En República Dominicana por más integración de Nuestra América

Por Ana Hernández Hernández
Dentro de muy pocos días República Dominicana será la sede de la V Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), con el propósito ineludible de aunar esfuerzos para consolidar y fortalecer los lazos de unidad y la concertación entre las naciones de la región.
Este grupo inició sus funciones el 3 de diciembre del 2011 durante la Cumbre de Caracas, con el indiscutible liderazgo de Hugo Chávez, quien como digno hijo de Bolívar, echó, junto a otros líderes, rodilla en tierra para lograr, en medio de la diversidad y las diferencias, la integración de una América que, por años, solo había servido para que su potencial recursos naturales fuera a parar a manos foráneas.
No es un secreto para nadie que la región se encuentra en un contexto complicado, pero la cita en el balneario dominicano de Punta Cana no escapará al fin certero de dar continuidad a los vínculos de cooperación, crecimiento económico y justicia social, para quienes en estas tierras al sur del Río Bravo y hasta la Patagonia son mayoría.
Precisamente en medio de la difícil cruzada en América Latina y el Caribe, la nueva Cumbre de la CELAC, como nunca antes deberá continuar comprometido con la creación de un futuro común, en defensa de la soberanía del territorio, trabajando de forma sostenida para impulsar la unidad dentro de la diversidad que caracteriza a sus 33 países miembros.
Cada una de las anteriores citas se ha enfocado hacia tópicos muy puntuales, con temas de sumo interés para gobiernos y pueblos, Caracas en el 2011 fue la fundacional; en Chile 2013 tuvo en su agenda la inclusión social, el desarrollo sostenible y la paz, La Habana 2014, la lucha contra la pobreza, el hambre y las desigualdades, y fue aquí, donde se proclamó a la región como Zona de Paz.
La III Cumbre de la CELAC de Costa Rica, en enero del 2015, hizo particular énfasis en la erradicación de la pobreza, la seguridad alimentaria, la educación, la ciencia, la cultura y la tecnología, y la cooperación Sur-Sur, mientras que el cónclave en Ecuador, el pasado año, abogó por la consolidación de la llamada Agenda 2020 y la erradicación de la pobreza extrema.
En República Dominicana debe revisarse cuánto se avanza en cada propósito, cuánto se ha hecho y cuánto queda por hacer en una región tan riquísima que, para solo mencionar algunas bondades, vale decir que posee la quinta parte de las reservas mundiales de petróleo, y alberga casi el 50 % de los bosques tropicales del mundo.
Razones estas más que suficientes para que América Latina y el Caribe siempre haya estado en los apetitos de las grandes potencias hegemónicas del mundo, pero de eso se trata en este organismo regional, de luchar unidos, juntos, integrados para que cada recurso de esos tenga como destino las grandes mayorías de nuestros pueblos en aras del bien común y el desarrollo social.
La V Cumbre de la CELAC deberá trazar las estrategias, en una América, que en los últimos tiempos se ha visto de nuevo amenazada por ese pulpo que, envalentonado por algunos soplos de aire a favor, trata de apretar sus tentáculos a cualquier precio.
En ese encuentro regional, tras la desaparición física de Fidel Castro, uno de los precursores de la CELAC, será momento propicio para el tributo, el homenaje, pero por sobre todas las cosas debe ser oportuno para que cada Jefe de Estado, o Jefe de delegación de las naciones presentes, lleve de la mano la acertada definición que dio el líder de la Revolución cubana en una de sus Reflexiones, cuando dijo:
“La constitución de la Celac es el hecho institucional más importante en América Latina en el último siglo, donde se materializan los sueños de unidad, de justicia y soberanía de los grandes hombres y mujeres de esta tierra…” (Pensando Américas)