Raúl y Obama, la suerte está echada

Abr 16, 2015

Con cincuenta y cinco años de retraso, un presidente de Estados Unidos se ha comprometido a cumplir con un presidente cubano. Los apretones de manos y discusiones entre Barak Obama y Raúl Castro son un hecho histórico que, aunque no conllevan borrador de memoria, pueden anunciar un futuro diferente.

Obama se ha comprometido a eliminar el nombre de Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo, y esto es sin duda un paso importante; además de eliminar una idiotez absoluta, permite la eliminación de una serie de medidas relacionadas con el mismo, imprescindibles para continuar el diálogo y abrir el camino a nuevas aperturas, que verá el restablecimiento de las relaciones diplomáticas plenas con las embajadas respectivas. Relaciones que deberàn ser conducida por el pleno respeto de la Convención de Viena y no a la Doctrina Monroe.

Cuba exigió la apertura de un diálogo - en igualdad de condiciones y sin inhibiciones - desde hace décadas, eran los EE.UU. que se negaban, estableciendo como condición previa el fin del sistema político cubano. Ahora, sin embargo, Obama no pide nada a Cuba que la isla no se ha decidido ya a hacer por su cuenta y escuchar a Obama admitir que no se puede continuar con la injerencia directa en los asuntos internos de otros países es, por supuesto, un hecho positivo, aunque actualmente sigue siendo un recurso retórico.

La apertura de lo que, evidentemente, es una nueva etapa en la relación entre los dos países, sin duda es un resultado de la determinación de ambos dirigentes. La prensa internacional destaca el valor (en el hecho indiscutible) de Obama en romper con un error que dura 55 años y asumir el reto con el Congreso y el Senado de mayoría republicana. Ademàs, muchos de los senadores y diputados demócratas hacia Cuba posición idéntica de los halcones republicanos, lo que complica aún más las cosas.

Así que, en ausencia de presiones significativas por parte de las empresas estadounidenses, que ven en Cuba un posible nuevo mercado, es difícil imaginar rapidamente una ley que acabe con el bloqueo. Lo dificil, al momento, es precisamente por lo que esto produciría en el seno del establishment de Estados Unidos y también en los términos de la ruptura de la relación con el terrorismo de los exiliados cubano-americana, base electoral no despreciable en dos estados clave para la presidencia. En este sentido, aunque al final de su segundo mandato, Obama ha demostrado un valor objetivamente. Pero es justo señalar que Cuba es la que tiene gran parte del mérito de este cambio profundo en la política estadounidense.

Si Obama admite ahora la necesidad de dar vuelta a la página, si reconoce la inutilidad de una línea larga 55 anos, es porque la resistencia de Cuba llevó al fracaso de esa línea. Estos apretones de manos, la entrevista a dos, la serie de reuniones entre las respectivas delegaciones para abordar los diferentes temas y problemas que la apertura de una relación política conlleva después de 55 años de conflicto, son el resultado de la tenaz resistencia de la isla que no ha cedido al chantaje y las amenazas y ni al terrorismo que ha perdurado durante cinco décadas.

Cuando Obama dice que no tiene interés en la aplicación de políticas fallidas que comenzaron cuando él aún no había nacido, nada mas certifica que el reconocimiento final de la derrota de una línea anexionista, que no ganò porque no podía ganar; porque Cuba, frente al flujo de los acontecimientos, nunca diò pasos hacia atrás en términos de su independencia y soberanía nacional.
La decisión de construir un sistema socialista, también confirmó ayer en su discurso de Raúl, donde reitera la solicitud de apertura de un diálogo directo y la necesidad de poner fin a la hostilidad de Estados Unidos con Cuba, no puede ser entendido como un desarme ideológico.

La construcción del socialismo cubano, que en más de cincuenta y cinco años ha visto la aplicación de sus cambios de modelo, ajustes y reajustes, de acuerdo a los cambios en los cambios internacionales los cuales, por supuesto, se sintieron en la isla, han llevado Cuba a buscar (busqueda aún en curso) un modelo funcional a las peculiaridades del país. Pero jamàs se han transformado en la renuncia a la construcción de un sistema socio-político de carácter socialista.

Es exactamente de estas profundas diferencias que habla Raúl cuando recuerda cómo el diálogo puede y debe hacer frente a todas las áreas, pero que esto va a necesitar mucha paciencia y que se puede lograr sólo con el respeto mutuo de las diferentes identidades políticas y culturales. Cuba, que se encuentra en un proceso fundamental de la modernización de su sistema económico y social, continuará como en los 56 años anteriores en la plena soberanía para determinar el presente y el futuro del país.

