Diplomacia económica: Una perspectiva práctica
Diplomacia económica: Una perspectiva práctica
Por: Roberto Vizcaíno Martínez
El ejercicio de la diplomacia es una actividad milenaria cuyos orígenes se remontan al mundo antiguo. A medida que nos acercamos al momento actual, luego que la tradicional diplomacia bilateral se ha conjugado con la de tipo multilateral y han aparecido nuevos actores protagonistas de la política exterior de un país, estamos asistiendo a un progresivo cambio en la escena de las relaciones internacionales, alterando la diplomacia como se ha conocido hasta ahora.
En esta época contemporánea, con el fin de la guerra fría, la caída del campo socialista y el fenómeno de la globalización, se abona el terreno para el surgimiento de nuevas lecturas respecto del devenir de las relaciones internacionales. Los cambios en la estructura económica global, impulsados por los rápidos avances tecnológicos, tuvieron un impacto ineludible en la forma de entender la política internacional y la diplomacia.
Según Mark Leonard existen seis rasgos que definirán esta nueva diplomacia:
1.Extensión democrática a nivel global
2.La globalización económica cada vez más pronunciada,
3.Competencia en captación de inversiones y generación de exportaciones;
4.Globalización de los conflictos que fomentará la pujanza de las acciones multilaterales
5.Surgimiento de las Tecnologías de la Información y Comunicación;
6.Participación de la opinión pública y disolución de la política interior y exterior.
Como parte de esta nueva realidad, hay una consolidación de una diplomacia con perfil económico y una reorientación global de las estrategias nacionales en función del desarrollo de los países. Es cierto que la diplomacia con enfoque económico es tan antigua como la propia diplomacia tradicional. Al final, la diplomacia ha estado históricamente al servicio de la economía, tanto como de la política. Más de una vez, los intereses económicos han determinado la actuación política internacional de los países. Sin embargo, la nueva situación plantea un incremento de la competencia en un escenario volátil e incierto, genera mayores incentivos a las empresas a buscar el apoyo de los Estados, así como a estos a procurar condiciones más favorables para la internacionalización de los productos y servicios y su adquisición.
Se puede afirmar que en el mundo de hoy las relaciones económicas han tomado un mayor protagonismo en las agendas internacionales debido a que los vínculos entre los estados han hecho de la paz una situación estable y por tanto en la actualidad los estados luchan por aumentar su influencia económica y la de sus empresas.
Entonces, el intenso desarrollo y penetración mundial de las tecnologías y medios de comunicación, la movilidad de las personas y el capital, la preponderancia de los temas económicos y la nueva configuración mundial ha vuelto indispensable un replanteamiento del papel que desempeña la labor diplomática en nuestros días y ha exigido a los Estados a reflexionar y replantearse las necesidades más apremiantes en cuanto a los métodos y objetivos de trabajo internacional de sus instituciones y la formación y actualización de los funcionarios diplomáticos que los ejecutan. Podemos atrevernos a afirmar que estas pautas de comportamiento de los Estados en el nuevo orden mundial estarán caracterizadas por el predominio de la diplomacia económica, a través de la cual gestionan la inserción de sus intereses en el sistema económico internacional en función de apoyar su propio desarrollo y prosperidad.
La actividad de intercambio económico y comercial internacional seguirá siendo de vital importancia para el desarrollo de cada país, mucho más en las actuales circunstancias de crisis económica provocada por la pandemia del COVID-19 y la situación energética. Así, el enfoque económico en el ejercicio de la diplomacia adquiere notoria relevancia desde el momento en que la sustentabilidad y prosperidad de un país está basada en el desenvolvimiento de su sector económico externo a partir de la atracción de capitales, tecnología, turismo, adquisición de insumos y materias primas o la exportación de productos y servicios.
Y este es el caso de Cuba, donde los resultados del sector externo constituyen su sustento económico fundamental, en medio de un recrudecido bloqueo económico y comercial por parte de Estados Unidos.
Marco conceptual
Las relaciones internacionales, como disciplina de estudio y de aplicación práctica, constituyen un objeto de conocimiento diverso y complejo, el cual requiere la búsqueda de conceptualización de los hechos, fenómenos, procesos y sistemas, lo que es consustancial al ejercicio profesional y al rigor con el que se debe ejecutar esta actividad.
