Sur de las fuerzas estadounidenses (SOUTHCOM,

por sus siglas en inglés), las fuerzas militares y policiales colombianas seguirán brindando

entrenamiento a miles de oficiales militares y policiales de  diferentes países de América Latina

y el Caribe, en particular de México y Centroamérica, República Dominicana, Ecuador, Perú y

Paraguay.

47.- Todas las estrategias contrarrevolucionarias de los Estados Unidos y de sus principales

aliados en el Hemisferio Occidental, encontrarán resistencia en los diversos movimientos sociales

y políticos latinoamericanos y caribeños, incluidos los que luchan por la total descolonización

del Caribe insular. En contraste con la reacciones que se producirán en los territorios

colonizados por Francia, Gran Bretaña y Holanda, en el caso de Puerto Rico la resistencia será

mayor, lo que propiciará el respaldo a la descolonización de ese archipiélago, el cual, pese a la

oposición estadounidense y de sus aliados internos, continuará expresándose tanto en los marcos

de la CELAC como en el Comité de Descolonización de la ONU, al igual que en otros foros no

gubernamentales de la región. Estimulados por la creciente resistencia del pueblo haitiano y por

la crisis de legitimidad que está afectando al gobierno de ese país, en dichos foros también

crecerá la exigencia de que sean retiradas las fuerzas de la MINUSTAH que, siguiendo un mandato

del antidemocrático Consejo de Seguridad de la ONU, mantienen ocupado a Haití desde hace más de

una década.

48.- En lo específico, el apoyo a la luchas por la independencia de Puerto Rico y de los demás

territorios sometidos a diferentes formas de dominación colonial en el Caribe, será más

consistente por parte de los gobiernos integrantes del ALBA–TCP. Este proyecto integracionista

continuará consolidándose como mecanismo de concertación política e impulsando acuerdos de

cooperación como PETROCARIBE, así como los que se han venido implementando en Haití antes y

después del terremoto de 2010.

49.- Sin embargo, se ralentizarán los diferentes acuerdos económicos existentes en el ALBA-TCP,

tales como las empresas y los proyectos gran nacionales, el Banco del ALBA y el SUCRE, así como

otros acuerdos de cooperación en el campo social, como consecuencia de la contraofensiva

plutocrática-imperialista contra los gobiernos de la República Bolivariana de Venezuela y de

otros países integrantes de la alianza. Esa contraofensiva tendrá un impacto negativo en la

CARICOM y el SICA; igualmente, le creará dificultades al proceso de reforma y ampliación del

MERCOSUR y a la profundización de UNASUR.

50.- No obstante, la CELAC continuará ampliando sus potencialidades para desempeñar un papel más

importante en la edificación del sistema multipolar que, contra la voluntad política

estadounidense, se ha venido gestando en los años más recientes, así como para convertirse en un

eficaz mecanismo de diálogo político y de cooperación económica con los actuales gobiernos de la

República Popular China, la Federación de Rusia y de otras potencias emergentes que integran el

Grupo BRICS. De similar manera, con los gobiernos de los 27 estados actualmente integrantes de la

UE, y con otras organizaciones internacionales en las que también participan los gobiernos de

África y Asia, como sería el caso del Movimiento de Países No Alineados (NOAL) y el Grupo de los

77+China (G-77).

51.- Empero, a causa de sus debilidades institucionales, de la heterogeneidad política e

ideológica de los gobiernos de los 33 estados que la componen, la CELAC no romperá con los

principales órganos político-militares y político-jurídicos que componen el Sistema

Interamericano. Mucho menos porque la mayoría de los gobiernos de los estados de mayor desarrollo

relativo de América Latina (en particular los de Brasil, Chile, Colombia, México y Perú), al

igual que los estados independientes que integran la CARICOM, y República Dominicana, mantendrán

sus correspondientes compromisos con los Estados Unidos y Canadá en los campos de la seguridad,

el comercio, las finanzas, la energía, la ciencia, la tecnología y en otros asuntos

multilaterales.