Por otra parte, si bien reconoce la honestidad y la justicia al presidente de Estados Unidos, mientras que elogia la valentía y buenas intenciones, Raúl recordó que desde la victoria de 1959 hasta la actualidad, en la disputa entre los EE.UU. y Cuba hay un agresor y agredido. Y, que si por Obama el bloque nacìò cuando él aún no había nacido, lo mismo se puede decir por el 77% de los cubanos, que han nacido bajo el bloqueo. Así que será el fin de este sistema de crímenes y anacronismo retorcido, de guerra ideológica y negocio ilegal, el momento decisivo para cerrar una herida que le ha costado a Cuba desarrollo, paz y inmensos sacrificios.

Luego hay otro aspecto, el valor absoluto, que ha ayudado a iniciar el cambio de la política de Estados Unidos hacia la isla. Si la firme posición de la comunidad internacional que, año tras año, en la ONU ha aislado y derrotado con un número abrumador de bloqueo EE.UU., ha sido sumamente importante en la defensa de Cuba la unidad de los países latinoamericanos, reforzada por sus instituciones han surgido en los últimos años como la CELAC y UNASUR.

Instituciones que, entre otros meritos, han puesto fin a la relación bilateral exclusiva que caracterizaba la debilidad de cada país de América con los Estados Unidos; con ellos se ha tomado una dimensión colectiva que se ha demostradoun verdadero muro de protección para la independencia de cada país de América Latina. Un escenario de que Cuba se ha beneficiado, al ser capaz de cerrar con las décadas en las que se enfrentaba sola a la agresión imperial.

Esta misma unidad ha permitido a Venezuela, bajo el fuego de una campaña mediática y política con fines subversivos orquestada por los Estados Unidos, de obtener el apoyo de toda América Latina en la demanda de la derogación de la orden presidencial de Estados Unidos del 9 de marzo del año pasado, en el que Washington llama Caracas una "amenaza para la seguridad nacional."

Aunque Obama en los últimos días ha corregido parcialmente la declaracìòn que diò su vocero, con el argumento de que "Venezuela no amenaza a los EE.UU. y los EE.UU. no amenaza a Venezuela", para evitar malos entendidos y para pedir a Obama, de acuerdo con su declaración, la retirada de dicho Decreto, todos los países latinoamericanos han pedido al presidente de Estados Unidos de cancelar el decreto y la política que lo ha concebido.

Con la conciencia del significadoendogeno de las palabras contenidas en el Decreto, históricamente requisito formal para el lanzamiento de las actividades subversivas y las invasiones de los EE.UU. a terceros países, ya se había producido una reacción política grandilocuente en Venezuela y el resto del subcontinente.

Reacción que culminó en una acta formal en Panamá, con la entrega a John Kerry de más de 10 millones de firmas que piden el retiro de Estados Unidos de ese decreto, se ha acompañado por la intervenciòn directa de 33 de los 35 países presentes en la Cumbre de las Américas, que de esta manera han aislado Estados Unidos y Canadá con respecto a Venezuela.

La ausencia de una declaración final de la cumbre, por desgracia, ha sido un epilogo inevitable. Sería sin duda un gran logro participar todo el continente en una declaración de la misión, pero no había condiciones objetivas. No son posible, hoy en día, declaraciones conjuntas sobre Venezuela o en solicitud de cambiar radicalmente los métodos y objetivos de la política de seguridad y la lucha contra el narcotráfico, así como la necesidad de poner fin al saqueo de la minería por la multinacionales gringa que destruyen el medio ambiente en Latinoamerica. Estas son todas cuestiones planteadas con fuerza por el bloque democrático en América Latina, pero que los EE.UU. y Canadá, con México en la intendencia, no pueden dar respuestas que no sean auto-acusaciónes.

Pero como ya en Mar del Plata en 2005, la incapacidad de Washington en llevar a la comunidad latinoamericana a la compatibilidad política con los intereses de EE.UU. confirma un mayor fortalecimiento del bloque democrático en América Latina. Un bloque que está lejos de la crisis que algunos medios de comunicación occidentales retratan y que mas bien aparece más decidido en la construcción de su futuro con independencia del “Washington Consensus”. Atrás han quedado los días en que la gente pensaba en inglés lo que habìa que acatar en español. El Sur ahora habla con claridad, con muchas voces pero en un solo idioma. Corresponde al Norte aprender a escuchar.

Tomado de Cubaminrex