Por Leonardo Boff (*)
La gravedad de nuestra crisis generalizada hace que nos sintamos como un barco a la deriva, a merced de los vientos y de las olas. El timonel, el presidente, está acusado de delitos, rodeado de marujos-piratas, en su mayoría (con nobles excepciones) igualmente corruptos o acusados de otros delitos. Es increíble que un presidente, detestado por el 90% de la población, sin ninguna credibilidad ni carisma, quiera gobernar un barco a la deriva.