El arte de escribir

Nov 30, 2021

El Arte De Escribir

Por: Alí Ramón Rojas Olaya

La palabra escrita ocupa un papel preponderante en la obra de Simón Rodríguez. Éste concibe el libro y el periódico como instrumentos para la emancipación y como escudos culturales contra todo tipo de agresión. Por eso pide que libros y prensa no sean meras hojas compuestas de frases, sino que contengan "¡Ideas!…. ¡Ideas!, primero que Letras". Porque solamente con ideas es posible emprender el reto de comunicarnos, tarea fundamental en el proceso de formación de republicanos, que es condición para crear las nuevas repúblicas. De él dice Ángel Rama, ideólogo y fundador de la Biblioteca Ayacucho, "Simón Rodríguez propuso no un arte de escribir, sino un arte de pensar".

Los libros que escribió Simón Rodríguez son artillería del pensamiento. En sus páginas militantes hay arengas, lecciones, investigación, estudios comparados, humor, sarcasmo, crítica. Sobre el arte de escribir, explica que éste "se divide en dos partes: pintar las palabras con signos que representen la boca y pintar los pensamientos bajo la forma en que se conciben". De este modo la palabra escrita se contagia del vigor de la palabra oral, del temperamento que está presente en el acto personal de comunicarnos. Todo esto sin perder el rigor del texto y "dar a cada expresión su propio valor".

Y es que para Rodríguez "comunicar es hacer común, y común es lo que no pertenece a uno solo, lo que pasa de uno a otro, por un medio o de un modo cualquiera". Así, lo común, lo colectivo, el interés social pasa a ser el propósito primordial de la comunicación, porque a su vez la comunicación sirve para apalancar la idea de que la sociedad debe orientarse en función del bien común. Entre este patrimonio común que debe cuidarse está la historia, la memoria de los pueblos.

Para este visionario americano pedagogía y comunicación van de la mano: "los medios de comunicación que se dan en la escuela son calcular, hablar, raciocinar, escribir y leer porque sin cálculo no se raciocina, se habla para raciocinar, se raciocina para persuadirse y convencerse y para persuadir y convencer a otro. Y porque la escritura sirve para calcular, para acordarse, para comunicar a distancia, para instruir y para salvar del olvido los hechos interesantes". Por todo esto para Rodríguez es importante "destruir errores en la infancia; pronunciar, articular y acentuar las palabras; fijar su significación; ordenarlas en frases; darles el énfasis que pide el sentido; dar a las ideas su expresión propia; notar la cantidad, el tono y las figuras de construcción". Rodríguez escribe sus libros para construir ciudadanía. Está consciente de que una mayoría de la población es analfabeta. Por esto hace de la ortografía, la logografía y la tipografía su didáctica. Con esta ortografía fonética logra que se escriba como se habla. Esto explica que cuando oímos a un buen lector leer en voz alta sus textos sentimos el mensaje de una manera más efectiva, hay una identidad entre sonido y letra puesta al servicio de la política, es decir, del hacer el bien. Sobre esto explica Jorge Marcone en su lectura de La ciudad letrada de Ángel Rama, "la ortografía no sólo no debe domesticar el lenguaje hablado sino que ésta tiene que corresponder con este lenguaje de una manera tal que la ortografía misma es el ejemplo de cómo constituir el gobierno apropiado a las naciones hispanoamericanas".

El 19 de mayo de 1794 escribe su primera obra. Se trata de las "Reflexiones sobre los defectos que vician la Escuela de Primeras Letras de Caracas y medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento", en el cual Simón Rodríguez, además de abogar por el derecho de pardos y morenos a recibir enseñanza en igualdad de condiciones que los blancos y la creación de una escuela en cada parroquia, aborda la importancia del libro de texto en su propuesta de educación laica: "Apuren enhorabuena los unos toscamente las letras, y entiendan regularmente un libro para seguir las ciencias".