Los peruanos en el exterior
Por Gustavo Espinoza M.
Los que se sorprenden cuando saben que hay cuatro millones de venezolanos en el exterior, no reparan en el hecho que un número similar de peruanos, vive hoy en diversos países en distintos continentes.
Lo nuevo -por lo menos para nosotros- es que ésta vez, los peruanos que viven el exterior van a tener la posibilidad de acceder a una representación parlamentaria en el marco de los comicios de abril. Y éste es, sin duda, un paso adelante.
Durante mucho tiempo, ellos estuvieron marginados de la vida política del país y carecieron de los más elementales derechos electorales y ciudadanos. Poco a poco esta realidad fue cambiando, y ya hace algunos años lograron que se les concediera el derecho al sufragio. Podían elegir, pero no ser elegidos. Eran, en otras palabras, ciudadanos disminuidos.
En la circunstancia de hoy, sin embargo, tendrán por primera vez la posibilidad de elegir a dos representantes que serán acreditados ante el Congreso de la República, y que aspirarán a hablar en nombre de los millones de peruanos que viven más allá de nuestras fronteras.
Hay, ciertamente, diversos segmentos en el universo de compatriotas que emigraron a distintos países y continentes. Hay quienes se fueron en los denominados “años de la violencia”, asustados por el terrorismo de variado signo que atormentó la vida nacional.
Unos, lo hicieron intimidados por la represión. Otros, por evitar caer en las garras de los destacamentos armados que pululaban en aldeas y ciudades. Y también quienes buscaron impunidad para no rendir cuenta de sus acciones.
En este último segmento, sin duda, se encuentra el tristemente célebre “Comandante Camión”, que un día desapareció sin dejar huella, y de quien se dice que vive en Australia con otra identidad.
También hay quienes se fueron del país por razones económicas y sociales. Despedidos en los años del “paquetazo” de Hurtado Miller y Alberto Fujimori, y sin posibilidades reales de obtener aquí un puesto de trabajo; se vieron en la necesidad de marcharse al exterior, en busca de nuevos horizontes.
Estos fueron, en lo fundamental gente sin recursos, que se vio forzada a ganarse la vida afuera, afrontando dificultades en algunos casos simplemente inenarrables. Debieron trabajar en empleos poco calificados, en tareas de servicio y en general en actividades no competitivas en distintos países.
Quizá este segmento fue -y sigue siendo- el más numeroso. Muchos peruanos relativamente jóvenes, entre los 20 y 30 años, emigraron así, con una doble responsabilidad: mantenerse en nuevos empleos, y enviar algo de dinero a sus familias que quedaron en el Perú casi en virtual abandono. Por eso asumieron sacrificios de todo orden.
Un tercer segmento estuvo integrado por gente más joven, en lo fundamental por estudiantes que se fueron para seguir una carrera en el exterior. Muchos obtuvieron una beca que les permitió calificarse profesionalmente. Miles de peruanos, por ejemplo, recalaron en Cuba, donde encontraron óptimas posibilidades de estudio en carreras para ellos aquí virtualmente inaccesibles, como Medicina y Economía. Otros, en cambio, debieron financiar costosos estudios. Unos y otros, incubaron siempre la idea de retornar a la patria para reencontrarse con los suyos.
Hay un cuarto segmento de peruanos que se fueron. Ellos, en realidad, no soportaban vivir en un país “tercermundista”. Se engolosinaron con “el sueño americano” y se instalaron en Miami y otros Estados de la Unión; o se encandilaron con la posibilidad de vivir en Europa, libres del atraso, la miseria y el subdesarrollo. Son los menos.
La mayoría de quienes viven hoy fuera, se alimentan con la ilusión de la peruanidad. La conciben cono real. Por eso, sienten al Perú como una Patria objetivamente lejana, pero afectivamente próxima. Afirman su historia, su cultura, sus valores ancestrales y recuerda su poesía, su música, su gastronomía, sus valores más preciados.
La posibilidad de participar más activamente en los comicios de abril, ha despertado en muchos de ellos, un vivo interés. Saben que las posibilidades de ser elegidos al parlamento peruano -dispondrán apenas de dos cupos- son virtualmente inalcanzables, pero sienten que les ha llegado la hora de vivir el país, preocuparse por sus problemas, atender sus retos, opinar por cada una de sus estaciones y luchas.
Por eso recientemente fui invitado a participar en un encuentro virtual con diversos colectivos de peruanos en el exterior. Organizados por Juntos por el Perú desde Valencia, España, ellos contactaron a compatriotas nuestros en distintos países. Italia, Francia, Alemania, Suecia, Estados Unidos; pero también otros de nuestro continente, estuvieron en línea y siguieron atentos el análisis del proceso peruano, que traté de compartir en casi dos horas de conversación y análisis.
Ellos han levantado, en nombre de su colectivo, la candidatura de dos compañeras muy activas. Una de ellas, Manuela Barreto, vive actualmente en Italia y cuenta, al parecer, con creciente simpatía.
Ellos buscan afirmar un camino, y se esfuerzan por avanzar en él, venciendo obstáculos y dudas. Han estado lejos de la Patria. Pero hoy se sienten muy cerca del Perú y sus desvelos. Les deseamos la mejor de las suertes (fin)