#Cuba, la decencia que nunca falta en la #ONU

Por Agustín Palermo (*)
Quienes creían que Fidel estaba descansando en paz desde el 25 de noviembre del año pasado, se equivocaron. El eterno comandante continúa vivo y dando pelea en donde menos el imperio se lo imagina. Razón tenía su amigo Gabo, cuando dijo que Fidel había preparado un cuerpo diplomático de primer nivel, convirtiéndolo en la mejor representación de la revolución cubana en cada nación.
Esta vez no fue la excepción, Cuba, en aquella tribuna mundial, en la voz de su Canciller Bruno Rodríguez Padilla volvió a desenmascarar la hipocresía del imperio y arrinconarlo. Si se recogiera todas las intervenciones de Cuba en las Asambleas de la ONU, se tendría la historia moderna de cómo David derrotó a Goliat.
Hay que decirlo con todas las letras: los cancilleres de algunos países, sólo llegan a ese evento por rutina y cuando les toca su turno expresan unas palabritas para quedar bien con todos; concluyen, se escuchan palmas y listo, y así van pasando los que siguen; actúan de esa forma porque el gendarme del mundo los quiere a todos alineaditos. Pero hay delegaciones que llegan revestidas de dignidad, independencia y soberanía, son pocas pero están.
Una historia aparte es la delegación de Cuba; es la más respetada, esperada, escuchada y ovacionada. Cuba es una autoridad moral y un baluarte de la verdad, por eso su canciller Bruno Rodríguez Padilla lo expresó a los cuatro vientos y en presencia de la representante yanqui: “Habla ella a nombre del Jefe de un imperio que es responsable de la mayor parte de las guerras que se libran hoy en el planeta y que asesinan inocentes, y es el factor decisivo de inestabilidad mundial y de gravísimas amenazas a la paz y a la seguridad internacional, pisoteando el Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas que cínicamente ella acaba de invocar.” Muchos en esa Asamblea quisieran decir lo mismo, pero nadie se atreve, sólo Cuba es capaz de hacerlo.
Mientras Bruno Rodríguez estaba hablando y las cámaras enfocaban a los participantes, éstos se veían sonrientes y con los ojos brillosos por la satisfacción de encontrar en Cuba la decencia que falta en el mundo.
Al igual que en años anteriores, el embajador del imperio sabe que tiene que escuchar y participar de las votaciones sobre la resolución cubana para el cese del bloqueo. Y tiene que vivir su vía crucis, escuchando el mensaje apabullante de Cuba, para luego ver el resultado abrumador de las votaciones en contra del bloqueo. Como fiel retrato del matarife de la Casa Blanca, la premiada para asistir a la ONU fue la embajadora Nikki Haley, quien en su intervención demostró ser del mismo ADN que Donal Trump: cínica, ignorante, mentirosa, embustera y prepotente. Esta vez, el Presidente de la Asamblea General de la ONU se equivocó en el momento de presentarla porque dijo: Ahora tiene el uso de la palabra la “excelentísima señora…” Lo que Haley tiene de excelentísima es lo mismo que Trump tiene de cultura: nada.
Bruno Rodríguez es un hijo de Fidel, y en su voz están las voces de los pueblos que luchan por un mundo más justo y más humano. Las siguientes palabras son una frase magistral de oratoria del Ministro de Relaciones Exteriores cubano: “Le recuerdo que los Estados Unidos, donde se cometen flagrantes violaciones de los derechos humanos que suscitan profunda preocupación de la comunidad internacional, no tienen ni la más mínima autoridad moral para criticar a Cuba, un país pequeño, solidario, de amplia y reconocida trayectoria internacional; un pueblo noble, trabajador y amistoso.”
¡Cuba siempre de pie, los Estados Unidos siempre de rodillas!
(Pensando Américas)
(*) Periodista colaborador de Pensando Américas