Sin enfundar ilusiones

Mar 20, 2016

 19 Marzo 2016  

Por Elsa Claro  

Es posible que Barack Obama reciba algunas sorpresas cuando ponga pie en La Habana este domingo. La difusión de falsedades sobre el proceso cubano (incluso las de los servicios de inteligencia) pudiera provocar que ignore que en la televisión nunca dejaron de exhibirse películas y excelentes seriales producidos en Estados Unidos, o que si tenemos un festival internacional de Jazz, se debe a que en la Isla se cultiva con esmero esa modalidad musical norteamericana de gran complejidad rítmica, que fusiona elementos africanos y anglosajones.

¿Sabrá de nuestras clases en inglés a distancia o en las facultades de casi todas las carreras? El inventario de cuánto se fomenta, procedente del gran vecino, puede resultar inmenso. Lástima que no ocurra en igual proporción en sentido inverso.

Pero este asunto tiene otros ángulos.

Podemos encontrarlos en parte de lo formulado por el profesor Jesús Arboleya, quien considera que la visita del presidente norteamericano, está precedida de “medidas que van saliendo a cuenta gotas, y favorecen fundamentalmente a empresarios, a ciudadanos norteamericanos –a los cuales su propio gobierno les privó de sus derechos durante medio siglo-; medidas que se concentran en cierto tipo de negocios con Cuba”.

Tiene razón el académico, pero sería excelente si estuviera equivocado cuando plantea que esas medidas o las por llegar, antes que normalidad sincera entre países se destina “(…) a la penetración de los Estados Unidos y al debilitamiento de Cuba frente su enemigo secular que busca ir desmontando progresivamente la capacidad combativa del pueblo de Cuba para defender sus conquistas, su soberanía nacional, su justicia social”.

A decir verdad, no es vulgar suspicacia la que anima esas consideraciones, puesto que el propio Barak Obama lo ha expresado en sus pronunciamientos públicos.

Quizás por eso el también profesor Fernando Martínez Heredia, en el mismo dialogo, asegura que no le están regalando nada a Cuba y advierte: “Obama va a decirnos que él viene a apoyar el progreso de Cuba, y a que los cubanos seamos más felices. El problema no está en lo que ellos digan, sino en cómo nosotros lo interpretemos, lo procesemos y estemos en capacidad de adecuarlo a la realidad del país”.

Alude, desde luego, a lo fácil que resulta ser embrujados por cantos de sirena cuando se atravesó por tan duras pruebas, agresiones y un tiempo muy ríspido, pero no son pocos quienes confían en términos absolutos en la virtud de quienes no se dejan idiotizar y conservan con integridad martiana los mejores valores tan arduamente ganados por las generaciones que nos antecedieron y las que, hasta aquí, no enfundaron sus ilusiones.

(Tomado de  Radio Progreso)