EE.UU. es el único país que ha lanzado bombas atómicas en el mundo. Fue en 1945, asesinando in situ en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki a unas 125.000 personas directamente y a un número similar de afectados durante los siguientes seis meses. En total, 250.000 seres humanos arrancados de cuajo de la vida, a los que cabría añadir una cantidad indeterminada que arrastraron las pavorosas secuelas lustros y décadas después de sendas detonaciones genocidas.