Por Javier Ortiz
En la isla donde hizo historia, no hay calles con su nombre ni estatuas con su imagen. Fidel Castro pidió evitar esos homenajes. Cumpliendo su voluntad, la Asamblea Nacional cubana aprobó una ley prohibiéndolo, pocas semanas después de su deceso.
“El líder de la Revolución rechazaba cualquier manifestación de culto a la personalidad y fue consecuente con esa actitud hasta las últimas horas de vida” explicó el entonces presidente Raúl Castro, la noche antes de la ceremonia de inhumación en la ciudad de Santiago de Cuba.