El vínculo de los militares de Estados Unidos con la industria cinematográfica de su país es tan antiguo que se remonta al cine silente.
Tanques, aviones, barcos y asesoramiento de todo tipo ofrece el Pentágono a cambio de que antes de la filmación se le deje leer los guiones, los que casi siempre son devueltos con no pocas sugerencias y tachaduras. Y, en documento adjunto, el nombre del especialista uniformado (o vestido de civil) que permanecerá en el rodaje, como garantía de que ningún acuerdo se viole.