¿Qué debemos entender por Diplomacia Económica?
Encontrar una definición completa de diplomacia económica no es una tarea sencilla. Habría que partir, como ya se ha dicho, que la diplomacia actual se caracteriza por la multiplicidad de actores, procesos, instrumentos jurídicos y acontecimientos que conforman un complejo entramado. En adición, pocas actividades del género humano están tan permeadas de un enjambre de usos y costumbres consuetudinarias.
Los estudios teóricos de esta temática son de reciente data. Resultan escasas las investigaciones y análisis que han ido aportando diferentes definiciones de diplomacia económica, cada una con matizaciones dependientes del referente teórico que se selecciona.
Por otra parte, los expertos en la materia tampoco se ponen de acuerdo respecto a si es más apropiada la denominación de diplomacia comercial en lugar de diplomacia económica. En realidad, la utilización del término “diplomacia comercial” antecede al de diplomacia económica. El concepto más remoto fue planteado por el académico Oscar Straus en su obra “American Commercial Diplomacy” de 1911, donde define el primer término registrado. En ese sentido, expresa: “la Diplomacia Comercial es esencialmente una diplomacia de paz, de igualdad de oportunidades y de puertas abiertas, basado en la reciprocidad”. El abordaje de este asunto bajo el término de “Diplomacia Económica” es más reciente, destacándose los trabajos publicados en el año 2003 por los profesores Raymond Saner y Lichia Yiu pertenecientes al Instituto de Relaciones Internacionales “Clingendael”, en los Países Bajos, donde describen que la diplomacia postmoderna ha tomado roles divergentes ejercidas por una serie de actores. Para Saner y Yiu, la diplomacia comercial forma parte de la diplomacia económica; de la misma forma que otros estudiosos, como Maaike Okano-Heijmans, argumentan que la diplomacia comercial es un subconjunto de la diplomacia económica. Asimismo, el diplomático y académico canadiense Edward Potter destaca que son actividades separadas que “irrevocablemente están entrelazadas”. Y, por último, el Diccionario Diplomático expone que “la diplomacia comercial puede ser definida como parte de la diplomacia económica que tiene interés en las cuestiones comerciales”.
En realidad, este debate no es tan importante, pero el adjetivar a esta modalidad especializada de las relaciones internacionales como “diplomacia comercial” puede implicar una simplificación innecesaria de su alcance, pues el enfoque de este concepto tiene que ver con la vinculación entre las relaciones diplomática con la actividad del sector empresarial.
Por su parte, la diplomacia económica trasciende el accionar en función de las empresas y los negocios. Sus objetivos constituyen propósitos más amplios a fin de contribuir de una manera más tangible al desarrollo económico del país en su conjunto y no de gremios o sectores particulares.
Al final, nos adherimos a la perspectiva del concepto de diplomacia económica en su carácter más integral y abarcador.
La diplomacia económica debe entenderse como el conjunto de políticas, procesos y acciones a ser ejecutadas en el escenario internacional con el objeto de apoyar el desarrollo económico del país.
En otras palabras, representa el uso de los instrumentos y medios diplomáticos para alcanzar objetivos de política exterior de carácter económico en función de los intereses del país, sus empresas y los ciudadanos.
Alcance de la diplomacia económica
Los flujos cada vez mayores de capital, comercio, servicios, personas, ideas e información entre los Estados y entre las empresas han aumentado la necesidad y la importancia de una diplomacia económica efectiva para ayudar a facilitar el desarrollo económico continuo de los países, la integración al mercado internacional, así como la eficiente gestión de los riesgos y oportunidades. Las naciones usan la diplomacia económica para expandir el comercio y la inversión en el contexto de lo que se ha dado en llamar el declive de la soberanía en materia de política económica.
La actuación de la diplomacia en función de los objetivos económicos se encuentra explícitamente refrendada en las Convenciones de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 y Consulares de 1963.
Convención de Viena de Relaciones Diplomáticas (1961)
3.1.b) Proteger en el Estado receptor los Intereses del Estado acreditante y los de sus nacionales, dentro de los límites permitidos por el derecho internacional.
3.1.e) Desarrollar las relaciones económicas, culturales y científicas entre el Estado acreditante y el Estado receptor.
