El próximo paso es la acción

“Una fuerte convergencia del deseo de trabajar de conjunto”, es la primera impresión que le amerita al Sr. Kanayo F. Nwanze, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la imbricación multifactorial en torno al proyecto que ya se concreta entre Cuba y la organización internacional.
La confesión sucedió minutos después de la conferencia de prensa ofrecida en ocasión de su visita oficial a nuestro país. El diálogo tuvo como antesala una “cálida bienvenida”, según Nwanze, y reuniones con los ministros de la Agricultura y de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, así como con el viceministro de Relaciones Exteriores.
“Existen muchísimas oportunidades, aunque también desafíos por los largos años que estuvimos separados, 20 años. Por suerte, estuvimos separados, pero no divorciados”,asegura.
Y mientras abunda en las “inmensas oportunidades” y el marcado “interés” en compartir esfuerzos comunes en el camino —aún lejano, pero no imposible— de la soberanía alimentaria, destaca las fortalezas ostensibles de la mayor de las Antillas.
“Existen muy pocos países en el mundo donde sus agricultores estén tan bien instruidos y tengan organizaciones tan bien estructuradas y sus propios métodos de gobernabilidad, como existe aquí en Cuba. Creo que hemos llegado en un momento particular, donde todo el mundo está listo para avanzar”. Y en esa dirección, “hay muy buena voluntad de ambas partes. Creo que el próximo paso es la acción”.
EL FIDA EN PRIMERA PLANA
Creado en 1977 (tras adoptarse en 1974 su institución), FIDA es la agencia de las Naciones Unidas —con sede en Roma, Italia— especializada en desarrollo rural y, al mismo tiempo, la única institución financiera que, a nivel internacional, se enfoca en estos actores.
¿Su meta? Ofrecer a la población rural la posibilidad de mejorar su seguridad alimentaria y nutricional, con ingresos superiores y mayor capacidad de resistencia ante la dinámica de los cambios que se operan. Su actual presidente —de origen nigeriano— posee una vasta experiencia al frente de la organización desde el 2009, y fue nombrado por aclamación en febrero del 2013 para un segundo mandato. Liderazgo avalado además por 35 años de trabajo previo en tres continentes a favor de la reducción de la pobreza, el desarrollo de las zonas y familias rurales, y la investigación.
Nueva relación… ¿nuevos retos? El principal de ellos, asegura Nwanze, radica en revertir “los gastos de importación de alimentos en Cuba, que actualmente equivalen a 2 000 millones de dólares. Esto es mucho y cuando yo hablo con los jefes de estado de los países africanos que tienen estas grandes importaciones igualmente de alimentos, les digo: ustedes están creando trabajos, empleos, para que produzcan alimentos para ustedes. Este es un caso similar.
“Si se pudiera invertir toda esta cantidad de dinero en crear empleos y producir estos alimentos en Cuba, sería invertir en el propio país. El reto está en cómo generar interés entre los jóvenes para que se queden en el sector agrícola”. Y de ahí se deriva otra prioridad impostergable: “lograr que muchos jóvenes que están migrando del sector rural al sector urbano, se queden en las áreas rurales.
“Otro reto es que nosotros queremos mostrar resultados en el periodo de tiempo más breve posible, para que podamos ganar en credibilidad. No todas las personas tienen la paciencia para esto porque la Agricultura no es lo mismo que construir un puente o un estadio. Esto se traduce en cómo satisfacer las expectativas de la población en términos prácticos”, subraya Nwanze.
Un “gran desafío, que es uno bien abarcador y está afectando a todos, son las consecuencias dadas por el cambio climático. Se están teniendo periodos de lluvia cada vez más cortos, hay degradación de los suelos, en fin, otras consecuencias que están afectándonos a todos y que son un desafío mayor. El hecho de que el gobierno haya identificado que los cultivos y la ganadería son factores importantes, parte del proceso de actualización, nos da mucha esperanza”. Y esa misma fe la transmite en la mirada, igualmente esperanzadora.
Tras este primer momento de conversación en el que satisfizo dudas globales, Granma quiso particularizar en la coherencia de la agenda del FIDA con la de su destinatario principal y, a la vez, razón de ser: los pequeños agricultores.
DEL SUSTANTIVO AL VERBO
Enfocando el lente en la seguridad alimentaria y las vulnerabilidades en este tema y —de otro lado— los peligros generados por el cambio climático, Granma quiso conocer, específicamente, el portafolio de proyectos que desarrolla el FIDA en este sentido, no solo en Cuba, sino en el mundo…
“El FIDA opera el único y más grande programa a nivel global, que lidia con la agricultura adaptada a los pequeños agricultores. Es un programa que, por sus siglas en inglés, se conoce como A.S.A.P. y tiene un fondo de 350 millones de dólares, dirigido específicamente a los pequeños productores.
