30 de marzo, 2016
Por Yuniel Labacena Romero
No hay nada como un día detrás de otro. Tuve la oportunidad de presenciar el discurso del presidente Obama al pueblo de Cuba, el pasado 22 de marzo y, mientras le escuchaba, pensé en cuántos entre los de mi generación se dejarían arrastrar por la empatía, sin apreciar el doble filo de las palabras con las que intentó dibujar un Gobierno norteamericano dispuesto a olvidar la historia, o estimularnos la desmemoria a los de este lado del charco.