Convención de Viena de Relaciones Consulares (1963)
5.a.) Proteger en el Estado receptor los intereses del Estado que envía y de sus nacionales, sean personas naturales o jurídicas, dentro de los límites permitidos por el derecho internacional.
5.b.) Fomentar el desarrollo de las relaciones comerciales, económicas, culturales y científicas entre el Estado que envía y el Estado receptor.
5.c.) Informarse por todos los medios lícitos de las condiciones y de la evolución de la vida comercial, económica, cultural y científica del Estado receptor, informar al respecto al gobierno del Estado que envía y proporcionar datos a las personas interesadas.
5.g.) Velar, de acuerdo con las leyes y reglamentos del Estado receptor, por los intereses de los nacionales del Estado que envía, sean personas naturales o jurídicas.
Un aspecto que influye en la efectividad de la diplomacia económica es el grado de preparación de las empresas del país y su propensión a recurrir a las representaciones diplomáticas en el exterior en busca de apoyo. Con frecuencia las empresas no tienen una idea clara de las funciones que realiza la diplomacia, y del soporte que ésta les puede prestar. Esto se aplica no sólo a la diplomacia económica, sino al conjunto de los instrumentos de las políticas de internacionalización.
Muchas empresas no recurren al apoyo de la diplomacia, simplemente por desconocimiento, o plantean demandas que ésta no puede llevar a cabo. Sin embargo, se ha constatado que cuando lo hacen, se incrementa su acceso a los mercados internacionales y se logran mejores índices de rentabilidad, optimizando sus esfuerzos comerciales. En suma, la diplomacia económica es un factor que brinda un valor añadido a la actividad internacional de las empresas.
Estudios de casos evidencian que, en líneas generales, la efectividad es mayor cuanto menor es el nivel de desarrollo del país en la que actúa, y cuanto mayor es el control y papel del Estado en su actividad económica.
Existe una clara correlación entre el nivel de desarrollo de los países y la facilidad para hacer negocios. Para obtener información, ayudar a resolver conflictos y apoyar a las empresas en cuestiones logísticas, las representaciones diplomáticas tienen un papel potencialmente más importante en los países menos desarrollados, donde suele ocurrir que las dificultades con las que tropieza una empresa extranjera para realizar negocios suelen ser mayores que en los países desarrollados, por lo que es mayor su necesidad de apoyos. La información suele ser más escasa y más difícil de obtener y el marco legal resulta más complicado y menos transparente. Por otro lado, en los países en los que el peso de las empresas públicas y el papel del Estado en la actividad económica es mayor, la capacidad para que los gobiernos ejerzan una influencia política en apoyo de sus empresas, a través de diversos canales, entre ellos sus representaciones diplomáticas, es mayor que en países en los que domina la empresa privada y el libre mercado. En un país con alta intervención del gobierno en la actividad económica, un gobierno extranjero puede apoyar la consecución de contratos por parte de sus empresas ofreciendo compensaciones o propuestas de reciprocidad a la otra parte. En un país en el que las empresas actúan con independencia del gobierno, esto no es posible, obviamente.
La efectividad en los resultados de la diplomacia económica requiere el despliegue de diversas premisas fundamentales:
1.Claridad en el alcance de las líneas de actuación.
2.Diseño de una estrategia con objetivos precisos.
3.Mecanismos de coordinación con otros actores.
4.Preparación técnica de los funcionarios diplomáticos.
Claridad en el alcance de las líneas de actuación
La diplomacia económica se ha ido desdoblando en líneas de actuación especializadas que se colocan ahora al mismo nivel de importancia de los objetivos básicos tradicionales, tales como el mantenimiento de la paz y las acciones para impedir el uso de la fuerza en la solución de los conflictos entre países. Estudios realizados demuestran que la diplomacia económica suele resultar muy efectiva cuando se ejecuta de manera organizada y coherente, en el sentido de alcanzar objetivos concretos siguiendo una estrategia correctamente delineada. Sin embargo, no existe un consenso generalizado sobre cómo se debe desarrollar este tipo de diplomacia, por lo que es imprescindible ganar en claridad respecto al alcance de su actividad.
