Cabalgando con #Fidel
Raúl Torres: Una declaración de principios en versos de amor
Por L Eduardo Domínguez y Dianet Doimeadios Guerrero
A capela, sin más música que la métrica de sus palabras. Así, a cuerpo limpio, sin su guitarra por escudo, fraterno y melancólico, nos recibió Raúl Torres. Con palabras cercanas, a veces tiernas, a veces épicas, que retratan a un hombre resistente, soñador, libre y comprometido, que es dueño de su vida y destino; venía él.
Tiene un cuerpo que por muy alto que parece cabe en un abrazo amigo. Intimista hasta en su forma de andar. Habla despacio, muy bajito, susurra lírica y sentimiento.
Mientras responde mis preguntas, juega con uno de los tantos dreadlocks que le cobijan y sigue desde lejos la melodía que se crea en el corazón de los Estudios Abdala, porque tiene que sonar igual que aquella que le ronda en la cabeza.
Al llegar nos dijeron que te esperáramos diez minutos, porque estabas en el estudio, con la luz en rojo. ¿Qué estás grabando?
“Una canción que es bastante nueva, la escribí hace apenas tres meses y la he cantado para mi círculo de amigos más cercano. Refleja lo que está ocurriendo en mi vida, cómo me siento ahora. Se llama Facebuuk, porque tiene que ver con la polémica que se crea en los muros –que son bitácoras–, con los post que colocan los amigos, los que no son amigos, los que se creen que son enemigos. Tiene que ver con este mundo de las redes sociales, con la nostalgia por los que no están, los que se alejaron, de eso va Facebuuk, que es así, con doble U”, recalca.
Mientras graban, pasan las horas que luego serán segundos, y por el estudio desfilan la flauta y el corno, el maestro Enrique Pérez Mesa y todos los instrumentos que caben en un escenario. ¿Dónde quedó la guitarra solitaria del trovador? Escucho un trocito de música y ahí la descubro, hay tanta trova debajo de esa sinfónica.
“Exactamente. Una canción bien trovadoresca, yo creo que es casi una canción tradicional. La guitarra canta también la melodía y siento que es tan cubana. En mi primera etapa, lo que más me caracterizaba era la canción de corte intimista, entonces, los amigos que se han ido del país se identifican más con mis composiciones de esa época y ésta, precisamente está dedicada a todos esos amigos que no están en Cuba hoy”, asegura el trovador.
Sigue con el rabo del ojo “al cámara” de Lester Hamlet, que está del otro lado de los cristales, captando planos para el video clip de Facebuuk, que llegará en el 2017, quizás antes. Habla de la musa, esa niña pasajera que lo arropa noche y día, y lo hiere en las madrugadas: “Esta cabeza no para, a veces quisiera que descansara aunque sea unos instantes”, desea quien asevera haber escrito más de 10 canciones y menos de mil quinientas.
“En todas mis composiciones hay una dosis de amor, incluso en las de corte social y quizás hasta en las más ácidas, que son las que pertenecen a mi etapa ‘sabinera’, pero siempre se me escapó esa cosa lírica de ver la vida desde una perspectiva romántica, en la canción diríamos. Esta canción es otra canción de amor, pero de principios también. Es como una declaración de principios dentro de una canción de amor”, confiesa.
Raúl, ¿por qué serle fiel a esa “novia” que es la Revolución –así le llama en su nueva canción–, y además cantarlo en todas las plazas?
“Va conmigo, creció conmigo. Ha sido un proceso de crecimiento inherente a mí espíritu. Yo me crié en un país socialista, con padres de izquierda, que me enseñaron e inculcaron muy bien quiénes fueron nuestros héroes, quiénes murieron para que pudiéramos tener un país como el que tenemos, cómo eran los tiranos, qué hicieron los tiranos con nuestro pueblo, cómo nuestros héroes fueron martirizados. Todo eso te va creando un pensamiento.
“Luego tuve la oportunidad de vivir en otros países, capitalistas. Pude sopesar y tener una balanza para comprobar por mí mismo y convencerme aún más de mi visión de la vida. Todos los amigos que me conocen de siempre saben cómo pienso, sin ir más lejos ahí están mis discos, los que grabé en Cuba antes de estar largo tiempo en el extranjero y los que hice estando allá, que tienen canciones de corte social y político también”, afirma.
No es adicto al café, aunque en “Julia” –poblado granmense– se cuele el mejor del mundo. Allí nació de la mano de una comadrona, en una casa con techo de guano, hace 50 años. Sin embargo, “es en Matanzas donde aprendo a tocar la guitarra, a escribir”, acota.
Raúl Torres es tan cercano a los jóvenes, a esa generación que casi estaba naciendo cuando Pablo Milanés lo presentó –y catapultó– en un concierto en La Habana, que es imposible imaginarlo fuera de ella.
“No tengo una máquina del tiempo, te lo juro, pero siempre estoy tratando de buscar, de experimentar en las nuevas tendencias y sonoridades, es una manera de no quedarme atrás, yo lo sé. Pero no es de eso de lo que se trata, es que me siento de una generación que resiste, que no se deja caer, quizás por eso mis expresiones tanto visuales como líricas, van acorde con la juventud de estos días.
“Sin embargo, mi público es multigeneracional, sinceramente creo que es más bien producto de lo que digo, escribo y trasmito. Ahora no me preguntes si tengo un truco para la juventud, porque lo desconozco, eso sí, tomo mucha limonada –ríe pícaramente– y mi abuelo también, que murió con 105 años hace dos. Ahora todo el mundo a tomar limonada”, jaranea.
