Eduardo Cunha, el Frank Underwood #brasileño
Por Rocío Cardoso
El artífice del Impeachment contra la expresidenta brasileña Dilma Rousseff, otrora todopoderoso jefe de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, en pocas líneas ¿Quién es, y quienes lo acompañan?
Reelegido diputado en los comicios del 2014 y elegido presidente de la Cámara en febrero del año siguiente, Cunha podría despedirse de su mandato parlamentario por presunta corrupción, lo que parece ser lo más probable.
Ultraconservador conocido como «el Frank Underwood brasileño» en referencia al maquiavélico protagonista de la serie norteamericana House of Cards, Cunha está acusado de «falta de decoro parlamentario» por haber mentido sobre la titularidad de cuentas bancarias en Suiza, adonde supuestamente desvió fondos de la trama de corrupción de la empresa estatal Petrobras.
La Corte Suprema suspendió su mandato el 5 de mayo, menos de un mes después de que los diputados votaran a favor del impeachment de Rousseff, apartada definitivamente por el Senado el 31 de agosto pasado.
Desde entonces este “habilidoso” político, a punto de cumplir 58 años, echó mano a todo tipo de recursos legales y de maniobras dilatorias para evitar su destitución, lógicamente en concubinato con vericuetos bastantes oscuros en el sistema judicial.
«Aliados de Cunha y no menos corruptos dicen esperar que su discurso esté lleno de recados a los diputados que tienen algún tipo de deuda con él. Así, son tres maneras con las que espera ganar votos a su favor: por los argumentos técnicos, por lo emocional o por amenaza velada», señalaba hace unas horas una columna política del diario brasileño O Estado de Sao Paulo, firmada por Andreza Matais y Marcelo de Moraes, mientras otros medio señalan que numerosos aliados de este economista evangélico lo están abandonando.
De acuerdo con el diario O Globo, 300 diputados ,43 más de los requeridos, han declarado que votarán contra Cunha, que en julio renunció a la presidencia de la Cámara, entre ellos se cuentan al menos una veintena de su propio partido, el centroderechista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), al que pertenece también el presidente Michel Temer que reemplazó a Rousseff, luego del golpe a la democracia en el gigante suramericano, ambos tanto Cunha como Temer fueron acusados por la exmandataria de haber orquestado el desacato a la constitucionalidad y actuar en su contra.
El político es además objeto de una investigación penal por parte del Supremo Tribunal Federal (STF), por corrupción y lavado de dinero vinculado a la red de sobornos en Petrobras.
Como último recurso frente a su eventual destitución, Cunha podría pedir beneficiarse de la misma medida de Rousseff, que perdió su mandato pero no sus derechos políticos por ocho años, como lo prevé la Constitución, una iniciativa que sorprendió y en la que muchos observadores vieron la mano de Cunha para permitirle volver a presentarse a comicios en el 2018 en caso de quedar ahora fuera del ruedo parlamentario.
Como legislador, además, Cunha goza de fuero privilegiado y no puede ser procesado por la justicia ordinaria, sino solo por la Corte Suprema.
El destino de Cunha tiene preocupada a la clase política brasileña, ya que amenaza con derribar a muchos dirigentes mediante la revelación de casos de corrupción que podrían poner en peligro a miembros del Gobierno del presidente Michel Temer y descarrilar su programa de reforma fiscal, lo que evidencia el alto nivel de corrupción predominante en las altas esferas del presidente golpista en Brasil.
Al menos 50 políticos ya están bajo investigación en Brasil por aceptar sobornos en el escándalo de Petrobras. En total, alrededor del 60 % de los 513 legisladores en la Cámara baja brasileña están bajo investigación por diversas acusaciones, según el grupo Transparencia Brasil, citado por medios de prensa internacionales, los mismos que aprobaron la destitución de una presidenta elegida por más de 54 millones de brasileños.
Este elemento, el protagonista de toda la manipulación contra Dilma, es sin duda un ejemplo fehaciente de pudrición, de cuya infección no escapa Temer, de quien existe bastantes aguas turbias por descubrir, y así lo demuestra el pueblo cuando una y otra vez sale a las calles a exigir democracia y piden “Fora Temer”.
Este es uno de los tantos casos de corrupción que recorren la Patria Grande en la envalentonada derecha que ha cogido un soplo de aire, y pretende por todos las vías devolver Nuestra América al Neoliberalismo y a todo el hegemonismo imperial, a lo que se suman los no menos éticos y corrompidos medios de comunicación. (Pensando Américas)