A modo ilustrativo, ofrecemos una lista de posibles líneas de actuación que brindarían contenido al trabajo diplomático con fines económico-comercial. Hemos preferido estructurarlo desde la perspectiva de un país como Cuba, dado la particularidad del contexto en que se desenvuelve su desarrollo económico y social, y a efectos de mayor concreción y utilidad práctica de los conceptos y valoraciones teóricas que aquí se manifiestan:
Contribuir al rompimiento del bloqueo norteamericano
La realidad confirma el criterio de que el bloqueo estadounidense contra Cuba permanecerá en el futuro, a pesar del rechazo casi unánime de la comunidad internacional. Hemos convivido con esta situación durante más de sesenta años, la que ahora se ha visto reforzada con creces. Conjuntamente con la denuncia internacional, la prioridad debe seguir siendo romper el cerco económico, comercial y financiero impuesto.
Resulta ineludible consolidar el trabajo diplomático en apoyo a la actividad comercial e internacionalización de nuestras empresas. En este sentido, la diplomacia económica debe enfocarse en buscar alternativas que nos permitan acceder a fuentes de financiamiento externo, poder manejar nuestros recursos financieros en/desde el exterior sin riesgos previsibles, reforzar y diversificar nuestro esquema empresarial externo, lograr mayor atracción de inversionistas extranjeros y proteger y ayudar a blindar a los inversionistas que apuestan por el país. Debe continuarse en la búsqueda de bancos y entidades financieras dispuestas a establecer relaciones crediticias y económicas con Cuba.
Particular diseño de acciones se requiere para el trabajo diplomático en Estados Unidos, donde será imprescindible, por un lado, no cejar en el empeño de expandir el lobby de empresarios comprometidos con el desarrollo de relaciones económicas con Cuba, que contribuya a agrandar las grietas abiertas en el imponente muro que constituye el bloqueo y, por otro lado, sistematizar las labores de difusión, por cualquiera de los medios a nuestro alcance, en relaciones con nuestra realidad, oportunidades de negocios y experiencias positivas en este ámbito.
Reforzar y defender la imagen del país
En el mundo globalizado en el que se vive, la imagen que un país proyecta hacia el exterior es un factor que afecta a su desenvolvimiento económico, pues influye sobre los resultados de la inversión extranjera, el turismo, la exportación de bienes y servicios y el acceso a la financiación. La imagen del país brinda valor añadido a las oportunidades que ofrece y valoriza su competitividad y capacidad de actuación. Se conforma a partir del análisis de muchas variables: situación económica (datos macro, productividad, eficiencia, rigor, seriedad, sistemas impositivos, etc.), calidad de vida, medio ambiente, seguridad y estabilidad social, régimen jurídico, seguridad social, etc.
Ahora bien, es necesario entender que constituye una ruta de doble vía, pues no solo depende de la manera en que se proyectan las bondades, ventajas, realidades, intereses, cultura e historia de un país, sino también a la forma en que dichos atributos y elementos son valorados desde el exterior. Existen entidades de valoración a nivel internacional que constituyen referencia obligatoria en este sentido. Aunque puedan surgir dudas fundadas sobre la neutralidad de sus análisis, lo cierto es que en materias como la inversión extranjera o el acceso a financiamiento las opiniones de estas agencias sobre un país determinado resultan cruciales.
Por lo anterior, es menester trabajar por la defensa y protección de la imagen del país. La campaña comunicacional desplegada alrededor del concepto Imagen Cuba y el trabajo en las redes sociales debe ser solidificado. La reciente adopción de la “Marca País de la República de Cuba”[8] como un signo oficial indicativo de la identidad y procedencia nacional de bienes y servicios, tenderá a fortalecer la identificación visual de la nación y contribuirá, sin dudas, a la transmisión y promoción adecuada de las ventajas, atributos y logros alcanzados por nuestro país. No obstante, se impone una valoración integral de este nuevo elemento en su inserción dentro de la política exterior, su trabajo comunicacional y la estrategia de diplomacia económica.
Promover y estimular las oportunidades de negocios e inversión
En este punto, se comprenden las actividades desarrolladas principalmente por agencias de promoción de exportaciones y de la captación de inversión extranjera que organizan eventos, seminarios y foros de negocios, participan en ferias y exposiciones y coordinan misiones comerciales en los dos sentidos (visitas a otros países e invitaciones para que visiten el propio país), entre otras.
