Por Gustavo Espinoza M.
En días pasados estuvo de visita en nuestro país Henrique Capriles Radonski, la más caracterizada figura de la oposición venezolana.
Volvió luego de tres años con la idea de pescar adhesiones en el proceloso océano post electoral peruano, luego de concluida la gestión de Humala, que nunca mostro entusiasmo por la “contra” caraqueña.
Y retornó al Perú confiado, porque los hoy “partidos grandes” –el de Keiko Fujimori y el de Pedro Pablo Kuczynski- le habían prometido una adhesión activa. Ella, sin embargo, finalmente quedó en palabras.