O desaparece el capitalismo o muere la Madre Tierra

Sep 25, 2017

Por Sylvia Ubal    

“Los derechos humanos y los derechos de la naturaleza
son dos nombres de la misma dignidad”
Eduardo Galeano

El 22 de abril, se celebró en todo el mundo el Día Mundial de la Tierra, la fecha tiene una característica muy especial, no fue establecida por la Organización de Naciones Unidas. Fue promovida por un movimiento de ciudadanos, que decidió organizarse para resguardar el planeta El senador y activista ambiental estadounidense Gaylord Nelson había convocado a la celebración el día 22 de abril de 1970 a esta jornada la llamó el Día de la Tierra, al inicio del equinoccio de primavera en el hemisferio norte.

Para esta convocatoria ambientalista participaron dos mil universidades, diez mil escuelas primarias y secundarias, y centenares de comunidades habían respondido al llamado de la líder parlamentaria y de la juventud universitaria. Más de veinte millones de personas se movilizaron, tomaron las calles, los parques y los auditorios para manifestarse por un ambiente saludable y sustentable. Y establecieron en sus comunidades, universidades y colegios, una plataforma de difusión y discusión sobre el medio ambiente y sus principales problemas.

El 22 de abril de 1970 Día de la Tierra logró una coincidencia política que parecía imposible. Se logró el apoyo de políticos de distintas tendencias, ricos y pobres, que condujo a la creación de la Agencia de Protección al Medio Ambiente de Estados Unidos y a la aprobación de leyes relacionadas con el aire limpio, el agua limpia y la conservación de especies en peligro de extinción. A partir de entonces, se promueve la Celebración de Día de la Tierra cada año como una instancia de reflexión y acción en favor del ambiente

La madre Tierra un concepto milenario de los pueblos originarios

Y desde el año 2009 una propuesta de Bolivia ha cambiado su denominación, siendo la nueva Día Internacional de la Madre Tierra (en quechua: Pacha mamá). Mucho es lo que se ha escrito sobre este tema, probablemente casi todo lo que podía escribirse. Sin embargo es muchísimo menos lo que se ha hecho en este período por nuestra Madre Tierra que nos dio vida y albergue, que nos provee de alimentos, agua para beber y oxígeno para respirar.

Los países industrializados se desentienden de su responsabilidad ambiental

Pero en estos años todos los gráficos estadísticos resultan negativos. Siguen aumentando las emisiones de gases contaminantes, ha crecido geométricamente el consumo y sus consecuentes desperdicios, el planeta se ha cubierto de cultivos y árboles transgénicos. Se sigue deforestando a tasas suicidas, los océanos se están convirtiendo en vertederos, la mega minería cada vez más expandida destruye o deteriora todo lo que toca y tantos otros males.

Seguimos fracasando en el objetivo de brindarle a nuestra Madre Tierra el respeto y cuidados que esta merece, en el objetivo de construir una sociedad sustentable. Mucho se dice, pero poco se hace. Palabras que se las lleva el viento y firmas en el agua se han convertido en los quehaceres cotidianos de quienes deberían poner fin a este comportamiento insano, autodestructivo que nos está contaminando el presente y robando el futuro.

Los 25 países más contaminantes del planeta han aprobado en la cumbre de Copenhague sobre el clima, un acuerdo que sirve sólo a los intereses del gran capital y a la apropiación capitalista de los recursos, dejando de lado sus responsabilidades. Seguimos pagando los países mas pobres, los menos industrializados, los costos del veneno con el que los países del primer mundo contaminan el planeta en el que todas y todos vivimos.

Una nueva iniciativa la Conferencia Mundial de los Pueblos

Sin embargo, ocurrirá algo diferente, tendrá un condimento nuevo que hasta ahora no había tenido en Cochabamba, Bolivia, la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, convocada por el presidente boliviano Evo Morales. Se va a discutir el cambio climático global en serio, El Gobierno boliviano en una iniciativa verdaderamente necesaria, ha convocado a 130 países a los movimientos sociales, ONGs, gobiernos, intelectuales, pueblos originarios y personas de todo el mundo a reunirse para tratar diversas propuestas sobre el calentamiento global desde otra perspectiva. Y que no lo paguen los afectados, que los capitalistas transfieran tecnología gratuitamente, que se aprueben los Derechos de la Madre Tierra. Y buscar verdaderas soluciones y ya no simples acuerdos políticos sin peso ni obligaciones para sus firmantes.

