#Venezuela: Nicolás Maduro y la caverna anti-latinoamericana

Por Agustín Palermo (*)
¡Les gusté o no a propios y a extraños, la Revolución Bolivariana va! A estas alturas ya nadie puede negar que encabezada por Nicolás Maduro, uno de los discípulos de Hugo Chávez, la revolución continuará con paso firme rumbo al socialismo. Hoy puede afirmarse que el liderazgo del gobierno venezolano ha pasado por una de las pruebas más duras, cuando en los meses de abril a julio de este año, la mal llamada oposición venezolana, estuvo incendiando el país con el apoyo de Washington, la OEA y los gobiernos de derecha en América Latina como el de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú; entre todos se propusieron derrocar al gobierno chavista, pero fracasaron.
Ese fuego templó el acero, por eso el chavismo hoy puede presentar tremendos cuadros políticos que la oposición no los tiene ni los tendrá jamás, ahí están Delcy Rodríguez Gómez, Tareck William Saab, Jorge Rodríguez Gómez, Diosdado Cabello, Ernesto Villegas, Elías Jaua, Héctor Rodríguez Castro sólo por mencionar algunos. ¡Hay chavismo para rato!
Pero en América Latina hay una caverna política que se caracteriza por ser anti-latinoamericana; por oponerse a los gobiernos que apuestan por la independencia, autonomía y autodeterminación de los pueblos, una caverna que es sumisa a Washington, gente que desde sus gobiernos y puestos de poder siempre siguieron las órdenes del imperio, y ahora se entrometen en asuntos internos de otros países. Son personajes sin ninguna autoridad moral ni política, intrascendentes en la historia, que si alguna vez se les recuerda será por haber sumido a sus pueblos en la pobreza y por haber entregado las riquezas nacionales a las grandes empresas transnacionales; nacieron en América Latina, pero son de lo más anti-latinoamericano que existe, pertenecientes a la vieja historia de los traidores y cobardes. Esos apátridas son los que ahora dicen estar preocupados por la democracia en Venezuela.
La ridiculez de estos tipos no tiene límites y han formado el denominado Grupo de Lima, algo así como un club de villanos nostálgicos, que en lugar de dedicarse a jugar con sus nietos, disputan cual mascotas, para ver quién le mueve mejor la colita al amo del norte. Como si la bufonada no fuera suficiente, esos doce gobiernos se encuentran acuerpados por los impresentables de Álvaro Uribe, José María Aznar, Jorge Quiroga, Luis Alberto Lacalle, Miguel Ángel Rodríguez, Laura Chinchilla y por el “cerebro” de Luis Almagro, Secretario General de aquél cementerio llamado OEA. Toda esa gente lo que hace es utilizar el tema Venezuela con el fin de recuperar imagen política, porque el desprestigio que tienen en sus países es grande. Ninguno de esos gobiernos tiene la más mínima solvencia moral sobre democracia o derechos humanos para exigirle nada a Venezuela.
La respuesta que Nicolás Maduro les ha dado a los enemigos internos y externos ha sido hasta ahora genial. Quienes se mofaban de él diciendo que el “pajarito chiquitico” lo tenía errático, hoy callan. Aquella frase de los cubanos ¡Fidel aprieta a Cuba se respeta!, empieza hoy a ser parafraseada por los chavistas ¡Maduro aprieta a Venezuela se respeta! (Pensando Américas)
(*) Analista político y periodista colaborador de Pensando Américas