Revelaciones

Abr 21, 2015

El vínculo de los militares de Estados Unidos con la industria cinematográfica de su país es tan antiguo que se remonta al cine silente.

Tanques, aviones, barcos y asesoramiento de todo tipo ofrece el Pen­tágono a cambio de que antes de la filmación se le deje leer los guiones, los que casi siempre son devueltos con no pocas sugerencias y tachaduras. Y, en documento adjunto, el nombre del especialista uniformado (o vestido de civil) que permanecerá en el rodaje, como garantía de que ningún acuerdo se viole.

A finales del pasado año, la Sony Pictures dio a conocer una comedia bélica centrada en Corea del Norte y en un plan para asesinar a su líder, Kim Joung-um. La película resultó un bodrio con tan poca imaginación e irrespeto que hubiera pasado al rápido olvido, de no ser porque unas semanas antes de su estreno desconocidos hackers accedieron a documentos y correos de la em­presa y sustrajeron tanto “material in­terno”, que el presidente de la So­ny, Kazuo Horai, puso el grito en el cielo.

La filtración se asoció como venganza por el estreno de La entrevista, que tal es el título del bodrio de marras, pero poco a poco fueron sa­liendo a relucir guiones, también “hackeados”, que la Sony mantiene en secreto por ser filmes que se rue­da­n en estos momentos, entre ellos el último James Bond, lo cual significa implicaciones económicas muy se­veras.
El gobierno norteamericano dijo entonces que los piratas informáticos estaban vinculados con Corea del Norte y aplicó nuevas sanciones a ese país, mientras los norcoreanos negaron rotundamente cualquier implicación y calificaron la medida de hostil.

Hoy se sabe por documentos que acaba de publicar Wikileaks, que la RAND Corporation “asesoró a Sony en relación con su película La entrevista (que tiene lugar) en Corea del Norte”.

La RAND Corporation es una or­ganización especializada en la in­vestigación y el desarrollo para el sector militar y de inteligencia de Estados Unidos, y los archivos de Sony revelan los amplios contactos que ambas entidades mantuvieron no solo en la filmación de La entrevista, pues se trata de un conciliábulo madurado en el tiempo.

Los más de 170 000 correos electrónicos y 30 000 documentos in­ternos que filtró Wikileaks revelan, en­tre otros aspectos, las relaciones de Washington con Hollywood pa­ra em­­prender una guerra mediática con­tra el Estado Islámico (EI) y Rusia.

Lo del Estado Islámico pudiera en­­tenderse, pero ¿qué hace Rusia me­­tida en el mismo saco?

Un “algo” de información lo ofre­ce este correo dirigido por Richard Stengel, subsecretario del Depar­ta­mento de Estado norteamericano para Relaciones Públicas, a Michael Lynton, gran cabeza en Hollywood, a quien invita a movilizar recursos para protagonizar la “guerra informativa”. “Tenemos un montón de de­­safíos en la lucha contra la narrativa de EI en Medio Oriente y la narrativa de Rusia en Europa central y Europa del Este. En ambos casos —subraya Stengel— hay mi­llones de personas en estas regiones que es­tán recibiendo una versión sesgada de la realidad. Y no es algo que el Departamento de Estado puede tratar por su cuenta. Me encantaría convocar a un grupo de ejecutivos mediáticos que puedan ayudar a pensar en una mejor for­ma de responder a estos dos grandes desa­fíos”.

La contestación afirmativa de Lyn­ton no se hizo esperar, y en ella incluyó una lista de nombres de primera fila, integrada por el presidente de Walt Disney International, Andy Bird; el director de operaciones de la Cen­tury Fox, y el exejecutivo de Turner Broadcasting, James Mur­doch.

Julian Assange, fundador de Wikileaks, explicó que se decidió la filtración de estos últimos documentos y correos de la Sony Pic­tures porque “la información pertenece al dominio público, ya que muestra el centro de un conflicto geopolítico. Este archivo da a co­nocer el funcionamiento interno de un gru­po multinacional influyente”, escribió.

¿Pero meter a Rusia y al sanguinario Estado Islámico en un mismo saco?

Marie Harf, portavoz del Depar­tamento de Estado, se apresuró en declarar que nunca hubieran comparado a Rusia con el Estado Is­lá­mico, ya que son “desafíos muy di­ferentes”.

Pero aclaró —eso sí— que están teniendo lugar colaboraciones “con personas que tienen plataformas” en la esfera de la política exterior de Estados Unidos.

Como se podrá imaginar, los 170 000 correos electrónicos y 30 000 documentos internos filtrados aho­ra por Wikileaks contienen más re­ve­la­cio­nes aún que las ex­pues­­tas en estas po­cas líneas.

Tomado de Granma