El papel del Gobierno cubano fue extraordinariamente importante
Autor: Enrique Moreno Gimeranez | enrique@granma.cu
26 de junio de 2020
La vida de Humberto de La Calle está indisolublemente ligada a la historia más reciente de la política en la República de Colombia. En la trayectoria de este abogado, profesor y diplomático resaltan momentos relevantes como su desempeño en la responsabilidad de ministro de Gobierno bajo el mandato de César Gaviria, con el encargo de representar al ejecutivo ante la Asamblea Nacional Constituyente de 1991; en calidad de vicepresidente de la República en el gobierno de Ernesto Samper, de 1994 a 1996 (hasta su renuncia), ministro del Interior en el mandato de Andrés Pastrana y, más recientemente, candidato a las elecciones presidenciales de 2018 en la nación sudamericana.
Sin embargo, millones de colombianos asocian a Humberto con un hecho trascendental para su país, anhelado históricamente por varias generaciones: la paz en Colombia.
De La Calle fue jefe del equipo negociador, por parte del Gobierno de Juan Manuel Santos, en el Proceso de Paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (farc-ep), desde el año 2012 hasta llegar al momento del Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera en Colombia, firmado en La Habana en 2016.
De la labor de la Mayor de las Antillas en los diálogos de paz, de la situación política de su país en la actualidad y de los últimos episodios de las relaciones entre ambas naciones, comentó a Granma Humberto de La Calle, ese hombre que afirmó, desde esta Isla, aquel memorable 24 de agosto de 2016 que: «La mejor forma de ganarle a la guerra fue sentándonos a hablar de la paz».
–¿Cómo valora el papel de Cuba durante el proceso de paz de su país?
–El papel del Gobierno cubano fue extraordinariamente importante. Resultó uno de los ingredientes necesarios para lograr el éxito del Acuerdo. Destaco la tarea de los diplomáticos y funcionarios que acompañaron a las dos delegaciones. Una labor desarrollada en medio del mayor profesionalismo.
«Cuba entendió de manera cabal su papel de garante, en asocio de Noruega, en una negociación directa entre las partes. En tal sentido, fue absolutamente neutral, precisamente como se esperaba. Los dos garantes fueron prenda de garantía para las partes y recibieron de nosotros un amplio margen de confianza que manejamos con tino y discreción. En mi primera visita como jefe de la delegación al entonces Presidente Raúl Castro, este dejó claro esa postura: “Cuenten con todo el apoyo de Cuba, pero de nuestra parte no habrá desviaciones ni interferencias”. Y también debo resaltar la generosidad de nuestros anfitriones durante ese largo periodo, así como el cariño del pueblo cubano, desplegado sin mezquindad para hacer más grata nuestra estadía».
–El cuarto informe de implementación del Instituto Kroc de Estudios Internacionales de la Paz, de la Universidad de Notre Dame, presentado el pasado 16 de junio recoge que, hasta noviembre de 2019, más de la mitad del Acuerdo de Paz estaba en su fase inicial de implementación. ¿A qué se debe este hecho?
–Hay avances en el terreno de la reincorporación de los excombatientes. Pero el actual Gobierno colombiano, y destacados jefes del partido de gobierno, han reiterado que su tarea se centra en atender a los que llama «guerrilleros de base». Eso genera un sesgo que ha conducido a que haya temas estructurales, que son una hoja de ruta para Colombia, más allá de las partes en La Habana, que están francamente congelados.
«Una genuina reforma rural integral sigue siendo una tarea pendiente, al igual que la reforma política. En cuanto a la justicia transicional, para nadie es un secreto que el Gobierno presentó de manera inadecuada objeciones a ella, por fortuna, fracasadas. Creo firmemente que es un error dejar de lado el Acuerdo que significó la cesación de enfrentamientos cuya duración excede el medio siglo».
–También resulta alarmante que hasta el momento ya sean más de 200 los excombatientes de las farc-ep asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz. ¿Cómo dejar definitivamente atrás la violencia en su país?
–Cumplir integralmente el Acuerdo es la mejor receta. En el caso, por ejemplo, de los cultivos de uso ilícito, la sustitución voluntaria genera un impacto más sostenible. El uso de la fuerza deja abierta la puerta para la resiembra de la coca, como lo señala Naciones Unidas en sus informes.
«Soy cuidadoso con las palabras. La muerte de líderes sociales y de personas que han estado involucradas en el delito de rebelión, no es totalmente nueva. No se le puede cargar la mano al Gobierno como si hubiera inaugurado esta hecatombe. Pero la incertidumbre creada sobre el Acuerdo ha contribuido a esa alarmante cifra, a la cual hay que sumar la muerte de otros líderes. Tal es el caso, por ejemplo, de los defensores de derechos humanos».
