Las redes sociales y la espiral del silencio

Mar 03, 2015

Pascual Serrano

Uno de los temas importantes relacionados con el comportamiento humano y la opinión pública que se estudia en comunicación y sociología es la tendencia de la gente a no hablar sobre cuestiones de política en público, o entre sus familiares, amigos y compañeros de trabajo, cuando creen que su propio punto de vista no es ampliamente compartido.

De modo que terminan callando sus opiniones si piensan que no son populares o no van a lograr la aprobación de sus interlocutores. Esta tendencia se llama la "espiral del silencio" y fue desarrollada en 1974 por la alemana Elisabeth Noelle-Neumann.

Según la tesis de esta autora las corrientes de opinión dominantes o percibidas como vencedoras generan un efecto de atracción que incrementa su fuerza final. Los movimientos de adhesión a las grandes corrientes de opinión son un acto reflejo del sentimiento de protección que confiere la mayoría y el rechazo al aislamiento, al silencio y la exclusión.

Es más, quienes se identifican con corrientes que no tienen el reconocimiento mayoritario, tratan de ocultar sus opiniones. Téngase en cuenta que Noelle-Neumann estuvo afiliada al partido nazi por lo que, sin duda, sus reflexiones son significativas en el apoyo popular que este movimiento logró entre los alemanes.

La sensación de sentirte de pensamiento minoritario es lo que en el lenguaje coloquial he llamado en alguna ocasión “síndrome de perro verde”. Esa percepción que se tiene cuando, escuchando conversaciones en el autobús, en el mercado o la cafetería, uno llega a la conclusión de que los asuntos y los temas que nos preocupan no tienen nada que ver con lo que le interesa a la gente de alrededor.

Pero todo esto era antes de la llegada de internet y las redes sociales. Muchos pudimos pensar que plataformas como Facebook o Twitter permitirían encontrarnos con nuestros afines y terminar, primero con “síndrome de perro verde”, y segundo con cualquier inhibición social que pudiésemos adoptar como consecuencia del miedo al rechazo y el cambio de actitud en la búsqueda de la aprobación de la mayoría. Sin duda, eso pudo suceder al principio en la medida en que internet y las redes no eran masivas y servían para encontrarse y crearse comunidades internáuticas de próximos. Pero ahora la presencia ciudadana en las redes es mayoritaria y, más que buscar encontrarnos con nuestros cercanos en afinidades, son muchos los que persiguen acumular seguidores, apoyos y aplausos.

El centro de investigación Pew Research, en Estados Unidos, realizó una investigación para detectar en qué medida los ciudadanos se encontraban más cómodos y predispuestos a expresar su posición ante un tema controvertido en las redes sociales que en las situaciones tradicionales cara a cara. Es decir, si la presencia social dejaba de ser eficaz y la espiral de silencio dejaba de funcionar en las redes sociales.

Entrevistaron a 1.801 personas y eligieron el tema de Edward Snowden y sus revelaciones de la vigilancia gubernamental generalizada al teléfono y al correo electrónico de los estadounidenses. Las encuestas mostraban que era un tema que tenía divididos a los ciudadanos de su país sobre si estaban justificadas las filtraciones de Snowden y si la política de vigilancia del gobierno era buena o mala idea. Las encuestas revelaban que el 44% dice que la liberación de la información clasificada perjudicaba el interés público y el 49% dijo que era acertado difundirla.

El resultado fue que la gente estaba menos dispuesta a discutir la historia Snowden-NSA en los medios sociales que en persona. Estos últimos eran un 86%, pero sólo el 42% de los usuarios de Facebook y Twitter estaban dispuestos a escribir sobre esto en esas plataformas. Además, las redes sociales no proporcionan una entorno de debate alternativo para aquellos que no lo querían hacer personalmente.

De los 14% de los estadounidenses que no estaban dispuestos a discutir la historia Snowden-NSA en persona con los demás, sólo el 0,3% lo harían en las redes sociales. En ambos casos los encuestados estaban más dispuestos a compartir sus puntos de vista si creyeran que su audiencia estaba de acuerdo con ellos.

Los usuarios de Facebook dijeron que compartirían sus puntos de vista si pensaban que sus seguidores estaban de acuerdo con ellos. En conclusión, las nuevas redes sociales, no solo no han terminado con la espiral de silencio, sino que son todavía más vulnerables que las relaciones sociales interpersonales.

Los ciudadanos buscan ser reconocidos socialmente a través del número de seguidores, los “me gusta” o los comentarios positivos en las redes. Y para ello, aparcan los temas espinosos o sobre los que consideran que sus opiniones son minoritarias. Eso lo saben bien los community manager que trabajan para pequeñas empresas. Aparte de los contenidos publicitarios han comprobado que, para conseguir seguidores en sus plataformas, deben evitar temas controvertidos y centrarse en asuntos planos que generan consensos: fotos de amanecer, imágenes de niños cándidos, odas al terruño, a la amistad o al amor.

Los posicionamientos, si los hay, son al equipo de fútbol local o al deportista de la zona. Que nada chirríe. De ahí que ya tenemos otro nuevo entorno en el que debemos ser díscolos y no aceptar la espiral del silencio, las redes sociales. Y si no nos siguen que no nos sigan, y si no les gusta que no les guste.

Tomado de Visiones Alternativas