Las actividades de promoción comercial ocupan normalmente un lugar primordial en la labor de las representaciones diplomáticas. En una mayoría de países, son las embajadas las que se ocupan de organizar o coordinar estas actividades, actuando como el brazo ejecutor de la agencia de promoción del país en cuestión. En el caso de Cuba, estas actividades son principalmente coordinadas por la Cámara de Comercio de Cuba, con el apoyo del MINCEX, la agencia ProCuba, y otras entidades.
Pero los funcionarios diplomáticos no deben adoptar una conducta pasiva o a la expectativa, ni actuar como simples ejecutores in situ, sino tienen además la responsabilidad de concebir y desarrollar sus propias iniciativas y actividades en el país en el que desenvuelven sus funciones, a partir de la posibilidad que tienen de establecer y expandir directamente sus relaciones con los sectores empresariales del país y las entidades de promoción de negocios y de cooperación y apoyo financiero y logístico local, el manejo de información actualizada sobre la realidad económica y las proyecciones de dicho país, y los contactos estrechados a nivel de organismos y agencias gubernamentales involucrados en estos asuntos.
Ahora se abre un tema nuevo para la diplomacia económica cubana: la promoción de oportunidades de negocios e inversión entre la comunidad cubana residente en el exterior que, incluso, pudieran tener como destino intereses a nivel de un municipio cualquiera del país o un objetivo económico como parte de la constitución de las nuevas MIPYMES. Por su novedad, este asunto requiere de estudio y adecuada planificación.
Canalizar y concretar proyectos de cooperación
El país tiene amplia experiencia en la implementación de proyectos bajo la modalidad de la cooperación internacional. Sin embargo, la dificultad principal que se ha manifestado en los últimos años es la carencia de proyectos para ser promovidos o, existiendo dichos proyectos, no cumplen con los requerimientos técnicos o informativos que se necesitan para ser insertados en los planes y presupuestos de organismos internacionales, gubernamentales o privados.
Resulta impostergable la promulgación de una cartera de proyectos que se encuentren soportados por un expediente y presentación que contengan todos los requisitos necesarios en materia de información y en el que se definan las prioridades principales.
Brindar apoyo a la actividad de inteligencia comercial. Recopilación de información clave
Las empresas y otros actores económicos que entran en los mercados internacionales precisan tener acceso a información confiable e imparcial, para desarrollar negociaciones comerciales, mejorar su credibilidad e imagen, identificar los socios potenciales, y/o necesitan ser capaz de manejar conflictos de manera efectiva.
La función de la información consiste en la observación y transmisión al país de origen de datos referentes a las condiciones económicas, políticas, sociales, etc., destacando la vinculación, riesgo o valor de los mismos para el propio país. A esta actividad de recopilación de información se le denomina “inteligencia comercial”, que tradicionalmente ha resultado una función clave de los diplomáticos. En la actualidad, dicha labor ha cobrado una nueva dimensión. En vistas del proceso de globalización que avanza y crece (sobre todo a nivel económico y de las comunicaciones), los diplomáticos tienen que asumir el nuevo rol de descubrir nichos de oportunidad que, de materializarse, pudieran generar beneficios para su país.
En la situación de nuestro país, donde las empresas y los actores económicos generalmente tienen limitados recursos financieros y tecnológicos para dedicarle a la actividad de inteligencia comercial, el trabajo de las embajadas en función de tributar información de todo tipo sobre las potenciales contrapartes, intereses, situación económica, estabilidad social y política, solvencia financiera, legislación y prácticas comerciales, requerimientos técnicos, etc., se constituye en un eslabón imprescindible para la planificación estratégica y el desarrollo de las gestiones externas de los empresarios nacionales y la consecución de objetivos económicos relacionados con el comercio exterior, la inversión extranjera, el turismo, la cooperación y otros.
Utilización de la capacidad de influencia, contactos y nivel de relaciones
Históricamente, una de las funciones características de la actividad diplomática ha sido el de cultivar una extensa red de contactos y relaciones a todos los niveles en el exterior y utilizar esta capacidad de influencia en función de los intereses del país que representan.
Lograr el apoyo político local a favor de una empresa, institución u otro tipo de actor económico es un escenario ideal en cualquier situación. En casos de conflictos, disputas o problemas legales, el nivel de relaciones debe ser útil y la representación diplomática es el canal adecuado para encauzarlo.
Al contar con un alto nivel de relaciones y capacidad de influencia en el exterior se viabilizaría la concertación de acuerdos comerciales gubernamentales a fin de minimizar las barreras u obstáculos al comercio (reducción y eliminación de aranceles, incentivos fiscales y otros), compensación y renegociación de deudas, etc.
