¿Qué es la Oposición en Honduras?

Jul 22, 2019

En un país, como Honduras, sometido a un régimen feroz de represión, crimen organizado, impunidad, miseria, y sometimiento a los Estados Unidos, es normal que las personas abriguen la esperanza de que, de repente, surgirá un sujeto político que asuma la dirección de la lucha contra el oprobio. Muchos especialistas, sociólogos, politólogos, y otros formadores de opinión, repiten todos los días la misma historia: “si la oposición no se une, no se podrá derrotar a la dictadura de JOH”.

Detrás de ese discurso, se esconde un argumento sistémico que construye “disensos” y transmite impotencia a las masas, que siguen creyendo en el carácter personalísimo de la conducción. Por eso, es importante definir varias cosas: ¿Es JOH un dictador solitario?, ¿Quiénes hacen oposición?, ¿a qué hacen oposición?. Digamos que fuera de LIBRE, todo el resto del espectro político y social del país busca mantener una relación “estable” con el capitalismo, NO plantea ningún cambio sustancial a lo que han estado haciendo los golpistas durante diez años.

Con un movimiento sindical virtualmente destruido, y con lo que aún queda cooptado, la lucha social hondureña está vinculada estrechamente con ONG, que por norma reciben fondos del exterior, de fundaciones y organizaciones que a su vez están conectadas, de una u otra forma, al gran capital. De ahí que el movimiento social hondureño tenga tantos matices diferentes. Los gremios que sobreviven, médicos y maestros, tienen mucha autonomía, pero sus estructuras son fundamentalmente conservadoras (vale la pena aclarar aquí conservador, como proclive a mantener status), y evitan a toda costa lucir como “políticas”, a sabiendas de que su interlocutor, su patrono, es el régimen.

De aquí que muchos de los movimientos sociales existentes, estén abiertamente opuestos a JOH, pero no a la dictadura que lo sostiene. Además, un ingrediente adicional, es que, por mucho, tienen más intereses en común con el régimen que con LIBRE, al que todos ven como el enemigo con el que reconciliarse es impensable. Y en ese espectro encontraremos gente de la derecha más visceral, hasta izquierdistas de diversa denominación, y, por supuesto, los trotskistas, que a cada momento encuentran causa común con la clase dominante.

En el ámbito de Partidos Políticos, en Honduras existen 10 organizaciones “legalmente inscritas”. De ellas, solamente tres, el Partido Nacional, el Partido Liberal (ambos partes del bipartidismo golpista) y LIBRE, tienen estructuras partidarias de algún tipo. En el bipartidismo, la existencia partidaria es intermitente, pues por décadas, una vez pasadas las elecciones, los partidos se desvanecen para mover el centro de la política al Congreso Nacional. El Partido LIBRE, con 8 años, es el que mantiene una vida orgánica más estable, aunque por momentos ha tendido a sufrir el mismo fenómeno del bipartidismo.

Hoy están en formación dos o tres partidos políticos nuevos, de los que el único que tiene potencial de crecimiento electoral es el de Salvador Nasralla, los demás están alineados de antemano al poder oligárquico (el de Nasralla también, solo que con un poco más de contenido ideológico de derecha). Adicionalmente, existen múltiples organizaciones políticas, sobre todo de izquierda, que, usualmente, hacen vida política dentro de LIBRE.

En este escenario, el bipartidismo es golpista y neoliberal por definicion, profundamente sometido a los dictados de Washington, y enemigo declarado de la integración latinoamericana. A ese bipartidismo se suma el Partido de Nasralla (Partido Salvador de Honduras), que, gracias al narcisismo y carencia de formación política de su líder, tiende a identificarse con los mismos intereses que el bipartidismo. De hecho, la falta de una visión político ideológica, mueve fácilmente a este partido entre una derecha “moderada” y el fascismo abierto.