PERSPECTIVAS DE LOS MOVIMIENTOS POPULARES Y DE LOS GOBIERNOS POSNEOLIBERALES DE AMÉRICA LATINA Y

EL CARIBE

52.- No nos corresponde definir el contradictorio impacto que los escenarios más probables,

sintetizados en los dos acápites precedentes, tendrán en cada uno de los 33 estados políticamente

independientes y en los 18 territorios sometidos a diferentes formas de dominación colonial en

América Latina y el Caribe. Esa compleja tarea les corresponderá a los diversos movimientos

sociales y políticos, y a los intelectuales y científicos sociales comprometidos con las luchas

populares que en ellos actúan; asimismo, a los gobiernos revolucionarios, reformadores o

reformistas –genéricamente calificados como “progresistas”, “de izquierda” y/o “posneoliberales”—

actualmente instalados o que en el futuro se instalen en Nuestra América.

53.- Sin embargo, consideramos necesario indicar que ninguno de los escenarios antes sintetizados

u otros que no hayamos sido capaces de identificar, están predeterminados. En tanto los campos de

batalla entre los diferentes actores sociales y políticos, gubernamentales y no gubernamentales,

hemisféricos o extra hemisféricos, serán heterogéneos, al tiempo que esos mismos actores pugnarán

entre sí por defender su cuota de poder o la razón de sus ideas e intereses, en esa misma medida

crecerán las reacciones conservadoras y, como contraparte, la creatividad popular y la

resistencia, dando lugar a la aparición de nuevos y muy diferentes escenarios.

54.- En nuestros debates también se fortaleció nuestra convicción de que la política de saqueo y

depredación de los recursos naturales renovables y no renovables y de los bienes comunes, seguida

por el capital imperialista en América Latina y el Caribe, con pleno apoyo de los gobiernos de

Estados Unidos y de la Unión Europea, provocará un amplio abanico de resistencias populares en

buena parte de los países de la región, incluido México.

55.- Frente a la redoblada ofensiva del capital transnacional y nacional, en el propio México se

han multiplicado las formas de resistencia popular, al igual que la construcción social

alternativa de los pueblos indígenas, la defensa del trabajo y las organizaciones sindicales, la

lucha contra el capital transnacional minero, la defensa del agua, de la tierra, de los

territorios sagrados, de los saberes, de los espacios públicos urbanos, de la educación, y la

batalla permanente contra la contaminación ambiental, por la justicia y por el derecho a la vida.

De manera que los desafíos para la construcción de la unidad en la diversidad, serán enormes,

pero no imposibles de solventar. Encontrar los caminos para coordinar, hacer confluir y unificar

las diversas formas de lucha para enfrentar el despojo y las políticas de un Estado criminal que

criminaliza la resistencia, será un reto que el pueblo mexicano, sus movimientos sociales y las

diversas organizaciones políticas de izquierda, tendrán que asumir por encima de las diferencias

y contradicciones que en la actualidad se advierten en el campo popular.

56.- Estas y otras evidencias nos inducen a pensar que —ante la que se ha calificado como

“acumulación por desposesión”—, los diversos sectores populares y, en especial, las comunidades

indígenas, afrodescendientes y mestizas, así como las y los campesinos y las y los trabajadores

sin tierra, tendrán que padecer y enfrentar incontables proyectos de minería a cielo abierto,

extracción de petróleo y gas convencional o no convencional, construcción de grandes carreteras y

de obras hidráulicas e hidroeléctricas, o la plantación de enormes extensiones de diversos

cultivos agrícolas (algunos de ellos transgénicos, como es el caso de la soya), que llevarán

aparejado el desplazamiento de miles de familias por medios coercitivos, y la pérdida de la

tierra y el territorio en los que han vivido y creado su cultura. El resultado de este nuevo e

incesante despojo, históricamente hablando, será la ampliación del hambre y la profundización de

la marginación a las que han estado sometidos buena parte de los habitantes de nuestro continente

desde que los colonizadores impusieran, a sangre y fuego, sus múltiples formas de dominación en

este, aquel Nuevo Mundo.

