#Venezuela, ¿crisis humanitaria o crisis de humanidad?

Por Agustín Palermo (*)
Las recientes elecciones en Venezuela indican que así como en el pasado el pueblo venezolano se acostumbró a los reiterados éxitos electorales con Hugo Chávez, ahora empieza a vivir otro periodo de triunfos con Nicolás Maduro. Por su parte la oposición, ese grupo de fanáticos violentistas, oportunistas y vende patria, seguirán viendo pasar la historia, que la está escribiendo el pueblo bolivariano, construyendo el socialismo del siglo XXI.
A estas alturas la dirigencia seguirá sacudiendo la mata, sin importar quién caiga, porque primero está la patria. Una revolución sin principios y sin ética no es otra cosa que una fachada sin esencia humana, eso es otra forma de traición. Es muy cierto que las grandes transformaciones sociales las hacen los pueblos, pero no existe ningún pueblo organizado sin liderazgo y no hay dirigencia que valga si no tiene conciencia revolucionaria y carece de una conducta ejemplar, por eso siempre serán eternos, hombres como Ernesto Che Guevara y Fidel Castro.
Mientras que las revoluciones han sido hechas por héroes y heroínas, que han escrito páginas gloriosas de la historia, la contrarrevolución no puede mostrar lo mismo; los enemigos del pueblo carecen de hombres y mujeres valientes, dispuestos a dar la vida por sus pueblos; ellos jamás estarán movidos por grandes sentimientos de amor. Eso significa tener tolerancia cero por la corrupción y por los corruptos, es ser coherente y consecuente con los principios, es acabar con el amiguismo y, entender que si el partido quiere asumir un papel decente en la historia de la revolución bolivariana, entonces tiene que purgar a los traidores, corruptos y arribistas. Este es el derrotero que tiene hoy el presidente Nicolás Maduro, quien hasta ahora ha sabido conducir el barco en aguas calmadas y en tempestades.
El gobierno venezolano sigue siendo asediado por el imperio y éste se sirve de la oligarquía nativa y de todos sus peones de América Latina, empezando por la mascota mayor, Pedro Pablo Kuczynski, quien en escasos días sería destituido o renunciaría a la presidencia por los casos de corrupción (la empresa brasileña Odebrecht realizó pagos por 782 mil dólares a su empresa personal Westfield Capital, entre 2004 y 2007); ese es el insigne demócrata que quiso darle lecciones al gobierno venezolano a través de ese cadáver llamado el Grupo de Lima. Mientras tanto en Venezuela la oposición que siempre encontró en Kuczynski a su mejor aliado por ladrar más fuerte y en inglés, repite hasta marearse, por órdenes de Washington, que en Venezuela hay una crisis humanitaria, queriendo justificar así, una intervención de las tropas del imperio en la tierra de Simón Bolívar. Al día siguiente de las elecciones del domingo 10 de diciembre, el Departamento de Estado de USA, desconoció la voluntad popular venezolana, cosa que ni la propia oposición había hecho, porque participaron y ganaron 25 de las 335 municipalidades.
No existe ninguna crisis humanitaria sino una crisis de humanidad, porque dentro y fuera de Venezuela, quienes se oponen al gobierno se caracterizan por robar, matar, mentir; carecen de decencia, honestidad y ética; están llenos de egoísmo y vacíos de humanidad. Esa crisis de humanidad será derrotada por los hombres y mujeres nuevos que forja la revolución bolivariana. (Pensando Américas)
(*) Colaborador de Pensando Américas)