Quienes en Brasil conmemoran la muerte de un niño escoltados por su odio, están revelando un divorcio con parte de su propia humanidad.
La muerte no es el mejor de los inventos, aunque podemos elaborar teorías y explicaciones, ella siempre expone nuestras entrañas, nuestros defectos, nuestras ansiedades, nuestras arquitecturas emocionales, culturales o sociales.