El entierro cubano de Mariana Grajales

Abr 29, 2015

El pasado 23 de abril se conmemoraron 92 años del entierro cubano a Mariana Grajales Cuello, en el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba. La excelsa patriota, nacida en la otrora villa santiaguera el 12 de julio de 1815, se sumó a la primera gesta por la independencia de la isla, a pocos días de su inicio, protagonizando antes un acto memorable, al hacer jurar a su esposo e hijos, ante Cristo: “[...] libertar la patria o morir por ella”.

Tenía 53 años de edad cuando marchó a la manigua, llevando con ella a sus hijos más pequeños. Allí —acompañada de otras mujeres de la familia— contribuyó activamente a la causa independentista, desde los hospitales de sangre del Ejército Libertador, atendiendo y curando a enfermos y heridos.

A pesar de la edad, de los rigores de la vida en campaña y el sufrimiento por la muerte de varios hijos y su esposo, mantuvo una actitud patriótica, alentando al resto de la familia a luchar o morir por la libertad de Cuba.

La vecina isla de Jamaica, fue su refugio una vez concluida la contienda en 1878. Se instaló en Kingston, en la casa vivienda registrada a nombre de Marcos Maceo Grajales —su hijo más pequeño—, en el No. 34 de Church Street, donde sufrió las severidades de la pobreza y la estrecha vigilancia de las autoridades españolas, que interceptaban sus correspondencias. Allí falleció, el 27 de noviembre de 1893, a los 78 años, a causa del Mal de Brights y congestión pulmonar, no sin antes pedir que cuando Cuba fuera libre, sus restos se trasladaran a su tierra natal para tener descanso eterno.

En cumplimiento de este pedido, en la dé­cada del 20 del pasado siglo, el Ayuntamiento de Santiago de Cuba promovió su traslado a la Patria y se creó la “Comisión para la repatriación de los restos de Mariana Grajales”. Con este propósito, en la tarde del 18 de abril de 1923 zarpó de la bahía santiaguera rumbo a Jamaica, el crucero Baire.

En la mañana del 22 de abril de 1923, en el Ce­menterio Católico Saint Andrew´s, en King­sto­n, se exhumaron los restos. En este ac­to estuvieron presentes personalidades de Cu­ba y Ja­maica, entre los que se encontraban el Sr. José Palomino, Presidente del Ayun­ta­miento de San­tiago de Cuba, el Cónsul de la República de Cu­ba, representantes del Con­sejo Territorial de Veteranos de Oriente y de la Gran Logia Orien­tal, así como Dominga Ma­ceo Grajales y otros miembros de la familia heroica.

El día 23 llegan a la ciudad de Santiago de Cuba los restos de la venerada patriota y son depositados en capilla ardiente en el Salón de Sesiones de la Cámara Municipal o Ayun­ta­miento, donde el pueblo cubano le ofreció su último adiós, hasta ser sepultados en horas de la tarde, con merecidos honores en el cementerio Santa Ifigenia.

Hoy recordamos a Mariana Grajales con profundo orgullo, no solo como la madre de los Maceo, sino también como una mujer que rompió las barreras de la época y se alzó como estandarte de la libertad, representante genuina de esa identidad cultural y nacional que se estaba gestando. Nuestro pueblo, en especial sus mujeres, continúan su obra con elevado patriotismo y humanismo, siguiendo su ejemplo.

Tomado de Granma