–La Mesa de Diálogos de Paz entre el Gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (eln), se venía realizando en La Habana, hasta su conclusión por decisión del Presidente Iván Duque. ¿Qué opinión tiene del papel de garante de Cuba en estas negociaciones?
–No estuve personalmente involucrado en esas negociaciones, pero tengo la percepción de que Cuba manejó el mismo rigor que exhibió en relación con las conversaciones con las farc.
–¿Cómo valora la decisión del actual Gobierno colombiano de desconocer el Protocolo de Ruptura, firmado en el marco de las negociaciones de paz por el Gobierno de Colombia, el eln y los países garantes?
–Una gran equivocación. Los protocolos de ruptura son milenarios. No habría posibilidad de diálogo si no se firman y se cumplen. El Gobierno tomó un camino equivocado y creó un problema que se ha convertido en un túnel sin salida. Y no se trata solo de Cuba, porque Noruega como garante y otros países también concurrieron a esos protocolos.
«Más allá de la forma jurídica, ese Protocolo no es un papel irrelevante. Es un compromiso jurídico y moral del Estado colombiano. El argumento de que fue suscrito por el gobierno anterior carece de toda validez».
–También en 2019 Colombia modificó su postura histórica de apoyo a la Resolución que cada año aprueba la Asamblea General de las Naciones Unidas en demanda del fin del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba…
–Un error de política exterior. El bloqueo viola elementales criterios de respeto a la dignidad humana.
–Por otra parte, el Alto Comisionado para la Paz del gobierno de Colombia, Miguel Ceballos Arévalo, declaró en alusión a la inclusión de Cuba en la lista de Estados Unidos de países que supuestamente no cooperan en la lucha contra el terrorismo, que la decisión del Departamento de Estado era un «espaldarazo» al Gobierno de Colombia y a su «insistente solicitud» para que Cuba le entregara a los miembros de la delegación de paz del eln.
–En efecto, esa declaración se produjo. Luego, en un debate de control político, el Gobierno colombiano sostuvo que no había hablado del tema con el Gobierno estadounidense. Pero el hecho es que el Comisionado entendió que era un apoyo a Colombia y la solicitud de ruptura del Protocolo de Salida. Algo muy grave. Generar o aplaudir esta decisión equivale a condenar a Cuba por honrar su palabra. Porque, además, para nadie es un secreto que Cuba ha colaborado con varios gobiernos colombianos para la búsqueda del fin del conflicto. A estas alturas es imposible mostrar actuaciones de Cuba dirigidas a fomentar el terrorismo en nuestro suelo.
–El Gobierno de Iván Duque anunció recientemente la decisión de mantener y consolidar las relaciones diplomáticas con Cuba...
–Pues así debe ser. Hacía tiempo que Colombia había adoptado un esquema abierto en sus relaciones exteriores. Ahora vemos una actitud distinta frente a Cuba que nos aísla del panorama regional y que constituye, además, un acto de desagradecimiento frente a un país que se la ha jugado por la finalización del conflicto armado. Ojalá esas palabras sean una realidad y que se logre superar el asunto del Protocolo para recuperar el ambiente de solidaridad mutua que nos ha sido muy útil.
–Varios congresistas de la República de Colombia instaron el pasado 15 de junio «a que el gobierno de forma explícita reitere su compromiso con el rol de Cuba como país garante en el proceso de implementación del Acuerdo de Paz». ¿Respalda usted este pronunciamiento?
–Integralmente.
–A partir de su experiencia, ¿qué sugiere a cualquier equipo negociador que participe en un Proceso de Paz?
–Tener claro que lo que se firme, se cumple, más allá de las vicisitudes políticas posteriores. El negociador es la voz del Presidente, quien como Jefe de Estado y competente en la materia, compromete al Estado colombiano.
–Finalmente, ¿cómo define la situación actual en Colombia?
–Hay dificultades por la pandemia. Hasta ahora las cifras han sido buenas, pero preocupan los efectos sociales sobre la población, ya que el golpe a la economía y al empleo ha sido muy duro.
«Espero que los colombianos entendamos que una forma de atender a los más débiles es cumplir el Acuerdo en aquellas zonas señaladas como más flageladas. En vez de contradicción, la lucha contra la pandemia es complementaria del Acuerdo al menos en lo que dice en relación con las previsiones sobre desarrollos territoriales. Por lo demás, hay una dura confrontación política. Espero que logremos superarla para entender que la reconciliación es imperativa si queremos un país mejor».
(Fuente: Periódico Granma)