Rumbo a la integración #latinoamericana y #caribeña

Ene 26, 2017

Javier Larraín  P. *

Esta semana, en Santo Domingo, capital de la República Dominicana, cancilleres y jefes de Estado y de Gobierno de 33 países de nuestro continente —en ausencia de Canadá y los EEUU— se han dado cita para la V Cumbre de la Celac.

La coyuntura es, sin duda alguna, favorable para la consolidación de puentes integradores entre los pueblos de la región, especialmente en momentos en que el presidente estadounidense, Donald Trump, el lunes, ha dictado el acta de defunción al funesto Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica (TPP), promovido entusiastamente por su antecesor, Barak Obama. Y, fíjese usted, en menos de 24 horas de hacerse conocida la decisión de Washington, como castillo de naipes, se derrumba el gran megatratado con que las transnacionales pretendían sobreponerse a la soberanía de los Estados firmantes, de hecho, el lunes 23 el canciller chileno, Heraldo Muñoz, hizo pública la decisión de que su país también se restaba de continuar en la tratativa del TPP, ya que “sin EEUU no tenía razón de ser”.

Al tiempo de que el TPP manifiesta sus últimos signos vitales, la América toda, por unanimidad, declara sus intenciones de apoyo a los vecinos más golpeados del vecindario. En efecto, el conjunto de cancilleres ha dejado en claro que no tolera ni tolerará jamás el decreto con que la Casa Blanca, desde marzo de 2015, cínicamente ha apuntado a la Revolución Bolivariana como un país “peligroso para la seguridad interna de los EEUU”; por el contrario, Caracas ha recibido un espaldarazo para el ejercicio pleno de su soberanía, rechazándose de plano cualquier acto injerencista.

Y note usted que la declaración de los 33 cancilleres no es menor porque ya en diciembre Colombia firmó un acuerdo de cooperación con la también nefasta Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), esa multinacional terrorífica creada después de la Segunda Guerra Mundial so pretexto de enfrentar el “terror” soviético, pero que después de la desaparición de ésta solo ha desatado guerras en los lugares donde ha sentado presencia. O sea, ante la amenaza guerrerista de la OTAN nos cae más que bien la confirmación de que América es un territorio de PAZ, así con mayúsculas, y qué mejor demostración de la intención de diálogo regional que la civilizada relación entre Washington y La Habana, y, por supuesto, las mesas de negociaciones entre el Gobierno colombiano y el ejército guerrillero de las FARC. Como si lo anterior no bastara, los máximos dirigentes de nuestro hemisferio han puesto la mirada en los problemas reales que nos aquejan: complementariedad económica, erradicación de la pobreza, resguardo de la paz y la seguridad regional, confirmación de la autodeterminación de los pueblos. También se ha hecho hincapié en el apoyo a reivindicaciones históricas, como la devolución del territorio de Guantánamo a Cuba por parte de los EEUU.

Pero la fortaleza del cónclave, que reúne a mandatarios de distintas ideologías, se ha expresado en un honesto y respetuoso homenaje de todos los representantes de los Estados miembros al recientemente fallecido líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz.

Como ve, las instituciones multilaterales llamadas a integrar nuestros países desde lo político a lo económico, pasando también por lo cultural, se refuerzan, mientras que las otras instancias, esas mezquinas que se empinan para multiplicar las asimetrías entre pequeños y gigantes, se desploman groseramente. Parece que América comienza a salir de su laberinto,  los pueblos comienzan a andar; El Salvador tiene la última palabra como país que asume la presidencia pro témpore de la Celac. (Pensando Américas-Diario Cambio, de Bolivia)

* Profesor de Historia y Geografía