El plan estaba claro desde un inicio. Quienes han lucrado con el odio por más de medio siglo, no podían aceptar la presencia de Cuba en la VII Cumbre de las Américas de Panamá.
Ante la imposibilidad de revertir el hecho de que nuestro país asistiría a la cita hemisférica como resultado de una demanda colectiva de América Latina y el Caribe, la idea fue utilizar la coyuntura para tratar de humillar a la delegación cubana.
El escenario escogido fue el Foro de la Sociedad Civil, uno de los cuatro eventos paralelos a la Cumbre de Jefes de Estado.