Un soldado estadounidense al frente de la solidaridad médica de Cuba
Por: Jorge Luna*
La Habana.- La ayuda médica que Cuba brinda para enfrentar la actual pandemia, criticada por Washington y agradecida por miles en el mundo, recorre el planeta bajo el nombre de un heroico soldado estadounidense: Henry Reeve, quien luchó por la independencia cubana, como General de Brigada del Ejército Libertador.
En honor a ese héroe, el presidente cubano, Fidel Castro, constituyó el Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias 'Henry Reeve' en agosto del 2005, tras el devastador huracán Katrina, grado cinco, que azotó el sur de Estados Unidos, principalmente Nueva Orleans, Luisiana.
Huracán Katrina
Cuba fue el primer país en ofrecer asistencia médica, incluyendo el traslado de mil 100 galenos especializados en el enfrentamiento de desastres naturales, pero la administración estadounidense de la época, en perjuicio de la población damnificada, rechazó esa ayuda solidaria.
Con ese gesto, Cuba pretendía atender a los afectados por Katrina, que causó unas dos mil víctimas entre muertos y desaparecidos y 180 mil millones de dólares de daños materiales, muchos de ellos aún pendientes de reparación.
La cooperación médica cubana tuvo sus orígenes con la propia Revolución, con la participación de colaboradores en Chile y Argelia (1960) y luego en decenas de países afectados por terremotos, huracanes, inundaciones, epidemias y erupciones volcánicas.
Los médicos cubanos acudieron -en algunos países más de una vez- a Armenia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Indonesia, Irán, México, Nicaragua, Perú, Sri Lanka, Venezuela y, el 2014, a varios países de África, para enfrentar el letal virus del Ébola.
Los integrantes de una treintena de brigadas del contingente se unieron ahora a otras en 59 países y han atendido hasta la fecha, a 109 mil 211 pacientes de la Covid-19.
La Guerra Civil de Estados Unidos
Cuando en 1861 Abraham Lincoln se convirtió en el decimosexto presidente de Estados Unidos y fuerzas de varios estados sureños opuestos a su prédica antiesclavista lanzaron la guerra de secesión contra la Unión, Reeve tenía solo 11 años de edad y vivía con sus padres en Brooklyn, Nueva York.
Pero, apenas pudo, se incorporó a las filas de los norteños, que se impusieron a los esclavistas del sur en 1865, año en que Lincoln fue asesinado. El neoyorquino, quien ya vestía el uniforme azul del norte, acababa de cumplir 15 años.
En la denominada Guerra Civil -en la que murieron alrededor de 700 mil estadounidenses y tras la cual fueron liberados unos cuatro millones de esclavos- también participaron casi 200 mil combatientes afroamericanos en al menos 40 batallas principales.
La Guerra de los 10 Años de Cuba
Impactado por su experiencia en ese conflicto bélico, Reeve conoció -a los 19 años de edad- la causa de los independentistas cubanos emigrados a Estados Unidos y rápidamente se incorporó a una expedición rumbo a Cuba, dispuesto a enfrentar militarmente a las fuerzas coloniales de España.
Había abandonado en secreto su hogar en Brooklyn y, a bordo del vapor Perrit, al mando del general estadounidense Thomas Jordan, llegó a la Bahía de Nipe, en la costa norte del oriente cubano el 11 de mayo de 1869.
A las dos semanas, Reeve cayó prisionero y fue condenado a fusilamiento, pero los cuatro impactos de bala que recibió no fueron mortales y logró escapar hasta incorporarse, muy herido, al Ejército Libertador, con el que libró importantes acciones de guerra.
El inglesito
Una de las 10 heridas de bala recibidas a lo largo de la guerra lo obligó a una convalecencia de casi seis meses, en que se le debió adaptar una prótesis metálica a una de sus piernas y elaborar un aparato para fijarlo a la montura de su caballo.
Aun así, participó activamente en casi 400 batallas durante siete años. De Sargento de segunda en 1869, ascendió a General de Brigada, en 1873, pasando por los rangos de Teniente, Capitán, Comandante, Teniente Coronel y Coronel.
De baja estatura, los combatientes cubanos le decían respetuosamente 'Enrique, el americano' o 'El inglesito', reconociendo siempre su arrojo en el terreno militar.
Investigadores señalan que el 4 de agosto de 1876, gravemente herido y derribado de su caballo, se disparó un tiro antes de caer vivo en manos del enemigo español. Tenía 26 años de edad.
El Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal, describió así ese hecho:
'Impresionaba el disparo en la sien, como símbolo del valor y el decoro militar, los tiros de la ejecución fallida en la caja torácica, y la marca de otras tantas magulladuras. Pero sobre todo la pierna, la pierna deshecha, atada con cueros y varillas de metal, que sostenía a aquel nuevo batallador de la antigüedad en su concepto'.
(Tomado de Prensa Latina)