Contra AMLO, puros tiquismiquis

Sep 25, 2019

Por: Miguel Ángel Ferrer



A los reparos, quejas o críticas por cosas sin importancia se les llama tiquismiquis: “pelea por tiquismiquis”, “se enoja por tiquismiquis”, “reclama por tiquismiquis”. Y por extensión se le llama tiquismiquis a la persona que asume y practica este tipo de actitudes: “ser un tiquismiquis”, un ñoño, un mamón, un remilgoso, un melindres.

De este tipo de actitudes y de este tipo de personas se nutren las censuras, las criticas y las descalificaciones contra el presidente López Obrador y contra los actos de su gobierno. Ninguna crítica sustantiva, ningún argumento de fondo. Puros tiquismiquis.

Pero los adversarios de López Obrador no tienen alternativa. Cómo hablar de inflación desbordada si no hay inflación desbordada. Cómo censurar la devaluación del peso si no hay devaluación del peso. Cómo hablar de la caída de la bolsa si la bolsa no cae. Cómo hablar de represión contra los movimientos sociales y populares si no existe tal represión. Cómo censurar la continuación de las investigaciones del crimen de Ayotzinapa si es un acto elemental de justicia.

Y no es que en la agenda nacional falten temas de importancia. Pero tocar esos asuntos implicaría reconocer los múltiples y enormes logros del gobierno de López Obrador: fin del huachicoleo, fin del permiso presidencial para robar, retorno a la política exterior de no intervención y solución pacífica de las controversias. Y avances significativos en la redistribución del ingreso y en el combate a la evasión fiscal.

Tocar esos temas implicaría censurar a los miembros del Poder Judicial que se niegan a renunciar a sus escandalosos privilegios económicos. Y lo mismo y por la misma razón a los funcionarios del Instituto Nacional Electoral (INE). Y a los comentaristas que defienden la falsificación de facturas. Pero cómo censurarlos si son compañeros de banda, de pandilla. 

Es mejor y más conveniente ocuparse de tiquismiquis. Como las “excesivas vivas” de la ceremonia del Grito. O la participación en el desfile del 16 de septiembre de las carros tanque o pipas que combatieron el desabasto de gasolinas al inicio del sexenio y que, vencido en pocas semanas, ya ni quien se acuerde.

En vez de ocuparse de tiquismiquis podrían analizar el porqué del innegable respaldo popular a López Obrador y a su gobierno. Respaldo que, contra sus pronósticos y deseos, no baja del 70 por ciento. Apoyo y aprobación que, con absurdos remilgos, admiten hasta las casas encuestadoras más afines al pripanismo.