La Organización de Estados Americanos (OEA) debería funcionar como un espacio de integración, mediación, resolución de los conflictos, defensa de las soberanías, respeto al derecho internacional, a la autodeterminación de los pueblos y defensa de los procesos democráticos pero, muy por el contrario, su rol ha sido el de la injerencia, la desestabilización de los procesos populares, la promoción de políticas intervencionistas y ha llegado al extremo de actuar como pieza fundamental en el golpe de Estado contra Evo Morales, en octubre de 2019.