Según el Protocolo de Kioto, los países industrializados deben reducir sus emisiones de gases contaminantes en un cinco por ciento entre 2008 y 2012. Las organizaciones sociales de Bolivia plantearán que a partir de 2017 las naciones ricas bajen en un 50 por ciento la cantidad de dióxido de carbono arrojado a la atmósfera, entre otros componentes.

La crisis ecológica mundial debe ser asumida por los capitalistas

Que la crisis climática sea pagada por los capitalistas, que se transfiera gratuitamente tecnología a los países afectados, la aprobación de los Derechos de la Madre Tierra y la creación de un tribunal internacional que juzgue a estados y empresas responsables del calentamiento global serán algunas de las propuestas de los 20 mil participantes venidos de 130 países para la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y Derechos de la Madre Tierra (CMPCC), que se realizará en Tiquipaya, Cochabamba. “Aquí hay dos caminos. O muere el capitalismo o muere la Madre Tierra”, sostuvo el presidente Evo Morales.

Según el gobierno, estas exigencias serán presentadas en la 16ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 16), que se realizará a fin de año en México. La COP 15, hecha en diciembre pasado, concluyó con un documento presentado por Estados Unidos, Brasil, India, China y Sudáfrica, que se habían reunido a solas para redactar el Entendimiento de Copenhague.

Este documento no es vinculante ni establece cuáles serían los compromisos de cada país para que la temperatura del planeta sólo crezca dos grados centígrados en este siglo. Se calcula que la temperatura promedio de la Tierra es de 15 grados. Si aumentara dos grados, decenas de científicos alertan que sería inevitable despedirse de cientos de ciudades costeras e islas casi al nivel del mar, como la república de Tuvalu, un atolón de corales en el sur del océano Pacífico. Sería por el derretimiento de los cascos polares y de varios glaciares.

El uso de combustibles fósiles para la obtención de energía y el modelo agrícola industrial –fuertemente controlado por un puñado de transnacionales- son las dos fuentes principales del cambio climático. Según las estadísticas, las prácticas agrícolas contribuyeron alrededor del 17 por ciento en las emisiones mundiales entre 1990 y 2007. La agricultura industrial, que promueve la deforestación y los monocultivos, contribuye sustancialmente a las emisiones de gases efecto invernadero. Los bosques y praderas ricos en carbono son convertidos en “desiertos verdes” que destruyen la biodiversidad. Pero además, al utilizar intensivamente fertilizantes y pesticidas químicos provenientes del petróleo, maquinaria y semillas transgénicas, provocan degradación del medio ambiente, la agricultura industrial contamina las fuentes de agua y causa graves daños a la salud humana.

Para enfrentar los cambios climáticos, los ecosistemas de Latinoamérica deben ser declarados fuentes de vida para el mundo, los cuales no podrán ser destruidos ni alterados
El capitalismo industrializado ha mantenido un sistema consumista devorador basado erróneamente en la infinitud de los recursos mundiales Sólo tenemos un mundo y el sostenimiento del sistema resulta inviable para toda la humanidad a corto plazo.

Los países industrializados tienen que asumir su responsabilidad sobre el CO2 ya acumulado en la atmósfera, por ello y por su mayor capacidad financiera y tecnológica, su reducción de emisiones en 2020 tiene que ser del 40% sobre la situación de 1990. Una reducción que debe realizarse íntegramente en su territorio, la que se obtenga de terceros países ha de contabilizarse aparte.

La destrucción masiva, la minería ilegal la cría de ganado y las madereras que inducen la deforestación de la selva están creando las condiciones para que un lapso de pocas décadas, la Amazonía se convierta en un desierto. El problema no sólo es el desarrollo desmedido, la explotación agrícola y la ganadería indiscriminada o las industrias agroalimentarias trasnacionales, sino sencillamente que está en juego la existencia del ser humano, nuestra subsistencia como seres vivos.

Ponemos en la balanza la necesidad de apurar los cambios fundamentales de la sociedad. En Latinoamérica está cifrada la esperanza del planeta, en nuestras revoluciones, en nuestros esfuerzos por cambiar. Nosotros no podemos tomar en juego, no podemos dudar, frente a esa esperanza que los pueblos pobres y oprimidos del mundo han puesto en América Latina. (Pensando Américas-Suramérica Press)