Hacia la cooperación internacional en educación para la integración de las Américas
Situación actual de la educación en las Américas
Durante los últimos 50 años se han logrado importantes avances en materia de educación en las Américas. En general, según todas las medidas de cantidad y calidad de insumos, actualmente las escuelas están en mejor situación que hace medio siglo. Los docentes han recibido más capacitación, las clases son menos numerosas, más alumnos tienen libros de textos y estos son de mejor calidad, se han revisado los planes de estudios de conformidad con los avances de la psicología cognitiva y de la ciencia. Las tasas de analfabetismo descendieron notablemente y el nivel promedio de educación de la población creció en forma ininterrumpida.
Con todo, estamos insatisfechos con nuestros sistemas educativos. En todo el continente, los estudiantes, los padres, los empleadores, los políticos, los medios de comunicación y otros se quejan de que no estamos proporcionando la educación que requiere el siglo XXI. Se critica a escuelas y universidades por la ineficiencia en el uso de los recursos, los bajos niveles de aprovechamiento de sus alumnos, la poca preparación para el empleo, los altos índices de deserción escolar y una formación intelectual, cívica y moral en general inadecuada. Estas críticas se oyen en todos los países, de Canadá a Chile (Carnegie Forum on Education and the Economy, 1986; National Commission on Excellence in Education, 1983; Schiefelbein et al., 1998).
En parte nuestra insatisfacción se debe a las ganancias registradas en la educación. Hace 50 años la escolaridad era un privilegio al que sólo tenía acceso una pequeña proporción de niños que procedían del segmento más opulento y educado de la sociedad. Actualmente casi todos los niños del continente asisten a la escuela, y provienen de todos sectores sociales y reflejan la complejidad y los problemas de la sociedad actual. A diferencia de lo que ocurría hace 50 años, la mayoría de los niños que asisten hoy a la escuela proceden de hogares pobres con un nivel de educación relativamente bajo. Viven en comunidades caracterizadas por niveles más altos de inestabilidad familiar, movilidad residencial y delincuencia. Además, existen hoy en día distracciones y peligros como la televisión y las drogas, que eran desconocidos hace 50 años y que compiten con los maestros por la atención de los escolares. Todos estos factores reducen el impacto posible de la escolaridad.
Estamos insatisfechos porque las ganancias en la educación no han sido suficientes para resolver problemas sociales y económicos arraigados y nos han dejado mal preparados para satisfacer retos futuros y explotar oportunidades. La educación que seleccionó y certificó a una pequeña proporción de la población para innovar y llevar la delantera en lo que en ese entonces parecían organizaciones políticas, económicas, sociales y religiosas relativamente estables, es hoy un anacronismo, una curiosa reliquia que persiste aunque ya concluyó su vida útil. Los cambios que encierra la globalización repercuten sobre todos los países de las Américas. Los efectos son intranacionales e internacionales y menguan la efectividad de las instituciones existentes pero también crean oportunidades para inventar y construir nuevas relaciones de mayor eficacia.