Las relaciones diplomáticas de Rusia con América Latina se remontan al siglo XIX, en la mayoría de los casos, con un acercamiento gradual en las últimas décadas a las aspiraciones mutuas de un mundo multipolar y más seguro.
El interés ruso por lo que acontecía en el Nuevo Mundo o hemisferio occidental es asociado al emperador Alejandro I, quien recabó de los embajadores reportes regulares sobre los sucesos en México, tras el Grito de Dolores encabezado por el cura Miguel Hidalgo, y los aires libertarios en el sur del continente americano.