57.- Lo antes dicho nos permite vislumbrar que en los próximos años se producirá una gran ola de

luchas populares en defensa de la tierra y los territorios, así como del agua y otros bienes

comunes, al igual que de los recursos naturales, como las que se libraron hace algunas décadas en

diferentes países de América Latina y el Caribe contra las políticas neoliberales. Sin excluir a

ninguna de esas luchas, consideramos importante destacar las llamadas guerras del Agua y del Gas

que se produjeron en Bolivia. Como se demostró en este y otros países del continente –en Ecuador,

por ejemplo–, para lograr la victoria fue imprescindible fortalecer la organización y, sobre

todo, lograr la articulación de los esfuerzos de los diferentes sectores populares del campo y la

ciudad en aras de ampliar la movilización popular, y, del mismo modo, organizar y consolidar la

fuerza política capacitada para expresar las aspiraciones de quienes participaban en las luchas.

Esas fuerzas políticas pudieron ir mucho más lejos que la oposición de los movimientos sociales y

las comunidades a los proyectos que los afectaban de manera más o menos directa, hasta

transformarse en un movimiento político de alcance nacional, capacitado para disputar y arrebatar

a las clases dominantes el gobierno y una parte importante del poder.

58.- De modo que la posibilidad de derrotar la nueva ofensiva contrarrevolucionaria que han

emprendido los representantes políticos, económicos, miliares e ideológico-culturales de las

clases dominantes, estrechamente aliadas con las principales potencias imperialistas (y

sobremanera con Estados Unidos), dependerá de la voluntad y capacidad de los pueblos

latinoamericanos y caribeños para unirse y organizarse sobre una plataforma que vaya de la

resistencia puntual a formas de organización político-social que permitan plantearse la toma del

gobierno y del poder y, posteriormente, las transformaciones políticas, económicas, sociales y

culturales que se demandan.

59.- Al mismo tiempo, los procesos políticos genéricamente calificados como progresistas y/o

posneoliberales que en la actualidad se están produciendo en diferentes países de América Latina

y el Caribe, implican retomar el debate inconcluso sobre el Estado y, en correspondencia, acerca

de la problemática del poder. En este contexto, consideramos imprescindible asumir la necesidad

de la defensa de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos y las naciones contra el

imperialismo y las transnacionales; igualmente, la función reguladora y redistributiva del

Estado, con la finalidad de contrarrestar los mecanismos de mercado, tan lesivos para la economía

popular. Esa desmercantilización relativa permitirá que broten formas de gestión popular que

sustituyan los mecanismos automáticos inherentes al propio mercado. En nuestro criterio, resulta

fundamental que estos temas sean objeto de debate permanente en los distintos espacios de las

izquierdas latinoamericanas y caribeñas.

60.- Tales debates son aún más importantes, si entendemos el camino al socialismo como una

transición civilizatoria que, partiendo del desplazamiento de las clases dominantes y del poder

recolonizador de la burguesía transnacional, contemple, como bases mínimas, una economía

sustentable, con crecimiento y redistribución de la riqueza, el ascenso en la calidad de vida de

la mayoría de la población, y una democracia participativa que posibilite el control popular en

los asuntos centrales del país. Todo esto presupone rediscutir los parámetros fundamentales del

desarrollo a partir de nuestras características dependientes y subdesarrolladas, colocando en un

lugar primordial el debate de la matriz productiva y extractivista que caracteriza a las

estructuras económicas de la mayor parte de los estados latinoamericanos y caribeños.

61.- Esto es mucho más necesario porque a nuestros análisis los atraviesan lógicas del

capitalismo y la modernidad que nos dificultan visualizar un horizonte postcapitalista. Sin

embargo, tenemos que ser honestos: quinientos años de colonialismo y treinta de neoliberalismo

nos han dejado déficits tan abismales que no se nos puede negar el derecho al desarrollo, a

luchar para salir de la pobreza y a vivir en condiciones de dignidad plena, sencillamente

humanas. La tarea para las diversas fuerzas de la izquierda en América Latina y el Caribe,

especialmente cuando acceden al gobierno, es conjugar ese derecho al desarrollo con los derechos

de la Madre Tierra, no entendida esta como una naturaleza estática a la que le damos derechos,

sino como el conjunto de seres vivos que interactuamos en un escenario de biodiversidad.

62.- En un sistema alternativo al capitalismo, también necesitamos pensar en nuevos modelos de

desarrollo a partir de un cambio de la matriz productiva, cambio que solo puede ser fruto de una

transición sostenida y paulatina; o sea, en modelos inequívocamente diferentes al que asumieron

los países capitalistas centrales y, en particular, las principales potencias imperialistas.