Participación en el marco institucional y multilateral del comercio y las relaciones económicas internacionales
Resulta crucial la participación de los gobiernos en el sistema institucional internacional que tiene relación con las actividades económicas: OMC, UE, ONUDI, instituciones financieras y de cooperación multilaterales, etc. A través de esta intervención los gobiernos buscan defender sus intereses, contribuir a la protección apropiada de sus bienes y servicios, obtener financiamiento para proyectos de cooperación, reducir las barreras al comercio (como aranceles y obstáculos no arancelarios) para sus empresas y reducir los riesgos para sus operaciones.
Asesoramiento técnico y apoyo logístico
Una de las actuaciones comunes de cualquier misión diplomática es la asistencia in situ desde el punto de vista técnico y logístico a las instituciones gubernamentales, empresas y demás actores económicos. Las embajadas muchas veces se constituyen en facilitadores de la gestión empresarial en el exterior, donde se destaca su participación en la preparación de foros de negocios, encuentros bilaterales, información sobre funcionamiento del mercado, sistema jurídico imperante, localización de asesoramiento adecuado en diversas materias (legales, financieros, fiscales, bancarios, etc.), usos y costumbres, selección de recursos humanos locales, solución de conflictos y otros. Aunque la labor de aseguramiento logístico también es importante estará siempre limitada a la disponibilidad de recursos tanto del interesado como de la propia representación diplomática.
Identificar fuentes de financiamiento
En principio, las misiones diplomáticas no actúan de forma directa en la concertación de instrumentos de apoyo financiero. La aprobación de créditos para operaciones comerciales o de inversión, las coberturas de seguro de crédito a la exportación y de otro tipo tiene sus propios mecanismos y procedimientos que deben cumplirse sin excepciones. Ahora bien, las representaciones diplomáticas pueden tener una participación indirecta o de apoyo. Pero en las circunstancias de Cuba, donde se nos ha limitado el acceso a estos mecanismos, la labor diplomática en este sentido adquiere una relevancia superior. Aquí de lo que se trata es de identificar nuestras posibles contrapartes. Lo que se requiere, cada vez más, es que se encuentren puertas que podamos abrir.
Trasladar experiencias, iniciativas y prácticas de los países donde están establecidas
Las misiones diplomáticas viven el día a día del país en el que están establecidas. Están sobre el terreno. En primer lugar, como hemos explicado, proveyendo de información clave sobre el país o la potencial contraparte o institución a la que se pretende acceder y, en segundo lugar, desplegando su red de contactos y relaciones. Todo esto les posibilita transmitir experiencias y prácticas que pudieran ser valoradas a efectos de su aplicación en el país que representan.
b) Diseño de una estrategia con objetivos precisos
Como hemos visto, la diplomacia económica se conforma a partir de una conjunción de políticas, procesos y acciones que requieren de una adecuada planificación estratégica. La improvisación con la que a veces nos proyectamos en el desarrollo de actividades institucionales no deben caracterizar la política exterior económica del país. Lo cierto es que la interrelación entre el comercio, los negocios empresariales, la política de inversión extranjera y las relaciones exteriores se hace todavía de manera muy empírica, dependiendo muchas veces de la impronta y experiencia de los embajadores y los funcionarios diplomáticos que atienden la actividad.
La dinámica en esta actividad debe partir del diseño y la definición de políticas y estrategias en función de objetivos concretos y medibles. Un esquema coherente y objetivo de una política exterior con perfil económico resulta imprescindible a los fines del desarrollo económico del país
La base de éxito en este punto reside, fundamentalmente, en los siguientes aspectos:
Actualizar con sistematicidad (anualmente) la estrategia bajo el prisma de un “traje a la medida” que cada misión diplomática elabora y ejecuta con este propósito.
Dominar al detalle la política, prioridades y necesidades del país. No es realista pretender promover negocios o inversiones extranjeras para las más de cuatrocientas oportunidades registradas por el MINCEX. Lo básico sería hacer un ejercicio de interconectar oportunidades de negocios e inversión con posibilidades reales a partir de intereses identificados en cada país en el que están establecidas nuestras embajadas.