Sus canciones se parecen tanto a él, que prefiere la poesía en carne viva, Baracoa se levanta no quedó en el papel y los acordes. Luego del paso del Huracán Matthew fue uno de los primeros en llamar al Ministerio de Cultura y decir que iba a instalarse allá, porque “no hay ciclón que desbarate el alma”.
“Baracoa fue una oportunidad maravillosa de estar cerca de esa gente tan necesitada en ese tiempo, sé que ahora menos. El ciclón se ensañó allí durísimo. Convivimos con ellos, estuvimos trabajando en diferentes comunidades, comíamos con ellos y escuchábamos sus anécdotas, cantamos allí. Fue una experiencia de las que me gustan a mí, de las que me hacen aterrizar, sentirme más humano.
“Un día le fuimos a cantar a los compañeros del Gobierno y del Partido y llegaron todos con las botas enfangadas y nosotros también estábamos así, por supuesto, y eso me gustó y dije, eso significa que se está trabajando mucho y realmente estaban y están metidos en todos esos lugares, sitios recónditos que se quedaron literalmente sin nada”, cuenta Raúl, quien trae a Baracoa clavada en el alma, aún no se ha podido desprender de aquella experiencia, “mira este es el pulóver de la Brigada Duaba”, me dice, como para que no se me escape ningún detalle.
Raúl Torres ha escrito una de las canciones más bellas de la trova cubana. Esa que si bien “otras musas más ligeras pintarán y tocarán otro destinos”, quien la haya escuchado en su voz siempre la recordará, el instante y su letra, porque Candil de nieve cala hondo, trastoca y enamora.
“Todas las canciones se aman, porque siempre hay en ellas un pedazo de tu vida donde te reconoces. Pero lo cierto es que todo el mundo me asocia con ella, también porque surgió en una época donde era necesaria esta canción, la gente también la tenía en su boca, como un candil, como lo que es”, afirma.
Una luz en las noches de La Habana es también el proyecto cultural que ahora Raúl dirige en el capitalino Barbaram Pepito´s Bar. “Se llama Candil de Nieve y lo hemos tematizado con la trova, no solo con el movimiento de la Nueva Trova, sino con la trova tradicional, el feeling… Es para el compositor comprometido, con la buena letra, con la buena canción. Allí tengo todos los sábados la Noche de Candil, donde hago mis canciones, toco mis estrenos y presento a algún invitado. Pero son varias noches, de martes a domingos. Es un espacio que hacía falta, para la gente que necesita escuchar canción. El Barbaram es esa propuesta, estamos abriéndonos camino, estamos creciendo ahora”.
Suena el teléfono y es su esposa, “la madre de Fidel Camilo, lo estamos esperando y debe llegar hoy, mañana o pasado”, me dice. Y el tema al cual los dos llevamos media hora rehuyéndole, por el fiero dolor que trae, acaba de aterrizar entre nosotros.
Vuelven las heridas que no sanan
de los hombres y mujeres
que no te dejaremos ir.
Hoy el corazón nos late afuera
y tu pueblo aunque le duela
no te quiere despedir
Hombre, los agradecidos te acompañan
cómo anhelaremos tus hazañas
ni la muerte cree que se apoderó de ti.
“No hay un precedente en la Historia, nadie que haya llevado a cabo una obra, un gesto, un servicio internacionalista como Fidel, quién se ha levantado así de esa manera y ha mandado batallones de seres humanos a ayudar a otros países, en condiciones difíciles, la mayoría de las veces, creo que eso es lo mínimo para agradecerle durante toda la vida. Fidel creía que con los seres humanos hay que ser lo más servicial que se pueda. Y yo también.
“De eso se trata, de hacer el bien. Mi papá me hizo muchas anécdotas, le debo a él mucho de cómo pienso hoy en día. Fidel llegó y nos puso un tesoro en las manos, que es hoy eso a lo que le llaman su legado, eso es un tesoro. Y en mi caso le agradezco mucho, porque me trajo hasta lo que soy hoy y sé que soy un hombre mejor, desde que tengo conciencia y conocí sobre Fidel, desde que me paraba en el patio del solar donde vivía con cinco años y pasaba un avión y gritaba ahí va Fidel, le debo mucho por el hombre que soy”, comenta el agradecido.
En el acto por el duodécimo aniversario del ALBA, el miércoles pasado cantaste Cabalgando con Fidel ante su hermano, muy cerquita de él. Puede apreciar cómo tratabas de no mirar a Raúl mientras cantaban, te vi aún muy afectado…
“Él también lo estaba”, respira profundo y se queda quieto. “Comenzamos a cantar nuestra canción y tuve que concentrarme muchísimo para poder terminarla, porque estaba muy sobrecogido y muy consternado, sobre todo al lado de Raúl. Era la primera vez que la cantaba cerca de él. Pude observar que él también estaba sintiendo la canción, al final de la canción me miró y me saludó, como suele hacerlo él, con la mano muy cerca de la sien, hizo un gesto de agradecimiento y yo me puse la mano en el pecho”, describe.
Parecía que era el Himno el que entonaban en el Palacio de las Convenciones y no una canción.
“Eso me asusta, mucho, me voy a remitir a otro momento, cuando hice la canción de Chávez, yo le puse El regreso del amigo, se estrenó un viernes en la mesa redonda y el lunes Fidel sacó una escrito que decía Perdimos nuestro mejor amigo, te das cuenta que hay una conexión. Admiro mucho a los grandes hombres, a los que me han aportado mucho.
“Fue impresionante ver a todo el mundo cantando la canción en el Palacio, si en algún momento yo me ponía nervioso y me daba un blackout, sé que el público iba a seguir cantando, porque se saben bien la letra. Sinceramente, yo no contaba con que esa canción fuera a trascender tanto después de la madrugada del 26 de noviembre. Todavía estoy sobrecogido con eso”. (Pensando Américas-CubaDebate)