Con entusiasmo y realismo, Cuba se apresta a recibir a Obama

Mar 17, 2016

17 de marzo de 2016 

Por Jorge J. Hadad Capote 
 
Es innegable que el ambiente en la isla es de expectativa  y lucidez por el primer viaje de un mandatario estadounidense en casi 90 años.

Si bien es cierto que hay quienes han sentado demasiado optimismo en este acontecimiento, por fortuna no escasean las mentes claras que, si bien reconocen el entusiasmo que genera la visita,  aseguran que  lo que hay que evaluar no es  solo el beneficio  en materia de remozamiento intenso que a la larga quedará para  la capital, sino, principalmente si la misma sirve para lograr el levantamiento del "embargo impuesto para presionar un cambio de modelo político", que tiene como propósito "agobiar la vida del heroico pueblo cubano".

"Todo va a salir bien”,  parece ser la frase más socorrida de todos y cada uno de los  que se han visto vinculado a  las  labores de reparación de las principales calles y avenidas, pintura de fachadas de edificios más céntricos, remozamiento de paseos y jardines, impulso a los trabajos de reacondicionamiento del Estadio Latinoamericano  y la  señalización de las vías por las cuales se espera que circulará  la comitiva presidencial, entre otros. 

Como es sabido, desde hace años la isla cuantifica minuciosamente los millones de dólares de pérdidas anuales que  las mismas le han estado ocasionando durante más de 5 décadas, las cuales alcanzan, por cierto, cifras suficientemente altas no solo para la economía de un pequeño país subdesarrollado, sino para cualquier nación desarrollada. 

A pesar del pesado fardo que es el bloqueo norteamericano a Cuba, ello no han impedido que el gobierno conserve su esencia de sistema social  que, a pesar del proceso de actualización  del modelo económico en curso,  aún subsidia  a la  inmensa mayoría de su población. 

Los cubanos están conscientes de que  la estancia de Obama  abre un camino de esperanza para la  convivencia civilizada  y la cooperación mutua,  lo cual es, además, beneficioso para  la región. Pero el mero paso  del mandatario estadounidense por la Mayor de las Antillas  sin que  se levante el bloqueo será  una  visita más a este país que  se ha  reafirmado como  "paso obligado" incesante de altas personalidades de los cinco continentes.  

Obama usó su poder ejecutivo para flexibilizar las sanciones. Incluso hace pocas horas suavizó las normas vigentes para los viajes de estadounidenses a Cuba y autorizó a  los bancos a procesar transacciones del gobierno cubano que pasen, incluso momentáneamente, por el sistema bancario estadounidense, entre otras.  No obstante, la esencia del bloqueo a la isla caribeña se mantiene intacta y en los momentos actuales es rehén del Congreso estadounidense, dominado por los republicanos, partido cuyos candidatos a la presidencia no han ocultado su rechazo a la nueva política de Washington para con la isla.  

Sobre lo anterior, Cuba  insiste en que  el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto contra la Isla desde hace más de cinco décadas continua siendo el principal escollo en el camino hacia la normalización de vínculos. Si bien las medidas son un paso más en el camino hacia una relación diferente, habrá que sopesar el verdadero alcance de las mismas,  habida cuenta de que las que han sido adoptadas con anterioridad han demostrado poseer una  trascendencia limitada.