“Inició en el 2012 y estará funcionando, al menos, hasta el 2020 (…). No es un préstamo, es una donación que busca ayudar a los agricultores en cuanto a tecnologías agrícolas nuevas, el ahorro de agua, la evaluación de las fuentes de agricultura, tener variedades resistentes a las sequías y a las inundaciones, la evaluación en cuanto a los riesgos del cambio climático, el seguro en caso de incidentes para estos agricultores.
“Es decir, un gran portafolio que tiene una gran arquitectura global y nosotros estamos participando activamente en las conferencias internacionales sobre cambio climático y estaremos participando en la próxima que se celebrará en diciembre en París”.
NO ESTAMOS EN CUBA COMO DONANTES, SINO COMO SOCIOS
Por la riqueza del tema, Granma se interesó en conocer otros detalles del proyecto y cómo la experiencia en Cuba influye en la estrategia de esa organización de Naciones Unidas para con nuestra región. En comunicación vía electrónica, Iván Cossio —gerente de programas de la División de América Latina y el Caribe—, ofreció sus impresiones.
Primero recordó que para FIDA ser la única institución financiera internacional especializada en desarrollo rural, “marca nuestra identidad institucional y significa que trabajamos para que el hambre y la pobreza rural desaparezcan. Intentamos llegar a donde no llegan otras instituciones internacionales, trabajando siempre con las poblaciones más desfavorecidas y, a menudo, más distantes de los grandes centros urbanos”.
En torno al proyecto, observó: “Vuelvo a repetir la idea del presidente Nwanze: no estamos en Cuba como donantes, sino como socios”. En este sentido, el FIDA quiere contribuir en diversos ámbitos: incrementar la producción de alimentos de Cuba mediante el incremento de la productividad de las cooperativas agrícolas en la región oriental; fortalecer las cooperativas agrícolas para conseguir que sean todavía más protagonistas de la vida económica cubana; así como incrementar el nivel de seguridad alimentaria del país.
“También, profundizar y potenciar aún más la ya excelente relación de colaboración entre el FIDA y el gobierno cubano; y aportar a todo lo anterior la experiencia internacional de la organización”.
Igualmente, Cossio trató algunas cuestiones introducidas por nuestro diario sobre la cartera de oportunidades que pudiera derivarse, para el sistema de la agricultura, de la nueva Ley de Inversión Extranjera en Cuba. Y aclaró: “la colaboración del FIDA con el gobierno y la población rural cubana va mucho más allá de un mero préstamo. Nuestra estrategia no es simplemente prestar dinero y esperar por el pago de esos préstamos. Queremos que (…) tenga un impacto realmente positivo en el bienestar de las familias rurales, y por eso nos implicamos en el diseño de los proyectos, acompañamos su ejecución, compartimos la experiencia que obtuvimos en otros países para que pueda ser aprovechada”.
Respecto a si resulta efectiva la organización por cooperativas existente en nuestra nación, valoró: “es tan efectiva que produce cerca del 80 % de los alimentos en el país, aunque esto todavía no es suficiente para cubrir las necesidades alimenticias del pueblo cubano. Para nosotros, es una suerte poder trabajar con organizaciones con tanta solidez y tradición. No nos sucede frecuentemente. En muchos países, lo primero que hay que hacer es apoyar la formación de organizaciones de pequeños agricultores. Este paso ya está dado en Cuba, lo que es un gran avance, aunque obviamente hay cosas que pueden fortalecerse.
“El modelo económico cubano se está actualizando y las cooperativas deben adaptarse a nuevas estrategias económicas y también al uso de nuevas tecnologías productivas, de nuevos métodos de cultivo y de gerencia. El FIDA y el gobierno cubano comparten la visión de una sociedad en la que no existan ni el hambre ni la pobreza, en la que todas las personas vean satisfecho su derecho a una adecuada alimentación y a unos adecuados medios de ganarse la vida”, dijo.
—¿Cómo ve a la región de cara a los desafíos que se imponen?
—Durante los últimos años, casi todos los países de América Latina y el Caribe han disminuido de manera importante sus niveles de pobreza en general, pero los niveles de pobreza rural han disminuido bastante menos. ¿Por qué? Porque actuar en las áreas urbanas, donde la población está concentrada y cerca de los grandes centros de decisión, es más fácil y rentable políticamente que hacerlo en áreas alejadas y de población dispersa, donde es más difícil actuar. Y lo que se hace es menos visible, tiene menos rédito político.
“Nosotros apoyamos a los gobiernos para que pongan en marcha programas dirigidos a estas poblaciones rurales vulnerables. Programas para atender las necesidades de pueblos indígenas y afrodescendientes, de mujeres y jóvenes. Apostamos por los pequeños agricultores, porque son quienes alimentan al mundo.
“Y ellos tendrán que seguir haciéndolo en un planeta que pronto alcanzará los 8 000 millones de habitantes. Su tarea es esencial y tiene que ser apoyada y fortalecida. Va en ello el futuro no solo de ellos, sino de la especie humana”.
Tomado de Granma