El resto de Partidos (aquí les decimos “de maletín”, porque todo el partido cabe en una maleta pequeña), son oportunistas que han abrazado diversas posiciones en el pasado, desde la Democracia Cristiana, hasta la Unificación Democrática (ex de izquierda, e incluso miembro del Foro de Sao Paulo, en algún momento). Todos estos funcionan sin mayor problema, no tienen ningún poder, están cooptados por el bipartidismo y reciben “estímulos” materiales suficientes para dar al régimen una fachada de “pluralismo”.

Completamos diciendo que existe una autoproclamada “Sociedad Civil” que ha servido de apoyo al régimen golpista para desmantelar el Estado Hondureño, a cambio de influencia, poder, y, por supuesto, riquezas. A ellos, se suman las jerarquías eclesiásticas, que compiten por alcanzar la posición más reaccionaria.

En este mapa de actores, encontramos un discurso que pone a Juan Orlando Hernández en el centro de todo. Para el sector abiertamente pro régimen, él es el todo poderoso jefe; para los golpistas que ya no quieren a Hernández en el poder, pero están firmes con el Golpe de Estado, este es un dictador. En ninguno de los dos casos, se muestra el hecho de que la dictadura en Honduras es dirigida por los Estados Unidos, y está constituida por un grupo reducido de grandes capitalistas, transnacionales y locales, metidos en las telecomunicaciones, las farmacéuticas, el tráfico de armas, y, por supuesto, el capital financiero (no olvidar el crimen organizado, el narcotráfico y el tráfico de personas).

Fácil podemos aquí observar que la “oposición a Hernández” no es lo mismo que la oposición a la dictadura. También, es posible percatarse, que la idea de una “oposición dividida” es más bien un argumento para defender la dictadura, aun si eso implica deshacerse de Juan Orlando Hernández. Aquí también está la respuesta a la interrogante ¿Por qué no se une la Oposición?. Simplemente, en las cúpulas la única oposición real al status quo la representa el Partido LIBRE. En las masas, la situación tiende cada vez más a la polarización, contra el sistema, e incluso la sumisión frente a Estados Unidos es vista como una vergüenza, en una incipiente noción antiimperialista que se fortalece a partir del gobierno del Poder Ciudadano de Manuel Zelaya Rosales.

El Partido LIBRE, ha hecho, en vano, un llamado a conformar una oposición contra la dictadura, poniendo como única condición la suscripción de un Programa Político Común, que marque la ruta de la lucha, el final de la dictadura, y la construcción de una democracia participativa genuina. Este ha sido un llamado a todos los sectores de la sociedad, gremios, empresarios, plataformas, y partidos políticos. Hay que mencionar que, en su planteamiento para la Unidad, LIBRE es muy claro en su rechazo a cualquier injerencia norteamericana en la solución del problema hondureño.

Aunque la propuesta de LIBRE, ha sido tomada con mucho entusiasmo por militantes de otros partidos políticos, sus dirigencias, se han llamado al silencio. Otro tanto ha hecho la Plataforma para la Defensa de la Salud y la Educación, cuya posición más inquebrantable ha sido su rechazo abierto a cualquier vinculación con el Partido LIBRE.  En la medida en que la dirección de esta plataforma ha ido haciendo más manifestaciones públicas contra este partido, su capacidad de movilización ha ido mermando. Aunque no podemos afirmar de ninguna forma que existe una relación directa entre una cosa y la otra, es claro que existen conflictos de clase, y, por tanto, de intereses, que hacen inviable para ellos aligerar sus posturas.

Hasta ahora, la “división” de la oposición hondureña es una estratagema bien montada, en la que existe una “oposición” lite, tutelada y dirigida por los Estados Unidos, y un partido político de amplia base popular, que plantea la necesidad de cambiar el sistema capitalista, iniciando por la terminación de la tragedia neoliberal. Se trata pues de una narrativa, llamada a minar la capacidad popular de cohesionar su lucha contra la dictadura del capital golpista.

La cuestión de la oposición se reduce entonces, ¿qué es lo que propone hacer? Mas golpismo y neoliberalismo sin Juan Orlando Hernández, o la refundación de la patria.