Lamela, el paquidermo en una cristalería

Jul 29, 2025

Bien conocida es la metáfora que alude a la torpeza catastrófica en el actuar de una persona, comparándola con lo insólito de un elefante embravecido, en una tienda de artículos de vidrio. 

Pues eso es lo que recién hizo el médico Peter Lamela, el embajador designado por Trump, para encabezar la misión diplomática del país norteño en Buenos Aires, Argentina.

En su presentación en el Senado estadounidense el pasado 22 de julio, instancia donde debe ser aprobada tal designación, el susodicho se explayó en una retórica disparatada, que poco o nada tiene que ver con los buenos modales políticos que debe tener un diplomático, en particular de su alta investidura.

Sin sentido del límite, el próximo  embajador estadounidense en Buenos Aires explicó tranquilamente que su trabajo será “limitar la influencia maligna de China”, se comprometió a apoyar a Milei y su grupo político en las elecciones de medio término; como remate, le aseguró a los senadores que ejercerá las presiones del caso para garantizar una dura y definitiva sanción a la ex mandataria Cristina Kircher. 

Respecto al muy delicado tema de la reclamación tradicional de Argentina de las Islas Malvinas, asunto claramente refrendado reiteradas veces por la ONU, Lamela se limitó a recordar la política “neutral” de su país, según la cual no reconoce dicha soberanía, ni a Argentina ni al Reino Unido. Aquí no se puede culpar al flamante embajador, pero fue él quien recordó en su audiencia senatorial, que EEUU va contra uno de los asuntos que más consenso genera en la sociedad argentina.

Lamela, en modo procónsul moderno, desconoció de un planazo el derecho inalienable de la República Argentina de sostener y desarrollar relaciones políticas y vínculos económicos comerciales con cualquier nación, máxime con la República Popular China, tras Brasil el 2do socio comercial del país, con estrechos lazos en materia financiera. 

El procónsul simplemente cree que él podrá modificar esa relación de miles de millones de usd. Incluso amenazó a los gobernadores provinciales, donde existen negocios con el gigante asiático, bajo el supuesto que actúan con mucha independencia, desestimando que las prerrogativas para ello emanan del orden constitucional federal. 

Prometer que apoyará al oficialismo en el proceso electoral francamente no es ninguna novedad; es tarea ordinaria de las legaciones estadounidenses entrometerse en los procesos electorales ajenos. Lo que tal vez sea inusual es que lo diga, nada menos que el embajador, a voz en cuello, para el que lo quiera escuchar.

Sería hasta curioso averiguar qué pensarán algunos de los votantes del oficialista “La Libertad Avanza”, la agrupación política de Milei, al menos los que se precian de patriotas, si le espetan en la cara que sus eventuales logros electorales se deben a las gestiones del embajador estadounidense.

Comprometerse a garantizar “el castigo que se merece” contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK), es sin dudas una de las ideas más desopilantes del procónsul Lamela. Confiesa así, que ellos manejan la justicia argentina, y deciden la mejor manera de implementar el llamado lawfare. 

También aquí surge otra curiosidad, como habrán reaccionado los servicios especiales del país de Lamela cuando conocieron tanto sincericidio, al fin y al cabo, estos cuentan con generosos presupuestos para operaciones encubiertas, como la implementación del lawfare, que ningún alto funcionario federal puede exponer alegremente. 

Probablemente sea ilegal, claro en la burbuja floridiana de la mafia cubana americana, donde Lamela ocupa un destacado asiento, no suele funcionar esa legalidad. 
Pues si, hay que reconocer que el episodio muestra cierta coherencia dentro de la lógica mafiosa “exiliada”. El procónsul es de origen cubano, arribó de niño a EEUU e hizo una destacada carrera en el mundo de la medicina mercantilizada, donde valen más las habilidades para engañar a los pacientes que realmente curarlo.

No es una calumnia; MD Now Urgent Care, el nombre de la empresa especializada en urgencias médicas, fundada por Lamela, ha enfrentado no pocos escándalos en materia de maltrato de enfermos y familiares, estafas y hasta una supuesta violación del principio de la privacidad de los datos de los clientes/pacientes, como ocurrió en 2024, evento eventualmente maquillado como un ciberataque a su base de datos.

Pero nada de eso importa; amén de la ausencia de ética predominante en el “universo  de Mr. Rubio”, su jefe ahora, Lamela también tiene a su favor que donó no menos de 500 mil dólares a la campaña de Trump, con quien comparte vecindario en Palm Beach, cerca de la residencia de Mar-a-Lago; en la primera administración de este, el ahora plenipotenciario Lamela ocupó cargos, aunque menos relevantes o al menos de ningún interés para los argentinos. 

El procónsul no parece que las tendrá fácil en sus empeños intervencionistas, más allá de que el gobierno argentino ya comprometió efusivamente, al estilo Milei, que otorgaran de inmediato el  beneplácito al enviado trumpista.

En el resto del país, no se hizo esperar el rechazo en cascada, tanto en la sociedad y la política argentina y las redes sociales, al punto que varias aplicaciones de Inteligencia Artificial amablemente, catalogaron resumidamente de “polémicas”, las declaraciones de Lamela.

Varios gobernadores provinciales rechazaron con vehemencia, los planteos de Lamela. Desde Gustavo Melella, de la muy austral provincia de Tierra del Fuego, tan cerca del polo sur y tan lejos de Washington, pasando por Sergio Ziliotto de La Pampa, Ricardo Quintela, de La Rioja, y desde luego de Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires, de igual nombre que la capital. 

Otro tanto ocurrió en el Congreso Nacional argentino; ya fuera en el Senado como en la Cámara de Diputados, representantes de la oposición presentaron sendas reclamaciones, exigiendo declarar persona no grata al inefable Lamela, antes de que arribe al país, o que directamente el gobierno le niegue el placet a este personaje indeseable.

Y como no podía faltar, en su proverbial oficio de decir verdades en ráfaga, también respondió la aludida CFK, quien evocó a la Doctrina Monroe y como el tal Lamela intenta reflotarla, añadiendo que el agravio a la soberanía nacional recuerda los momentos en que Braden, el embajador de estadounidense de turno, le hizo la guerra a Juan Domingo Perón, destacando que la participación de Lamela en la justicia argentina, ya de por sí “teledirigida”, la degradaría aún más y con ello a la democracia en el país. 

Pero Lamela seguro ignora que si hay un pueblo que aborrece a los gringos, es el argentino. Sino lo cree, que se lea los resultados de un estudio realizado entre el 2005 y 2008, por GlobeScan, de la Universidad de Maryland, publicada por la BBC 2008, que arrojó que después Irán, el 2do lugar donde peor imagen tienen de EEUU es justamente en Argentina.

El caso Lemela muestra una vez más, en la ocasión a la opinión pública argentina, de que materia está hecha la mafia cubano americana; su forma de actuar es la típica de esa especie en extinción, con la que la Revolución cubana ha tenido que lidiar, actuando como testaferros de la oligarquía estadounidense. 

Ahora, lamentablemente le tocó el turno al pueblo libre de San Martín, de Martin Fierro y por supuesto, de Ernesto Che Guevara. 

Quizás las tropelías del embajador improvisado Peter Lamela sean una oportunidad; en perspectiva por ejemplo, recordar lo dicho por  Juan Bautista Alberti, afamado  literato de la Argentina del siglo XIX,: …”Si malo es el gringo que nos compra, peor el criollo que nos vende”. La pelota está en la cancha del pueblo argentino.