Evaluar la labor de cada misión diplomática en este sentido sobre la base del cumplimiento de objetivos concretos y nunca sobre la base de propósitos generales o declarativos que no resultan útiles ni medibles.
Conocer los elementos básicos del funcionamiento del sector externo.
Mecanismos de coordinación con otros actores
La conducta ideal para conformar una diplomacia económica efectiva debe estar precedida por una adecuada interacción institucional. La consecuencia fundamental es que uno de los principales propósitos de la diplomacia económica consistirá en armonizar los diferentes intereses de los actores implicados en la toma de decisiones y en la negociación en aras de alcanzar una posición común sobre los objetivos a lograr en beneficio del país.
La dificultad primaria radica en que el Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX), encargado de la política exterior del país, no es la institución rectora en el ámbito del sector económico externo. En este sentido, habría que tomar en consideración, además, que tampoco es el único actor en ejecutar dicha política exterior. El diseño de las políticas y estrategias del país en el marco del sector económico externo se elabora por las instituciones a quienes les competen. A modo ilustrativo, el Ministerio del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (MINCEX) es el encargado de definir las prioridades del país en materia de inversión extranjera, comercio exterior y cooperación, teniendo a organismos tales como el Ministerio de Industrias (MINDUS), el Ministerio de Energía y Minas (MINEM) y el Ministerio de la Industria Alimenticia (MINAL) tributando en este sentido. El Ministerio del Turismo en lo que a la actividad turística le compete. La Cámara de Comercio y ProCuba tienen un papel protagónico en la promoción externa de estas prioridades y oportunidades. Para mejor entendimiento, esto significa que, al momento de determinar las acciones y objetivos de la política exterior y la labor de las misiones diplomáticas en este propósito, el MINREX debe basarse en la política, proyectos y prioridades que definan estas instituciones antes mencionadas, constituyendo entonces una tarea condicionada y dependiente de los criterios y visión de terceros.
Por lo anterior, se desprende que la potenciación de resultados positivos en la labor diplomática en función de los intereses económicos del país solo será posible si se logra una interconectividad eficaz entre los principales organismos e instituciones involucradas. En este sentido, el papel fundamental del MINREX debería estar centrado en la coordinación de esfuerzos, a partir de su condición de organismo rector en la política exterior del país. Y ya sabemos que una coordinación efectiva es difícil de conseguir si no se establecen primeramente las bases sobre las cuales se asentará. Se aprecia (sin pretender que sea una práctica representativa) que el nivel de respuesta de la mayoría de los organismos e instituciones vinculadas a este sector externo en relación con los intereses y cuestiones planteadas por nuestras embajadas resulta insuficiente, caracterizada por la dilatación y ambigüedad y, en muchos casos, la propia ausencia de respuesta. A propósito, se aprecia una pobre interconectividad e intercambio de información entre el MINREX y MINCEX. Ambos organismos no tienen relaciones conveniadas de trabajo y no han establecido una rutina sistemática de encuentros, análisis de coyunturas, elaboración de estrategias, etc.
Para esto, sería conveniente tomar como punto de partida, al menos, las siguientes ideas: suscribir un convenio de trabajo del MINREX con el MINCEX y la Cámara de Comercio, con una sistemática actualización anual y crear una mínima estructura interna en el MINREX. Departamento de Diplomacia Económica) que, de manera especializada, atienda estos temas y ejerza la función de coordinación, además de auxiliar a las misiones diplomáticas en la comunicación e intercambio de información con los interesados en Cuba en función del logro de los objetivos propuestos, rediseñar los métodos de trabajo y objetivos de las direcciones regionales y de política del MINCEX y el MINREX.
Preparación técnica de los funcionarios diplomáticos
La propia complejidad técnica de los temas económicos y comerciales hace recomendable que, aunque la exigencia de especialización pueda no resultar práctica (no suficiente disponibilidad de recursos humanos), resulta ineludible que los funcionarios diplomáticos cubanos adquieran los conocimientos básicos necesarios en estas materias.
¿Cómo deber ser el perfil de un diplomático que favorece una actuación más eficaz en el ámbito económico?
Para empezar, debe haber adquirido capacidades, habilidades y conocimientos en los siguientes campos de actuación:
Técnicas y conceptos de la negociación comercial y la contratación internacional.
Familiarización con las cuestiones básicas en materia de barreras al comercio, acuerdos internacionales, políticas y estrategias de internacionalización, etc.
