Los medios de comunicación se regocijan por la crisis que la mayor parte de los gobiernos progresistas de la región atraviesan. Sus propietarios advierten, satisfechos, una posible oportunidad de recuperar lo que creen suyo: el poder. Nos hablan en nombre de la democracia, de la justicia, de la honestidad; y no se molestan en señalar que algunos de los diputados que impulsan la revocación temporal del mandato de Dilma también están fuertemente involucrados en casos de corrupción.