Aquellos y estas pudieron “desarrollarse” a costa de los pueblos, las personas y la naturaleza.

Un escenario postcapitalista en América Latina y el Caribe, no se puede sustentar en la

explotación ni resignarse a que perdure la alienación de las personas sin la formulación e

implementación de políticas que mejoren su vida cotidiana, sin regular la explotación de una

naturaleza que cuenta con recursos limitados e insuficientes para que el Sur del mundo crezca y

mantenga niveles de consumo similares a los del Norte. Miles de millones de personas en América

Latina y el Caribe, China, India y el Sur geopolítico del planeta, necesitan mejorar sus

condiciones de vida, pero no habrá recursos estratégicos suficientes para ello si se mantiene el

actual modelo consumista y mientras no se alcance una soberanía tecnológica que libere a nuestros

países de las diversas formas de dependencia respecto a los denominados países centrales o

altamente desarrollados.

63.- Para emprender ese otro modelo de desarrollo, resulta imprescindible demandar que los

gobiernos latinoamericanos y caribeños comiencen a gestar una arquitectura financiera

internacional ajustada a los intereses públicos y nacionales. Ese nuevo proyecto económico y

financiero, deberá contar con un Banco de Desarrollo e Integración Latinoamericano y Caribeño

que, tomando como punto de partida el Banco del ALBA y el ya aprobado, pero aún inoperante, Banco

del Sur, y actuando de manera complementaria con el Banco del Grupo BRICS, se plantee sustituir

las instituciones financieras internacionales en el menor tiempo posible, específicamente al

Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y al Banco Interamericano de Desarrollo.

64.- Del mismo modo, será imprescindible seguir luchando para que los gobiernos del continente

que los hayan suscrito, se liberen de los leoninos tratados de libre comercio que se han venido

implementando desde 1994, tanto con los Estados Unidos como con la Unión Europea. Sobre todo

porque, como demuestran múltiples evidencias, esos tratados son totalmente asimétricos,

constituyen mecanismos para la dominación geopolítica y están centrados en las necesidades del

gran capital, lo que ha agudizado las desigualdades, la inequidad y el rol primario exportador de

las economías de la mayor parte de los países latinoamericanos y caribeños.

65.- Los perjuicios al medioambiente constituyen uno de los efectos provocados por la

exacerbación de la cultura del consumo individualista de energía y de otros bienes y recursos

materiales. Es un imperativo trascender esta ecuación suicida para poder avanzar hacia una

planeación y un consumo colectivos, a fin de compartir beneficios y responsabilidades, tanto

sociales como ambientales.

66. Como parte de las perspectivas y deberes de los movimientos populares y de los gobiernos

posneoliberales de América Latina y el Caribe más allá de sus fronteras, se impone la creación de

un Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental, encargado de juzgar a países que no

cumplen con sus compromisos ni con los tratados internacionales que ellos mismos refrendaron.

Será necesario considerar que debe ser una institución que evite reproducir las asimetrías

características de los organismos vigentes y que garantice mecanismos de coerción reales,

considerando la enorme diferencia entre los niveles de consumo de los países centrales y los

periféricos.

67.- Por otra parte, en la lucha contra el capitalismo en crisis se requiere priorizar más que

nunca las que José Martí denominó “trincheras de ideas”, sin perder de vista, como él mismo

señalara en abril de 1895, que “De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a

pensamiento.” Para lograrlo, debe emprenderse con celeridad el lento y trabajoso proceso de

subordinar los medios de comunicación privados a los intereses de las grandes mayorías, pues en

tanto aquellos sean controlados por las clases dominantes, actuarán como promotores de la cultura

del derroche, de la banalización de la historia y de la identidad; en fin, como reproductores de

la ideología hegemónica de la dominación, la exclusión y la manipulación, centrada en la

despolitización de lo cotidiano y en la pérdida de la memoria colectiva, hasta logar el control

absoluto de cualquier sociedad.

