Por María Josefina Arce

La OEA, Organización de Estados Americanos, vuelve a confirmarse como un instrumento injerencista y servil a los intereses de Estados Unidos. El bloque hemisférico ha ido contra todo gobierno que se distancie de los dictámenes imperialistas y se ha inventado excusas para campañas mediáticas contra esas naciones.

La experiencia ya se vivió en la década del sesenta del siglo pasado contra Cuba. La naciente revolución cubana no era bienvenida en el circulo de naciones que solo buscaban contentar al poderoso vecino del Norte.

En 2016, desde Miami volvieron a escucharse amenazas de guerra cuando las calles de Nicaragua eran ejemplo regional de seguridad, paz y prosperidad; donde  un pueblo muy laborioso y pacífico mostraba orgulloso los avances socioeconómicos de los últimos años de gobierno sandinista, el cual había logrado la concordia nacional después de los peores experimentos bélicos de EE.UU.