Estados Unidos: Las oportunidades del 114 Congreso

Tras treinta años de disfuncionalidad legislativa en EE.UU., con sesiones congresionales cada vez más escasas en la aprobación de proyectos legislativos de impacto social, han comenzado a despuntar en el Congreso de los Estados Unidos algunos indicios de que esta tendencia podría empezar a revertirse antes del próximo ciclo electoral de 2016.
Según un estudio realizado por el Centro de Política Bipartidista[1], durante el primer trimestre del 2015 se ha registrado un incremento del número de legislaciones presentadas en la Cámara de Representantes y el Senado, en comparación con el 112 y 113 Congreso. Este grupo ha reportado además un incremento de las sesiones de trabajo durante este trimestre.
Este activismo, de conjunto con los esfuerzos realizados para evitar la reedición de un cierre parcial del gobierno similar al de 2013, ha favorecido un paulatino aumento de los niveles de aceptación del Legislativo por la opinión pública norteamericana, que actualmente se encuentra en un 18%, según la encuestadora Gallup.
En este escenario, todo pareciera indicar que han desaparecido los factores que han obstaculizado el pleno desarrollo de la actividad legislativa en el Congreso norteamericano durante tantos años. ¿Será que el control republicano del Legislativo ha favorecido una ligera mejoría de la gestión congresional o acaso ha disminuido la polarización interna en este órgano? Si bien esta situación ha sido asociada por algunos especialistas a factores como la sagacidad del presidente la Cámara de Representantes, John Boehner, para extender su red de aliados; a los cambios de procedimiento introducidos por el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, para favorecer la participación del partido en minoría; y al incremento del compromiso de algunos miembros de liderazgo de los comités congresionales, es importante también tener en cuenta las circunstancias que enfrenta el Partido Republicano con vistas las elecciones generales de 2016. Para esa fecha, 24 escaños de ese partido en el Senado estarán en disputa -7 de los cuales pertenecen a estados ganados por Obama en 2012- y los demócratas solo 10. Ante esta desventaja numérica, los republicanos tratarán de mostrar una imagen de activismo y compromiso con el electorado para garantizar la retención de la mayoría de estos puestos y favorecer a su futuro candidato presidencial.
Por otro lado, este escenario no indica una disminución de los niveles de polarización interna en este órgano, los cuales han continuado entronizándose y manifestándose de las más diversas formas. Ejemplo de ello ha sido la lucha en torno a la aprobación del proyecto de Ley para las víctimas del tráfico de personas y el retraso de la confirmación de Loretta Lynch como Fiscal General de EE.UU. Sin embargo, la solución final de estos temas, demuestra que los republicanos están dispuestos a trabajar en nuevas fórmulas que les permitan ponderar sus diferencias internas y las divergencias con los demócratas cuando se trata de un avanzar hacia un interés superior.
Si este activismo se extendiera al debate del tema Cuba, el Congreso tendría, en un balance histórico, el mérito de no sólo haber intentado reanimar la actividad legislativa en todo su alcance, sino que además sería reconocido por eliminar las trabas que imposibilitan el entendimiento y las buenas relaciones entre el pueblo norteamericano y el cubano. Si bien las medidas publicadas el 16 de enero por los Departamentos de Tesoro y Comercio sobre Cuba son positivas, solo han modificado de forma limitada la implementación del bloqueo y se requiere la acción del Congreso para para poner fin a todas las restricciones contra Cuba. Sin dudas, el Legislativo debería escuchar los llamados del presidente Obama y de amplios sectores de la sociedad estadounidense sobre este tema y convertirse en partícipe de la construcción de una relación civilizada entre nuestros países.
Abril, 2015
(Dirección General de Estados Unidos-MINREX)
Tomado de Cuba vs Bloqueo