Un día negro para Luis Almagro. En su cara un joven le canta lo que es: asesino y marioneta de la Casa Blanca, instigador del golpe de Estado en Bolivia. Que no venga a dar lecciones cuando tiene las manos manchadas de sangre. En otra sala de la novena Cumbre de las Américas en Los Ángeles, al secretario de Estado Antony Blinken no le va mejor: varios reporteros lo increpan por utilizar la libertad de prensa para arropar a asesinos de periodistas y por sancionar y excluir a países de esta reunión. ¿Democracia o hipocresía?, se escucha por el altavoz este martes.
En realidad, esta cumbre borrascosa comenzó con un duro traspié diplomático para Estados Unidos, cuando varios presidentes de América Latina anunciaron que no irían por la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua dictada desde la Casa Blanca, mientras la página del Departamento de Estado todavía declama el carácter abierto y sin restricciones de la convocatoria al encuentro. Dice que "Estados Unidos ha demostrado, y seguirá demostrando, su compromiso con un proceso inclusivo que incorpora las aportaciones de las personas que representan la inmensa diversidad de nuestro hemisferio e incluye las voces indígenas y otras históricamente marginadas" (sic).