Antonio Maceo y la dignidad de #Cuba

Por Diony Sanabia
La vida y la obra del insigne patriota Antonio Maceo se mantienen este 7 de diciembre, a 120 años de su caída en combate, como guías de los ideales de libertad en Cuba.
Una bala enemiga, salida de un fusil español, terminó la existencia física del llamado Titán de Bronce en la hasta entonces poco conocida finca Bobadilla, perteneciente a San Pedro, Punta Brava, en las inmediaciones de esta capital.
Sin embargo, las ideas del lugarteniente general del Ejército Libertador ganaron más vida y las historias sobre sus proezas pasaron a enriquecer la filosofía de lucha de muchos cubanos para alcanzar y mantener la verdadera independencia.
Aquella frase del hombre de tantas batallas: 'Quien intente apropiarse de Cuba solo recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha', tiene vigencia con la decisión de esta isla caribeña de defender innumerables conquistas.
Durante los últimos días, en el contexto del homenaje póstumo al líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, dicha aseveración adquirió más simbolismo y fue parte del discurso del presidente Raúl Castro en un acto de masas el pasado 3 de diciembre.
'Juremos defender la patria y el socialismo', puntualizó el mandatario antes de reafirmar la mencionada sentencia del Titán de Bronce, y cerrar sus palabras con 'Fidel, Fidel, hasta la victoria'.
Maceo también legó una de las dosis más elevadas de intransigencia revolucionaria cuando el 15 de marzo de 1878 rechazó la propuesta de paz ofrecida por el español Arsenio Martínez Campos.
Para el guerrero cubano, eran inaceptables las condiciones que intentaban poner fin al conflicto bélico iniciado casi 10 años antes sin conseguir los objetivos principales: la independencia absoluta del colonialismo hispano y la abolición de la esclavitud.
Conocido como la Protesta de Baraguá, el hecho trasciende hasta nuestros días por la decisión de defender la soberanía de la mayor de las Antillas hasta las últimas consecuencias.
Al momento de caer en combate, Maceo poseía en su cuerpo, según estudios históricos, más de 25 heridas de bala, y la leyenda de haber escapado sumamente grave de las narices de los españoles, incapaces de derrotarlo reiteradas veces.
Ese 7 de diciembre también partió a la eternidad Francisco Gómez Toro (Panchito), quien con 20 años de edad decidió 'morir al lado del general' y así pasó a ocupar un lugar destacado en la historia cubana.
Hijo del general en jefe, Máximo Gómez, el joven había escrito a inicios de 1896 a su progenitor: 'Me siento papá muy pequeño, hasta que yo no haya dado la cara a la pólvora, y a la muerte, no me creeré hombre. El mérito no puede heredarse, hay que ganarlo'. (Pensando Américas-Prensa Latina)