Conocer las oportunidades, prioridades y necesidades del país en materia de inversión extranjera.
Dominar la estructura institucional y procesos fundamentales en los que se desarrolla la actividad de comercio exterior e inversión extranjera.
Saber brindar el tratamiento diferenciado que requiere tanto el desarrollo de la colaboración e intercambio político con un país, como la concertación y ejecución de proyectos de cooperación como parte del comercio de servicios.
Resulta necesario elevar el nivel de preparación de los funcionarios designados para atender esta actividad en nuestras misiones en el exterior. Se aprecia un déficit importante en el quehacer diario de los diplomáticos cubanos en estas actividades.
Una estrategia de capacitación personalizada para este sector pudiera tener como ejes principales -pero no limitarse a ellas-, las siguientes acciones:
Diseñar y ejecutar seminarios-talleres de corta duración en materia de comercio exterior, inversión extranjeras y cooperación para embajadores y funcionarios de primer nivel del MINREX y el MINCEX, concebido para que se les imparta previo al momento en que deben salir a cumplir las misiones diplomáticas para las que hayan sido designados, o para los que se incluyan en el plan de rotación correspondiente. La ductilidad de esta propuesta permitirá acomodar su estructura, tiempo de duración y contenido a otras alternativas pedagógicas, tales como cursos de postgrado, talleres, diplomados, etc., según se requiera, pues su esquema de contenidos seguirá un mismo patrón pedagógico y didáctico.
Inserción selectiva, planificada y organizada de funcionarios diplomáticos en proceso de desarrollo en el sistema de cursos básicos y diplomados del Centro Superior del Comercio Exterior, la Inversión Extranjera y la Cooperación (CSCEIE), siendo preferible que dicha institución adapte y personalice ofertas académicas a las necesidades y requerimientos de dichos recursos humanos. Debe crearse la Especialidad en Relaciones Económicas Internacionales.
Los estudiantes de la Licenciatura en Relaciones Internacionales deben adquierir conocimientos técnicos y prácticos básicos de las actividades de comercio exterior, inversión extranjera y cooperación. En el actual Plan de Estudios de la carrera de Licenciatura en Relaciones Internacionales se aprecia una debilidad notable en estas materias, tanto por la ausencia de muchas de ellas, como por las insuficiencias del contenido que se imparte en otras afines. En adición, se carace de una coherencia temática en ciertas asignaturas que abordan algunos de estos aspectos. Una idea en este sentido, pudiera ser la creación de una asignatura que englobe todos los temas relacionados con la Diplomacia Económica para ser insertada en el Plan de Estudio del ISRI. Esta propuesta agruparía temáticas que aparecen hoy en las asignaturas de Función Diplomática y Consular III y VIII y las optativas: Organización y Técnicas del Comercio Exterior, Arbitraje Internacional y Derecho Económico Internacional, las que desaparecerían del Plan de Estudio, incluyendo materias que no se contemplan en el actual Plan de Estudios.
Conclusiones
Con la crisis económica, el desarrollo del sector externo se ha convertido para numerosos países, incluyendo a Cuba, en el principal elemento generador de ingresos, crecimiento y empleo.
La tendencia actual es hacia un reforzamiento del papel de la diplomacia económica efectiva en la comunidad internacional en función de apoyar el desarrollo del país.
La realidad del país coloca a las empresas en la necesidad de potenciar su desarrollo, y ganar en eficiencia y rentabilidad. Una alternativa principal en este sentido es la búsqueda de acceso al mercado externo. Las misiones diplomáticas en el exterior deben intervenir en apoyo de nuestras empresas con el fin de ayudarlas a vencer las barreras externas para su internacionalización exitosa. En nuestro caso, se impone además el desafío de apoyar la labor de los nuevos actores económicos (FGNE, MYPIMES, etc)
La cuestión fundamental es definir cómo organizar y estructurar mejor la diplomacia económica para que sea cada vez más efectiva. Coordinación, estrategia clara con objetivos concretos y “trajes a la medida”, e información oportuna y suficiente son la clave del éxito.
Es imperativo aumentar el nivel de conocimientos y especialización de los cuadros y funcionarios involucrados en estas actividades en los aspectos comerciales y económicos internacionales, incluyendo a los estudiantes del ISRI.