 

68.- En la batalla contra los medios hegemónicos, será necesario establecer estrategias de

comunicación claras y consensuadas que permitan la creación de proyectos alternativos de prensa

gráfica y digital y fomenten la utilización intencionada e inteligente de las redes sociales y de

las radios, las pequeñas televisoras y otros espacios culturales a nivel comunitario. Estos

espacios/medios pueden constituirse en herramientas útiles para (re)construir el sentido común,

la conciencia colectiva y los sentidos de pertenencia. Tales estrategias de comunicación deben

proponerse arropar el rol protagónico de los jóvenes y las mujeres, apuntando a la toma de

conciencia no sólo desde lo político, sino también desde todo el espectro cultural de lo local,

lo nacional y lo regional.

69.- El presente siglo no puede tener otro horizonte que la inexistencia de una civilización que

ha subordinado todos los aspectos de la vida, incluida la muerte, a una maquinaria de acumulación

de ganancias; que ha sometido a la dictadura del lucro a la producción, la ciencia, la

tecnología, la educación, la política, el ocio, la naturaleza, y, por si fuera poco, a cualquier

forma de intercambio comercial, por ingenua que parezca. La comunitarización universal de todas

las relaciones humanas con la naturaleza, pasa por un largo y complicado proceso de transición en

el que se desarrollarán enconadas batallas entre la civilización dominante, la del capitalismo

decadente, y la nueva civilización socialista, que ya emerge desde los intersticios, las grietas

y contradicciones del propio capitalismo.

70.- En ese contexto, la necesidad y posibilidad de fundar un contra-poder popular y conquistar

el poder político, por parte de la izquierda, constituye una oportunidad para dar la batalla

entre el viejo Estado –que monopoliza  las decisiones asociadas a las elites capitalistas

transnacionales y locales–, y un nuevo Estado, que cada vez democratice y fundamente más sus

decisiones en las comunidades, en los movimientos sociales, en los diversos sectores populares

que componen la sociedad civil y política. Debemos apostar por el desborde democrático, hasta

lograr la superación de la democracia fósil, meramente representativa, y alcanzar la democracia

comunitaria, de género, multicultural, multiétnica, verdaderamente participativa.

71.- Esta será una batalla por el predominio de la democracia en todas las vertientes de la vida

en sociedad, una democracia que envuelva y atraviese las disímiles actividades cotidianas de

todas las personas; desde la cultura hasta la política, desde la economía hasta la educación. Una

batalla de la que también formará parte la lucha nacional e internacional por la ampliación de

los bienes comunes y por la gestión común de esos mismos bienes, como son el agua, la salud, la

educación, la ciencia, la tecnología, el medio ambiente.

72.- En esa batalla entre la civilización capitalista dominante y la civilización comunitaria

emergente —que comenzará a gestarse a partir de las características nacionales de cada país—, se

conjugarán diferentes formas de propiedad, desde la estatal hasta la comunitaria y la privada,

pero todas ellas en función de la socialización de la producción y de la apropiación social de

los resultados. En ese contexto, un Estado revolucionario debe ayudar a que lo comunitario se

expanda, se fortalezca y pueda superar más rápidamente los obstáculos que se interponen en su

camino. La comunitarización de la economía solo puede ser una creación heroica de los propios

productores y consumidores.

73.- La apuesta por la toma del poder y la conquista del Estado, es la apuesta por un largo

proceso de transición en el que el Estado revolucionario, los partidos y movimientos sociales se

fusionan para apuntalar y expandir o disputar la democratización de las decisiones, el desmontaje

permanente de la lógica del lucro, en aras de la lógica comunitaria y la apuesta al intercambio

armónico entre el ser humano y la naturaleza en la producción de la riqueza y en el vivir

cotidiano.

A MODO DE CONCLUSIÓN

74.- Durante el primer decenio del siglo XXI se produjo una contraofensiva de las fuerzas

opuestas a todos los procesos de cambio que, desde el triunfo de la Revolución bolivariana,

comenzaron a gestarse en América Latina y el Caribe. Aunque esa contraofensiva no pudo derrotar a

la mayor parte de los gobiernos revolucionarios, reformadores o reformistas instalados en este

continente, ni evitar nuevas victorias electorales de las fuerzas políticas populares en algunos

países de Centroamérica y el Caribe, produjo una especie de ralentización o reflujo en varios de

los procesos de cambio que venían desarrollándose y, por tanto, en las luchas por la “segunda

independencia” de Nuestra América.

