Otro 19 y 20, esta vez por #SantiagoMaldonado

Ago 29, 2017

Por Carlos Aznárez

Todo indica que esta vez el gobierno derechista de Mauricio Macri está en serios problemas. Ni todos los votos amarillos obtenidos, mitad por el fraude bonaerense, mitad por falta de conciencia de un sector de la población (que sigue eligiendo comprar la soga con que se va a ahorcar), ni la grosera impunidad con que suele moverse el staff ministerial de “Cambiemos”, le van a alcanzar para frenar lo que ya se ha convertido en un estallido de indignación popular. La foto de Santiago Maldonado inunda el país con la consigna que se hace expresión genuina de dignidad y autodefensa: “¡Aparición con vida ya!”. A la misma se suma la exigencia de renuncia de la ministra Patricia Bullrich y su segundo, Pablo Nocetti, responsables fundamentales de lo que pudiera ocurrir con la vida del luchador desaparecido. Ambos son el brazo represor del régimen, que despliega sus gendarmes, policías y servicios de inteligencia por todos los rincones del país, tratando de inventar falsos escenarios de terrorismo, donde sólo hay protesta frente a quienes en su voracidad despojan de las tierras a los pueblos originarios y campesinos, provocan despidos de trabajadores y trabajadoras o endeudan al país y rematan su soberanía.

Pieza fundamental de esta embestida son, como siempre, los medios hegemónicos y sus comunicadores lacayos. Los Lanata, Leuco, Fantino, Nelson Castro, Morales Solá, Jorge Asís y especímenes similares que no sólo buscan ensuciar la imagen de Maldonado, sino que junto con el Gobierno colaboran en la criminalización del pueblo mapuche y sus dirigentes.

A pesar de todos ellos, el nombre de Santiago Maldonado es ya un símbolo de hartazgo ante tanta mentira y prepotencia oficial. Es como esos ríos incontenibles que buscan la salida al mar y no hay dique que pueda contenerlos. Por él y por su vida joven de tipo bueno y solidario es que, como un reguero de pólvora, el pueblo usa toda su imaginación para traerlo nuevamente con su familia, con sus compañeros y compañeras. Las guardias de los hospitales, las oficinas, los estadios de fútbol, las escuelas, las universidades, los medios de transporte y toda aquella pared o muro que se preste a recibir la urgente exigencia, están siendo utilizadas para dibujar, pintar, sostener o pegar ese rostro que nos representa a todos y todas. No sólo por ser una nueva víctima del Estado represor, el mismo que nos arrancó a 30 mil hermanos y hermanas, pero también a Julio López, a Santiago Arruga y tantas muchachas desaparecidas; sino porque Santiago logró con su compromiso visibilizar la lucha tenaz del pueblo Mapuche por la tierra. Esa gesta que ya ha costado muchas vidas a ambos lados de la cordillera y que hoy mantiene en la cárcel, como rehén de Macri y la Bachelet, al lonko Facundo Jones Huala.

Santiago Maldonado debe ser un punto de inflexión, doloroso, pero fundacional en sí mismo, como lo fue el levantamiento de los Zapatistas en 1994 para gritar que Chiapas vive y resiste, o como el secuestro y desaparición forzada de los 43 de Ayotzinapa, cuyos familiares han recorrido todo México y el mundo en busca de justicia. Todas ellas han sido y son expresiones donde la rebeldía de los que habitan el subsuelo del continente es respondida con el discurso de la muerte, de la tortura, de la cárcel, esgrimido como única receta por el Estado. Pero hay momentos en que los pueblos vencen el miedo y se lanzan a la calle a demostrar que no están dispuestos a que le arrebaten un solo hijo o hija más. Ese día ha llegado, y así como un 19 y 20 de diciembre del 2001 los argentinos y argentinas dijeron un “¡Basta!” gigantesco frente a las consecuencias de un capitalismo que provocó despojo y destrucción social, se hace necesario que este próximo viernes 1 de septiembre, la Plaza de Mayo y todas las plazas del país vuelvan a desbordarse de multitudes que se embanderen con la imagen de ese rostro barbado parecido al del Che o al de un Cristo del siglo XXI. O nos dicen dónde está, qué han hecho con él, y pagan con la renuncia y la cárcel por el daño cometido, o no nos movemos de las calles y plazas. Despertemos y procedamos en consecuencia. Por nuestros pibes y pibas, por nuestros hermanos y hermanas, por nosotras y nosotros mismos. Si no es ahora, ¿cuándo? (Pensando Américas-Resumen Latinoamericano)