75.- En la coyuntura actual se nos plantea la necesidad impostergable de realizar una valoración

ponderada de los progresos antineoliberales que hasta ahora se han obtenido, así como de

profundizar en los debates que se han realizado sobre los límites de los diversos procesos de

cambio que se están desarrollando en la actualidad en América Latina y el Caribe. Aunque resulte

obvio decirlo, no habrá consolidación de lo alcanzado hasta aquí, si la marcha se detiene o si se

cae en la trampa del inmovilismo posibilista. Mucho más porque las evidencias históricas –entre

ellas, la experiencia de la Revolución cubana– indican que la única garantía para evitar

retrocesos, es la constante profundización de los procesos antiimperialistas y anticapitalistas,

y la socialización de la propiedad, la economía, los servicios públicos, el poder y la cultura.

76.- En este contexto habría que señalar que, si bien actuar dentro de la democracia

representativa ha constituido un recurso empleado por la izquierda para avanzar en la lucha por

la liberación de los pueblos, una vez que se logra la instauración de un gobierno posneoliberal

mediante la vía electoral, las dinámicas de los mecanismos de la democracia representativa

incrustados en las estructuras político-estatales republicanas, tienden a favorecer a la

burguesía y al capital, con indudable perjuicio para los propios procesos de cambio y para la

conciencia política y social. Por eso, se torna imprescindible crear instancias de democracia

directa, participativa, lo más nutridas posibles, para contrarrestar esa tendencia negativa y

evitar que se estanquen o retrocedan las gestiones al servicio del pueblo.

77.- De modo que la ampliación de los márgenes de la democracia, mediante la participación

popular y directa en la construcción del poder popular, y la educación política de las masas,

constituyen armas sumamente eficaces para derrotar la contraofensiva de Estados Unidos y sus

aliados en la región.

78.- Como se ha visto, prácticamente en todos los países latinoamericanos y caribeños en los que

se ha emprendido procesos de cambios favorables a los intereses nacionales y populares, esa

contraofensiva ha demostrado que cada avance –por muy moderado que sea– hacia la construcción de

una sociedad, no sólo posneoliberal, sino poscapitalista, desencadenará las más feroces

reacciones de la derecha y de sus garantes imperialistas, con múltiples tácticas, recursos y

estrategias, tanto encubiertas como declaradas.

79.- Ese comportamiento se mantendrá en los próximos años, durante los cuales la lucha entre lo

nuevo y lo viejo, entre la revolución y la reacción, se agudizará en diferentes países del

continente y, en especial, como hemos señalado, en la República Bolivariana de Venezuela. Si la

contrarrevolución lograra triunfar en ese país, el escenario más probable sería una cruenta

guerra civil que desestabilizaría a toda la región y, en particular, a sus gobiernos

posneoliberales. No hay ni habrá, entonces, tarea más apremiante para todas las fuerzas

progresistas, los movimientos populares y los liderazgos transformadores en Nuestra América, que

patentizar por todas las vías a su alcance la mayor solidaridad con el pueblo bolivariano y

chavista y con el gobierno presidido por el compañero Nicolás Maduro.

80.- Al saludar todo paso firme de cualquier Estado y gobierno hacia la autodeterminación y hacia

las reformas sociales y políticas que debiliten y desmonten el orden impuesto por la

globalización neoliberal, y al reconocer todo esfuerzo de unidad e integración no subordinada a

EEUU, ni a otros centros imperialistas, estamos convencidos de que resulta imprescindible

renovar, recrear y unificar en cada país la gran diversidad de fuerzas sociales, políticas y

culturales con capacidad de asumir y profundizar cada proceso transformador e impulsar nuevas y

originales acciones que contribuyan a la construcción de una Patria Grande latinoamericana y

caribeña, social y políticamente liberada. Una meta tan trascendente, como sería lograr nuestra

impostergable unidad de acción, exige que traspasemos fronteras, erradiquemos dogmas y

revitalicemos, con renovadas expectativas, el internacionalismo y el latinoamericanismo de los

fundadores de la idea de la gran patria latinoamericana y caribeña, y de sus continuadores más

cercanos, entre los cuales figuran, por el mérito de sus grandes aportes, los comandantes Fidel

Castro Ruz y Hugo Chávez Frías.

Tomado de Cubadebate